sábado, 18 de diciembre de 2010

El gringo que entendió a México II


En aquella segunda obra (Peace by revolution, 1933), el título era la clave: según Tannenbaum, México había alcanzado parcialmente la paz a través de la revolución, pero la única forma de consolidar esa paz y evitar un nuevo ciclo de violencia (en un país que nunca había estado "listo" para la democracia) era llevando la revolución a sus consecuencias naturales, lo cual a su juicio suponía cumplir a plenitud con el proyecto "parroquial" y agrario de la lucha. Había que reivindicar integralmente a quienes eran, para él, los actores principales de la Revolución: los pueblos libres de México. Tannenbaum los había censado en su primer libro. A principio de los treinta existían, en efecto, alrededor de 100,000. Eran pobres, aislados, autárquicos pero, en la visión de Tannenbaum, constituían "la mejor influencia para el México de hoy y mañana". Esos pueblos no habían leído las doctrinas de Kropotkin: las encarnaban de manera espontánea. De esta óptica proviene su interpretación de la lucha armada que llegaría a ser la versión canónica en México:

 

"La Revolución mexicana fue anónima. Era obra, esencialmente, del trabajo de la gente común. Ningún partido organizado presidió su nacimiento, ningún gran intelectual prescribió su programa, formuló su doctrina o delineó sus objetivos."


Fragmento de El gringo que entendió a México
Frank Tannembaum citado en un ensayo de Enrique Krauze, tomado de la revista Letras Libres de Diciembre de 2010.

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