Escribirte otra vez, ir al Correo;
tocar mi lengua sus orillas frías;
llevar la cuenta exacta de los días
que hace que se efectuó nuestro himeneo.
Pensar que hace ya mucho que no veo
tus ojos claros y tus manos mías;
aguardar tu respuesta en las vacías
horas en que pensare me recreo.
Robar al sueño la ilusión de verte
y la vigilia el dulce de soñarte
con temor y esperanza de perderte.
No hallar tu imagen en ninguna parte;
eso es amor, mi bien, y de esta suerte,
vivo y muero tan sólo de aguardarte.
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