Eduardo Galeano
Ismael Serrano
Eduardo Galeano, un escritor uruguayo al que no conozco.
Ismael Serrano, un gran cantautor.
La primera vez que escuché a Galeano, fue por un compañero. No le di importancia.
La segunda vez que escuché a Galeano fue en una entrevista con Ricardo Rocha. Tampoco le di importancia.
Y no porque no fuera importante, si no que Rocha se me hace un pseudo-intelectual, y no me gusta nada de lo que hace, ni lo que dice.
La tercera vez que escuché a Galeano, fue en una canción-relato de Ismael Serrano. Aqui empieza lo interesante.
Hasta ahora sigue sin interesarme Galeano, igual mas tarde vuelve viene el interés.
Asi que por ahora, le dejo la versión de Ismael Serrano, y dejó el cuento de Galeano.
"No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta." Eduardo Galeano
“Ellos se conocieron por
casualidad, que es como se suelen encontrar los grandes amores, casi siempre
por casualidad, por una llamada equivocada, por un encuentro fortuito. A ellos
lo que les paso fue que él había quedado en aquel café con una persona que no
vino, y claro, la vio a ella sentada en la mesa del café, radiante, así que,
harto de esperar no se cortó un pelo y dijo: -Bueno, ya que he venido hasta
aquí, no puedo desaprovechar esta ocasión. Se acercó a la mesa y dijo: -¿Me
permite?-Por supuesto Esto sólo suele pasar en las historias que te cuentan
otros, nunca en la vida real, por lo general cuando dices: -¿Me permites?,
dicen -¿De qué? A lo mejor ella estaba esperando a alguien que tampoco vino,
quién sabe, yo qué sé, habrá que inventar otra historia en la que ella le dice
¿De qué?, en este caso ella lo invito a él para que se sentase, y él se sentó.
Y claro, no había de que hablar, y: -¿y qué lees? Lo malo fue que él no había
leído nada del escritor que ella estaba leyendo, y ya mal, empezamos mal, muy
mal, por ahí no. -Pues bonito día Pero enseguida empezaron a profundizar, porque
ella dijo: -Sí la verdad es que hace un bonito día Y aunque no lo hiciera. Pero
poco a poco él fue venciendo esa timidez que le caracteriza y fueron
profundizando. Al principio él para llamar su atención contó alguna mentira,
que si era escritor, luego reconoció que nunca le habían publicado nada, pero
eso vino más tarde, cuando ya se conocían más, cuando pasaron del café a la
habana con coca cola. Por entonces ya estaban descubriendo que tenían más
afinidades de las que pensaban al principio, y compartían gustos
cinematográficos, y por eso fue que él le dijo: -Oye, y si vamos a ver esta,
¿has visto La vida es bella? Y ella:-No-Oye, quedamos el fin de semana-Vale Y
aquel fin de semana pues, yo no sé muy bien si para sorprenderla o no, pero el
caso es que él rompía a llorar en cada escena en la que salía el chaval
pequeño, esto a ella le enterneció, yo quiero pensar que era de verdad. Resulta
que coincidían en más gustos, y también en los musicales, y le dijo: -Oye, este
fin de semana toca Ismael Serrano-Ismael ¿qué?-Pero a ti, ¿te gustan los
cantautores?-Los de verdad me gustan Pero él le convenció a ella y fueron.
Cuando él empezó a cantar aquella de “Vértigo”, pues se atrevió a cogerle la
mano. Y poco a poco se fueron inevitablemente enamorando, pero no por esto de
Ismael Serrano, ni por el Vértigo, quizá más por aquello de llorar con La vida
es bella. Una mañana él se levanta y al abrir los ojos se da cuenta de que está
perdidamente enamorado de ella, y quedaron entonces en aquel café en el que se
conocieron por casualidad. Los momentos importantes suelen coincidir casi
siempre en los mismos sitios, no estoy muy seguro de lo que acabo de decir,
pero es una buena frase. Pero fue en aquel café en donde ella le dijo: -Sabes,
creo que me tengo que ir durante un tiempo -Yo te iba a decir casi lo
contrario, que te quedaras conmigo para toda la vida, y ella dijo:-No te
preocupes porque yo estaré esperando el día que vuelva para retomar contigo
este camino que emprendimos, además, cada quince días puntualmente te mandaré
una carta en la que te contaré todo lo que he hecho, todo lo que siento, todo
lo mucho que te echo de menos, y todo lo poco que nos falta para vernos. Él
dijo que bueno, que vale: -Pero que si no te vas casi mejor, ¿no?. Pero se fue.
Fue entonces cuando descubrió que aquello no tenía remedio y que estaba
perdidamente enamorado, que no había ningún elixir que hiciera que la olvidase,
que no era cierto aquello de que un clavo saca otro clavo, que a veces es
cierto que los amores a primera vista existen, bueno, ¿es que acaso hay otros?.
A los quince días puntualmente llegó la carta de ella, toda llena de besos y de
caricias, de te echo de menos, él lloró, y esta vez era de verdad. Y guardaba
las cartas con mucho cariño encima de la mesilla. Pasaron quince días, y otros
quince, y otros quince, y otros quince, y las cartas se iban acumulando. Y su
vida consistía en esperar a que llegara el decimoquinto día, abrir el buzón y encontrar
la carta de amor en la que ella prometía volver, esperar esa carta en la que
ella le diría que volvía pronto. Y pasaron años, muchos años, y ya las cartas
casi no cabían en la casa, se compró una gran caja fuerte para guardar todas
las cartas, porque eran su gran tesoro, porque vivía para leer las cartas que
ella le había escrito, porque ella era lo que más quería, y así pasaron creo
que diez años, quince, no me acuerdo. Y un día ella, sin saber cómo ni por qué,
dejó de escribir, y al quince día él se encontró el buzón vacío, y el alma
partida en dos. Ahora solo podía vivir del recuerdo, leyendo las cartas que
ella le había escrito con tanto cariño, aquellas cartas eran su mayor tesoro. Un
día él salió de casa, porque tenía que salir, y unos ladrones entraron en su
casa. Al ver allí la gran caja fuerte no se lo pensaron dos veces, porque
pensaron que debía esconder algún gran tesoro, grandes riquezas, y realmente no
era. Y se llevaron la gran caja fuerte. Imagínate la desolación de nuestro
protagonista cuando llega a su casa y se da cuenta que le han robado lo que más
quería, lo que le hacía sentirse vivo algunas tardes de domingo cuando no
sonaba el jodido teléfono, cuando releía aquellas cartas y aquellas promesas
quién sabe si falsas. Suele pasar que los ladrones son buenas personas, y este
era el caso. Pero imagínate la cara de los ladrones cuando abren la caja fuerte
y se encuentran montones de cartas de amor, declaraciones imposibles. El jefe
de los ladrones se enfadó un poquito, pues la caja pesaba, y llevarla a la
guarida no era moco de pavo. Nuestro hombre vagaba casi moribundo por las
calles de su ciudad, con la esperanza de encontrar alguna carta, o a alguien
que le hablara de una gran caja fuerte llena de cartas, perdido sin saber ya
qué hacer. El jefe ladrón lo que dijo es que aquellas cartas lo que había que
hacer era tirarlas al río o quemarlas, lo que fuera, pero que desaparecieran de
inmediato. Pero el más joven de los ladrones era más bueno, y se le ocurrió una
gran idea. Un día, nuestro hombre llegó a casa después de estar buscando toda
una tarde, y al abrir el buzón ¿Adivina lo que se encontró?… Una carta. Los
ladrones habían decidido mandarle las cartas tal y como ella se las había
mandado, puntualmente cada quince días, por riguroso orden. Ahora él resucitaba
con la esperanza de revivir aquellos momentos, aquellos momentos en los que
quizá un día leería la carta en la que ella diría: -Pronto estaré allí”
domingo, 27 de mayo de 2012
miércoles, 9 de mayo de 2012
Convergencia de Dos
I
En soledad de mar,
muy lejos de la vanidad del hombre,
del Orgullo Vital que la planeara, yace tranquilamente.
II
Aposentos de acero, extintas ya las piras
de todos sus salamandrinos fuegos,
son traspasados por las frías corrientes, vueltos liras de rítmicas mareas.
III
En los espejos, creados con el fin
de enmarcar al magnate,
se desliza –grotesco y viscoso, callado, indiferente– un gusano de mar.
IV
Las alegres alhajas, diseñadas
para arrobar las mentes sensitivas,
yacen yertas y todos sus fulgores son nimios, negros, nulos.
V
Peces con ojos de menguante luna
miran aquel dorado equipo desde cerca
y se preguntan: "¿Qué hace aquí abajo tamaña petulancia?"
VI
Pues bien: mientras se estaba construyendo
esta criatura de ala surcadora,
el Destino Inmanente, que todo lo remueve y lo propulsa,
VII
le preparó un siniestro compañero
a ella, tan graciosamente grande:
un Figurín de Hielo, por entonces obeso y apartado.
VIII
Mientras crecía la elegante nave
en estatura, gracia y colorido,
a una distancia oscura y silenciosa también crecía el Iceberg.
IX
Parecían ser dos desconocidos:
ningún ojo mortal pudo advertir
la soldadura íntima de su postrera historia.
X
O señal de que fueran orillados
por rutas coincidentes
a ser, poco después, las mitades perfectas de un Augusto suceso.
XI
Hasta que la Hilandera de los Años
dijo: "¡Ahora!" Y cada quien lo oye,
se consolida la consumación y hace estremecer dos hemisferios. ~
Por Thomas Hardy. Versión de Hernán Bravo Varela. Tomado de la revista "Letras Libres", edición de Abril de 2012.
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