sábado, 28 de julio de 2012

Río Bajo el Río

Toda mujer tiene potencialmente acceso al Río bajo el Río . Llega allí a través de la meditación profunda, la danza, la escritura, la pintura, la oración, el canto, el estudio, la imaginación activa o cualquier otra actividad que exija una intensa alteración de la conciencia. Una mujer llega a este mundo entre los mundos a través del anhelo y la búsqueda de algo que entrevé por el rabillo del ojo. Llega por medio de actos profundamente creativos, a través de la soledad deliberada y del cultivo de cualquiera de las artes. Y, a pesar de todas estas actividades tan bien practicadas, buena parte de lo que ocurre en este mundo inefable sigue en-vuelta en el misterio, pues rompe todas las leyes físicas y racionales que conocemos. 





Clarissa Pinkola Estés, “Mujeres que corren con los lobos” (“El aullido: la resurrección de la Mujer Salvaje”)

Los Cuatro Rabinos


Una noche cuatro rabinos recibieron la visita de un ángel que los despertó y los transportó a la Séptima Bóveda del Séptimo Cielo. Allí contemplaron la Sagrada Rueda de Ezequiel. 


En determinado momento de su descenso del Pardes, el Paraíso, a la tierra, uno de los rabinos, tras haber  contemplado semejante esplendor, perdió el juicio y vagó echando espumarajos por la boca hasta el fin de sus días. El segundo rabino era extremadamente cínico: "He visto en sueños la Rueda de Ezequiel, eso es  todo. No ha ocurrido nada en realidad." El tercer rabino no paraba de hablar de lo que había visto, pues estaba totalmente obsesionado. Hablaba por los codos, describiendo cómo estaba construido todo aquello y lo que significaba... hasta que, al final, se extravió y traicionó su fe. El cuarto rabino, que era un poeta, tomó un papel y una caña, se sentó junto a la ventana y se puso a escribir una canción tras otra sobre la paloma de la tarde, su hija en la cuna y todas las estrellas del cielo. Y de esta manera vivió su vida mejor que antes.


Clarissa Pinkola Estés, “Mujeres que corren con los lobos” (“El aullido: la resurrección de la Mujer Salvaje”)

viernes, 27 de julio de 2012

¿Dónde habita la Loba?


Cualquiera que sea su nombre, la fuerza personificada por La Loba encierra en sí el pasado personal y el antiguo, pues ha sobrevivido generación tras generación y es más vieja que el tiempo. Es la archivera de la intención femenina y la conservadora de la tradición de la hembra. Los pelos de su bigote perciben el futuro; tiene la lechosa y perspicaz mirada de una vieja bruja; vive simultáneamente en el presente y en el pasado y subsana los errores de una parte bailando con la Otra.


La vieja, La Que Sabe, está dentro de nosotras. Prospera en la más profunda psique de las mujeres, en el antiguo y vital Yo salvaje. Su hogar es aquel lugar del tiempo en el que se juntan el espíritu de las mujeres y el espíritu de La Loba, el lugar donde se mezclan la mente y el instinto, el lugar donde la vida profunda de una mujer es el fundamento de su vida corriente. Es el lugar donde se besan el Yo y el Tú, el lugar donde las mujeres corren espiritualmente con los lobos.


Esta vieja se encuentra situada entre los mundos de la racionalidad y del mito. Es el eje en torno al cual giran los dos mundos. La tierra que se interpone entre ambos es ese inexplicable lugar que todas reconocemos en cuanto llegamos a él, pero sus matices se nos escapan y cambian de forma cuando tratamos.


Clarissa Pinkola Estés, “Mujeres que corren con los lobos” (“El aullido: la resurrección de la Mujer Salvaje”)

Cantar sobre los huesos


La Loba nos enseña lo que tenemos que buscar, la fuerza indestructible de la vida, los huesos. 

(...)

La Loba canta sobre los huesos que ha recogido. Cantar significa utilizar la voz del alma. Significa decir la verdad acerca del propio Poder y la propia necesidad, infundir alma a lo que está enfermo o necesita recuperarse. Y eso se hace descendiendo a las mayores profundidades del amor y del sentimiento hasta conseguir que el deseo de relación con el Yo salvaje se desborde para poder hablar con la propia alma desde este estado de ánimo. Eso es cantar sobre los huesos. No podemos cometer el error de intentar obtener de un amante este gran sentimiento de amor, pues el esfuerzo femenino de descubrir y cantar el himno de la creación es una tarea solitaria, una tarea que se cumple en el desierto de la psique.

Clarissa Pinkola Estés, “Mujeres que corren con los lobos” (“El aullido: la resurrección de la Mujer Salvaje”)

Cantar sobre los huesos

La Loba nos enseña lo que tenemos que buscar, la fuerza indestructible de la vida, los huesos. 

(...)

La Loba canta sobre los huesos que ha recogido. Cantar significa utilizar la voz del alma. Significa decir la verdad acerca del propio Poder y la propia necesidad, infundir alma a lo que está enfermo o necesita recuperarse. Y eso se hace descendiendo a las mayores profundidades del amor y del sentimiento hasta conseguir que el deseo de relación con el Yo salvaje se desborde para poder hablar con la propia alma desde este estado de ánimo. Eso es cantar sobre los huesos. No podemos cometer el error de intentar obtener de un amante este gran sentimiento de amor, pues el esfuerzo femenino de descubrir y cantar el himno de la creación es una tarea solitaria, una tarea que se cumple en el desierto de la psique.

Clarissa Pinkola Estés, "Mujeres que corren con los lobos" ("El aullido: la resurrección de la Mujer Salvaje")


jueves, 26 de julio de 2012

La Loba

Hay una vieja que vive en un escondrijo del alma que todos conocen pero muy pocos han visto. Como en los cuentos de hadas de la Europa del este, la vieja espera que los que se han extraviado, los caminantes y los buscadores acudan a verla.

Es circunspecta, a menudo peluda y siempre gorda, y, por encima de todo, desea evitar cualquier clase de compañía. Cacarea como las gallinas, canta como las aves y por regla general emite más sonidos animales que humanos.

Podría decir que vive entre las desgastadas laderas de granito del territorio indio de Tarahumara. O que está enterrada en las afueras de Phoenix en las inmediaciones de un pozo. Quizá la podríamos ver viajando al sur hacia Monte Albán en un viejo cacharro con el cristal trasero roto por un disparo. O esperando al borde de la autovía cerca de El Paso o desplazándose con unos camioneros a Morella, México, o dirigiéndose al mercado de Oaxaca, cargada con unos haces de leña integrados por ramas de extrañas formas. Se la conoce con distintos nombres: La Huesera, La Trapera y La Loba.

La única tarea de La Loba consiste en recoger huesos. Recoge y conserva sobre todo lo que corre peligro de perderse. Su cueva está llena de huesos de todas las criaturas del desierto: venados, serpientes de cascabel, cuervos. Pero su especialidad son los lobos.

Se arrastra, trepa y recorre las montañas y los arroyos en busca de huesos de lobo y, cuando ha juntado un esqueleto entero, cuando el último hueso está en su sitio y tiene ante sus ojos la hermosa escultura blanca de la criatura, se sienta junto al fuego y piensa qué canción va a cantar.

Cuando ya lo ha decidido, se sitúa al lado de la criatura, levanta los brazos sobre ella y se pone a cantar. Entonces los huesos de las costillas y los huesos de las patas del lobo se cubren de carne y a la criatura le crece el pelo. La Loba canta un poco más y la criatura cobra vida y su fuerte y peluda cola se curva hacia arriba.

La Loba sigue cantando y la criatura lobuna empieza a respirar.

La Loba canta con tal intensidad que el suelo del desierto se estremece y, mientras ella canta, el lobo abre los ojos, pega un brinco y escapa corriendo cañón abajo.

En algún momento de su carrera, debido a la velocidad o a su chapoteo en el agua del arroyo que está cruzando, a un rayo de sol o a un rayo de luna que le ilumina directamente el costado, el lobo se transforma de repente en una mujer que corre libremente hacia el horizonte, riéndose a carcajadas.

Recuerda que, si te adentras en el desierto y está a punto de ponerse el sol y quizá te has extraviado un poquito y te sientes cansada, estás de suerte, pues bien pudiera ser que le cayeras en gracia a La Loba y ella te enseñara una cosa... una cosa del alma.

Clarissa Pinkola Estés, “Mujeres que corren con los lobos” (“El aullido: la resurrección de la Mujer Salvaje”)

miércoles, 25 de julio de 2012

El suicida

No quedará en la noche una estrella.

No quedará la noche.

Moriré y conmigo la suma

Del intolerable universo.

Borraré las pirámides, las medallas, Los continentes y las caras.

Borraré la acumulación del pasado.

Haré polvo la historia, polvo el polvo.

Estoy mirando el último poniente.

Oigo el último pájaro.

Lego la nada a nadie.

Remordimiento por cualquier Muerte

Libre de la memoria y de la esperanza, ilimitado, abstracto, casi futuro, el muerto no es un muerto: es la muerte.

Como el Dios de los místicos, de Quien deben negarse todos los predicados, el muerto ubicuamente ajeno no es sino la perdición y ausencia del mundo.

Todo se lo robamos, no le dejamos ni un color ni una sílaba: aquí está el patio que ya no comparten sus ojos, allí la acera donde acechó sus esperanzas.

Hasta lo que pensamos podría estarlo pensando él también; nos hemos repartido como ladrones el caudal de las noches y de los días.

De Jorge Luis Borges

El Cómplice

El Cómplice

.

Me crucifican y yo debo ser la cruz y los clavos.

Me tienden la copa y yo debo ser la cicuta.

Me engañan y yo debo ser la mentira.

Me incendian y yo debo ser el infierno.

Debo alabar y agradecer cada instante del tiempo.

Mi alimento es todas las cosas.

El peso preciso del universo, la humillación, el júbilo.

Debo justificar lo que me hiere.

No importa mi ventura o mi desventura.

Soy el poeta

martes, 24 de julio de 2012

Encontrar la Naturaleza Salvaje

La naturaleza salvaje no exige que una mujer sea de un determinado color, tenga una determinada educación y un determinado estilo de vida o pertenezca a una determinada clase económica... De hecho, no puede desarrollarse en una atmósfera de obligada corrección política ni puede ser doblada para que encaje en unos moldes caducos. Se desarrolla con la mirada pura y la honradez personal. Se desarrolla con su propia manera de ser.

Por consiguiente, tanto si eres introvertida como si eres extrovertida, una mujer amante de la mujer, una mujer amante del hombre o una mujer amante de Dios o las tres cosas a la vez, tanto si tienes un corazón sencillo como si eres tan ambiciosa como una amazona, tanto si quieres llegar a la cima como si te basta con seguir tirando hasta mañana, tanto si eres alegre como si eres de temperamento melancólico, tanto si eres espléndida como si eres desconsiderada, la Mujer Salvaje te pertenece. Pertenece a todas las mujeres.

Para encontrarla, las mujeres deben regresar a sus vidas instintivas, a sus más profundos conocimientos. Por consiguiente, pongámonos en marcha ahora mismo y volvamos a recordar nuestra alma salvaje. Dejemos que su carne vuelva a cantar en nuestros huesos. Despojémonos de todos los falsos mantos que nos han dado. Cubrámonos con el verdadero manto del poderoso instinto y la sabiduría. Penetremos en los territorios psíquicos que antaño nos pertenecieron. Desenrollemos las vendas, preparemos la medicina. Regresemos ahora mismo como mujeres salvajes que aúllan, se ríen y cantan las alabanzas de Aquella que tanto nos ama.

Para nosotras la elección no ofrece duda. Sin nosotras, la Mujer Salvaje se muere. Sin la Mujer Salvaje, nos morimos nosotras. Para la Vida, para la verdadera vida, ambas tenemos que vivir.

Clarissa Pinkola Estés, "Mujeres que corren con los lobos" ("Cantando sobre los huesos")

lunes, 23 de julio de 2012

El Poder de los Cuentos II

"Una vez soñé que estaba narrando cuentos y sentí que alguien me palmeaba el pie para darme ánimos. Bajé los ojos y vi que estaba de pie sobre los hombros de una anciana que me sujetaba por los tobillos y, con la cabeza levantada hacia mí, me miraba sonriendo.

—No, no —le dije—, súbete tú a mis hombros, pues eres vieja y yo soy joven.

—No, no —contestó ella—, así tiene que ser.

Entonces vi que la anciana se encontraba de pie sobre los hombros de otra mujer mucho más vieja que ella, quien estaba encaramada a los hombros de una mujer vestida con una túnica, subida a su vez sobre los hombros de otra persona, la cual permanecía de pie sobre los hombros...

Y creí que era cierto lo que me había dicho la vieja del sueño de que así tenía que ser. El alimento para la narración de cuentos procede del poder y las aptitudes de las personas que me han precedido. Según mi experiencia, el momento más significativo del relato extrae su fuerza de una elevada columna de seres humanos unidos entre sí a través del tiempo y el espacio, esmeradamente vestidos con los harapos, los ropajes o la desnudez de su época y llenos a rebosar de una vida que todavía se sigue viviendo. Si es única la fuente y único el numen de los cuentos, todo se halla en esta larga cadena de seres humanos".

Clarissa Pinkola Estés, "Mujeres que corren con los lobos" ("Cantando sobre los huesos")

El poder de los cuentos

Los cuentos son una medicina. Me sentí fascinada por ellos desde que escuché el primero. Tienen un poder extraordinario; no exigen que hagamos, seamos o pongamos en práctica algo: basta con que escuchemos. Los cuentos contienen los remedios para reparar o recuperar cualquier pulsión perdida. Los cuentos engendran emociones, tristeza, preguntas, anhelos y comprensiones que hacen aflorar espontáneamente a la superficie el arquetipo, en este caso, la Mujer Salvaje.

Los cuentos están repletos de instrucciones que nos guían en medio de las complejidades de la vida. Los cuentos nos permiten comprender la necesidad de recobrar un arquetipo sumergido y los medios para hacerlo.

Clarissa Pinkola Estés, "Mujeres que corren con los lobos" ("Cantando sobre los huesos")

sábado, 21 de julio de 2012

¿Qué es la Mujer Salvaje?

Por consiguiente, ¿qué es la Mujer Salvaje? Desde el punto de vista de la psicología arquetípica y también de las antiguas tradiciones, ella es el alma femenina. Pero es algo más; es el origen de lo femenino. Es todo lo que pertenece al instinto, a los mundos visibles y ocultos... es la base. Todas recibimos de ella una resplandeciente célula que contiene todos los instintos y los saberes necesarios para nuestras vidas.

"... Es la fuerza Vida/Muerte/Vida, es la incubadora. Es la intuición, es la visionaria, la que sabe escuchar, es el corazón leal. Anima a los seres humanos a ser multilingües; a hablar con fluidez los idiomas de los sueños, la pasión y la poesía. Habla en susurros desde los sueños nocturnos, deja en el territorio del alma de una mujer un áspero pelaje y unas huellas llenas de barro. Y ello hace que las mujeres ansíen encontrarla, liberarla y amarla.

"Es todo un conjunto de ideas, sentimientos, impulsos y recuerdos. Ha estado perdida y medio olvidada durante muchísimo tiempo. Es la fuente, la luz, la noche, la oscuridad, el amanecer. Es el olor del buen barro y la pata trasera de la raposa. Los pájaros que nos cuentan los secretos le pertenecen. Es la voz que dice: "Por aquí, por aquí."

"Es la que protesta a voces contra la injusticia. Es la que gira como una inmensa rueda. Es la hacedora de ciclos. Es aquella por cuya búsqueda dejamos nuestro hogar. Es el hogar al que regresamos. Es la lodosa raíz de todas las mujeres. Es todas las cosas que nos inducen a seguir adelante cuando pensamos que estamos acabadas. Es la incubadora de las pequeñas ideas sin pulir y de los pactos. Es la mente que nos piensa; nosotras somos los pensamientos que ella piensa.

"¿Dónde está? ¿Dónde la sientes, dónde la encuentras? Camina por los desiertos, los bosques, los océanos, las ciudades, los barrios y los castillos. Vive entre las reinas y las campesinas, en la habitación de la casa de huéspedes, en la fábrica, en la cárcel, en las montañas de la soledad. Vive en el gueto, en la universidad y en las calles. Nos deja sus huellas para que pongamos los pies en ellas. Deja huellas dondequiera que haya una mujer que es tierra fértil.

"¿Dónde vive? En el fondo del pozo, en las fuentes, en el éter anterior al tiempo. Vive en la lágrima y en el océano, en la savia de los árboles. Pertenece al futuro y al principio del tiempo. Vive en el pasado y nosotras la llamamos. Está en el presente y se sienta a nuestra mesa, está detrás de nosotras cuando hacemos cola y conduce por delante de nosotras en la carretera. Está en el futuro y retrocede en el tiempo para encontrarnos.

"Vive en el verdor que asoma a través de la nieve, vive en los crujientes tallos del moribundo maíz de otoño, vive donde vienen los muertos a por un beso y en el lugar al que los vivos envían sus oraciones. Vive en donde se crea el lenguaje. Vive en la poesía, la percusión y el canto. Vive en las negras y en las apoyaturas y también en una cantata, en una sextina y en el blues. Es el momento que precede al estallido de la inspiración. Vive en un lejano lugar que se abre paso hasta nuestro mundo.

"La gente podría pedir una demostración o una prueba de su existencia. Pero lo que pide esencialmente es una prueba de la existencia de la psique. Y, puesto que nosotras somos la psique, también somos la prueba. Todas y cada una de nosotras somos la prueba no sólo de la existencia de la Mujer Salvaje sino también de su condición en la comunidad. Nosotras somos la prueba de este inefable numen femenino. Nuestra existencia es paralela a la suya.

"Las experiencias que nosotras tenernos de ella, dentro y fuera, son las pruebas. Nuestros miles de millones de encuentros intrapsíquicos con ella a través de nuestros sueños nocturnos y nuestros pensamientos diurnos, a través de nuestros anhelos y nuestras inspiraciones, nos lo demuestran. El hecho de que nos sintamos desoladas en su ausencia y que la echemos de menos y anhelemos su presencia cuando estamos separadas de ella es una manifestación de que ella ha pasado por aquí..."

Clarissa Pinkola Estés, "Mujeres que corren con los lobos" ("Cantando sobre los huesos")

Unirse a la naturaleza instintiva

Unirse a la naturaleza instintiva no significa deshacerse, cambiarlo todo de derecha a izquierda, del blanco al negro, trasladarse del este al oeste, comportarse como una loca o sin control. No significa perder las relaciones propias de una vida en sociedad o convertirse en un ser menos humano. Significa justo lo contrario, ya que la naturaleza salvaje posee una enorme integridad.

Significa establecer un territorio, encontrar la propia manada, estar en el propio cuerpo con certeza y orgullo, cualesquiera que sean los dones y las limitaciones físicas, hablar y actuar en nombre propio, ser conciente y estar en guardia, echar mano de las innatas facultades femeninas de la intuición y la percepción, recuperar los propios ciclos, descubrir qué lugar le corresponde a una, levantarse con dignidad y conservar la mayor conciencia posible.

El arquetipo de la Mujer Salvaje y todo lo que ésta representa es la patrona de todos los Pintores, escritores, escultores, bailarines, pensadores, inventores de plegarias, buscadores, descubridores, pues todos ellos se dedican a la tarea de la invención y ésta es la principal ocupación de la naturaleza instintiva. Como todo arte, reside en las entrañas, no en la cabeza. Puede rastrear y correr, convocar y repeler. Puede percibir, camuflarse y amar profundamente. Es intuitiva, típica y respetuosa con las normas. Es absolutamente esencial para la salud mental y espiritual de las mujeres.

Clarissa Pinkola Estés, "Mujeres que corren con los lobos" ("Cantando sobre los huesos")

jueves, 19 de julio de 2012

Ruptura con la fuerza salvaje de la psique

¿Cuáles son algunos de los síntomas emocionales de una ruptura de la relación con la fuerza salvaje de la psique? Sentir, pensar o actuar crónicamente de alguna de las maneras que a continuación se describen es haber cortado parcialmente o haber perdido por entero la relación con la psique instintiva más profunda. Utilizando un lenguaje exclusivamente femenino, dichos síntomas son: sentirse extremadamente seca, fatigada, frágil, deprimida, confusa, amordazada,  abozalada, apática hasta el extremo. Sentirse asustada, lisiada o débil, falta de inspiración, animación, espiritualidad o significado, avergonzada, crónicamente irritada, voluble, atascada, carente de creatividad, comprimida, enloquecida.

Sentirse impotente, crónicamente dubitativa, temblorosa, bloqueada, e incapaz de seguir adelante, ceder la propia vida creativa a los demás, hacer elecciones que desgastan la vida al margen de los propios ciclos, sobreproteger el yo, sentirse inerte, insegura, vacilante e incapaz de controlar el propio ritmo o de imponerse límites. No empeñarse en seguir el propio ritmo, sentirse cohibida, lejos del propio Dios o de los propios dioses, estar separada de la propia revivificación, arrastrada hacia la domesticidad, el intelectualismo, el trabajo o la inercia por ser éste el lugar más seguro para alguien que ha perdido sus instintos.

Temor a aventurarse en solitario o revelarse, temor a buscar un mentor, una madre 0 un padre, temor a presentar un trabajo hasta que no se ha conseguido la perfección absoluta, temor a emprender un viaje, temor a interesarse por otro 0 por otros, temor a seguir adelante, huir o venirse abajo, rebajarse ante la autoridad, perder la energía en presencia de proyectos creativos, sentir encogimiento, humillación, angustia, entumecimiento, ansiedad.

Temor a reaccionar con agresividad cuando ya no queda nada más que hacer; temer probar cosas nuevas, enfrentarse con desafíos, hablar claro, oponerse; sentir náuseas, mareos, acidez estomacal, sentirse como cortada por la mitad o asfixiada; mostrarse conciliadora o excesivamente amable, vengarse.

Temor a detenerse o a actuar, contar repetidamente hasta tres sin decidirse a empezar, tener complejo de superioridad, ambivalencia y, sin embargo, estar totalmente capacitada para obrar a pleno rendimiento. Estas rupturas no son una enfermedad de una era o un siglo sino que se convierten en una epidemia en cualquier lugar y momento en que las mujeres estén cautivas, en todas las ocasiones en que la naturaleza salvaje haya caído en una trampa.

Clarissa Pinkola Estés, "Mujeres que corren con los lobos" "Cantando sobre los huesos")

miércoles, 18 de julio de 2012

La comprensión de la naturaleza de la Mujer Salvaje

La comprensión de la naturaleza de esta Mujer Salvaje no es una religión sino una práctica. Es una psicología en su sentido más auténtico: psukhèlpsych, alma; ology o logos, conocimiento del alma. Sin ella, las mujeres carecen de oídos para entender el habla del alma o percibir el sonido de sus propios ritmos internos. Sin ella, una oscura mano cierra los ojos interiores de las mujeres y buena parte de sus jornadas transcurre en un tedio semiparalizador o en vanas quimeras. Sin ella, las mujeres pierden la seguridad de su equilibrio espiritual. Sin ella, olvidan por qué razón están aquí, se agarran cuando sería mejor que se soltaran. Sin ella, toman demasiado o demasiado poco o nada en absoluto. Sin ella se quedan mudas cuando, en realidad, están ardiendo. Ella es la reguladora, el corazón espiritual, idéntico al corazón humano que regula el cuerpo físico.

Cuando perdemos el contacto con la psique instintiva, vivimos en un estado próximo a la destrucción, y las imágenes y facultades propias de lo femenino
no se pueden desarrollar plenamente. Cuando una mujer se aparta de su fuente básica, queda esterilizada, pierde sus instintos y sus ciclos vitales naturales y
éstos son subsumidos por la cultura o por el intelecto o el ego, ya sea el propio o el de los demás.

La Mujer Salvaje es la salud de todas las mujeres. Sin ella, la psicología femenina carece de sentido. La mujer salvaje es la mujer prototípica; cualquiera que sea la cultura, cualquiera que sea la época, cualquiera que sea la política, ella no cambia. Cambian sus ciclos, cambian sus representaciones simbólicas, pero en esencia ella no cambia. Es lo que es y ella es un todo. Se canaliza a través de las mujeres. Si éstas están aplastadas, ella las empuja hacia arriba. Si las mujeres son libres, ella también lo es. Afortunadamente, cuantas veces la hacen retroceder, ella vuelve a saltar hacia delante. Por mucho que se la prohíba, reprima, constriña, diluya, torture, hostigue y se la tache de insegura, peligrosa, loca y otros epítetos, ella vuelve a aflorar en las mujeres, de tal manera que hasta la mujer más reposada y la más comedida guarda un lugar secreto para ella. Hasta la mujer más reprimida tiene una vida secreta con pensamientos y sentimientos secretos lujuriosos y salvajes, es decir, naturales. Hasta la mujer más cautiva conserva el lugar de su yo salvaje, pues sabe instintivamente que algún día habrá un resquicio, una abertura, una ocasión y ella la aprovechará para huir.

Clarissa Pinkola Estés, "Mujeres que corren con los lobos" ("Cantando sobre los huesos")

martes, 17 de julio de 2012

Reencuentro con la Mujer Salvaje

Si las mujeres la han perdido, cuando la vuelvan a encontrar, pugnarán por conservarla para siempre. Una vez que la hayan recuperado, lucharán con todas sus fuerzas para conservarla, pues con ella florece su vida creativa; sus relaciones adquieren significado, profundidad y salud; sus ciclos sexuales, creativos, laborales y lúdicos se restablecen; ya no son el blanco de las depredaciones de los demás, y tienen el mismo derecho a crecer y prosperar según las leyes de la naturaleza. Ahora su cansancio—del—final—de—la—jornada procede de un trabajo y un esfuerzo satisfactorios, no del hecho de haber estado encerradas en un esquema mental, una tarea o una relación excesivamente restringidos. Saben instintivamente cuándo tienen que morir las cosas y cuándo tienen que vivir; saben cómo alejarse y cómo quedarse.

Cuando las mujeres reafirman su relación con la naturaleza salvaje, adquieren una observadora interna permanente, una conocedora, una visionaria, un oráculo, una inspiradora, un ser intuitivo, una hacedora, una creadora, una inventora y una oyente que sugiere y suscita una vida vibrante en los mundos interior y exterior. Cuando las mujeres están próximas a esta naturaleza, dicha relación resplandece a través de ellas. Esa maestra, madre y mentora salvaje sustenta, contra viento y marea, la vida interior y exterior de las mujeres.

Por consiguiente, aquí la palabra "salvaje" no se utiliza en su sentido peyorativo moderno con el significado de falto de control sino en su sentido original
que significa vivir una existencia natural, en la que la criatura posee una integridad innata y unos límites saludables. Las palabras "mujer" y "salvaje" hacen que las mujeres recuerden quiénes son y qué es lo que se proponen. Personifican la fuerza que sostiene a todas las mujeres.


Clarissa Pinkola Estés, "Mujeres que corren con los lobos" ("Cantando sobre los huesos")

lunes, 16 de julio de 2012

Tocar a la Puerta por la Mujer Salvaje




La llamo la Mujer Salvaje porque estas dos palabras en concreto, "mujer" y "salvaje", son las que crean el llamar o tocar a la puerta, la mágica llamada a la puerta de la profunda psique femenina. Llamar o tocar a la puerta significa literalmente tañer el instrumento del nombre para hacer que se abra una puerta.
Significa utilizar unas palabras que dan lugar a la abertura de un pasadizo. Cualquiera que sea la cultura que haya influido en una mujer, ésta comprende intuitivamente las palabras "mujer" y "salvaje". 

Cuando las mujeres oyen esas palabras, despierta y renace en ellas un recuerdo antiquísimo. Es el recuerdo de nuestro absoluto, innegable e irrevocable parentesco con el femenino salvaje, una relación que puede haberse convertido en fantasmagórica como consecuencia del olvido, haber sido enterrada por un exceso de domesticación y proscrita por la cultura circundante, o incluso haberse vuelto ininteligible. Puede que hayamos olvidado los nombres de la Mujer Salvaje, puede que ya no contestemos cuando ella nos llama por los nuestros, pero en lo más hondo de nuestro ser la conocemos, ansiamos acercarnos a ella; sabemos que nos pertenece y que nosotras le pertenecemos.

Nacimos precisamente de esta fundamental, elemental y esencial relación y de ella derivamos también en esencia. El arquetipo de la Mujer Salvaje envuelve el ser alfa matrilíneo. Hay veces en que la percibimos, aunque sólo de manera fugaz, y entonces experimentamos el ardiente deseo de seguir adelante. Algunas mujeres perciben este vivificante "sabor de lo salvaje" durante el embarazo, durante la lactancia de los hijos, durante el milagro del cambio que en ellas se opera cuando crían a un hijo o cuando cuidan una relación amorosa con el mismo esmero con que se cuida un amado jardín.

La existencia de la Mujer Salvaje también se percibe a través de la visión; a través de la contemplación de la sublime belleza. Yo la he percibido contemplando
lo que en los bosques llamamos una puesta de sol "de Jesús Dios". La he sentido en mi interior viendo venir a los pescadores del lago en el crepúsculo con las
linternas encendidas y, asimismo, contemplando los dedos de los pies de mi hijo recién nacido, alineados como una hilera de maíz dulce. La vemos donde la vemos, o sea, en todas partes.

Viene también a nosotras a través del sonido; a través de la música que hace vibrar el esternón y emociona el corazón; viene a través del tambor, del silbido,
de la llamada y del grito. Viene a través de la palabra escrita y hablada; a veces, una palabra, una frase, un poema o un relato es tan sonoro y tan acertado
que nos induce a recordar, por lo menos durante un instante, de qué materia estamos hechas realmente y dónde está nuestro verdadero hogar.

Clarissa Pinkola Estés, "Mujeres que corren con los lobos" ("Cantando sobre los huesos")

Cantando sobre los huesos II


Aunque entonces no la llamaba con este nombre, mi amor por la Mujer Salvaje nació cuando era una niña. Más que una atleta, yo era una esteta y mi único deseo era ser una caminante extasiada. En lugar de las sillas y las mesas, prefería la tierra, los árboles y las cuevas, pues sentía que en aquellos lugares podía apoyarme contra la mejilla de Dios. 

El río siempre pedía que lo visitaran después del anochecer, los campos ne-cesitaban que alguien los recorriera para poder expresarse en susurros. Las hogueras necesitaban que las encendieran de noche en el bosque y las historias necesitaban que las contaran fuera del alcance del oído de los mayores. 

Tuve la suerte de criarme en medio de la Naturaleza. Allí los rayos me en-señaron lo que era la muerte repentina y la evanescencia de la vida. Las crías de los ratones me enseñaron que la muerte se mitigaba con la nueva vida. Cuando desenterré unos "abalorios indios", es decir, fósiles sepultados en la greda, com-prendí que la presencia de los seres humanos se remontaba a muchísimo tiempo atrás. Aprendí el sagrado arte del adorno personal engalanándome la cabeza con mariposas, utilizando las luciérnagas como alhajas nocturnas y las ranas verde esmeralda como pulseras. 

Una madre loba mató a uno de sus cachorros mortalmente herido; así me enseñó la dura compasión y la necesidad de permitir que la muerte llegue a los moribundos. Las peludas orugas que caían de las ramas y volvían a subir con esfuerzo me enseñaron la virtud de la perseverancia, y su cosquilleo sobre mi brazo me enseñó cómo cobra vida la piel. El hecho de trepar a las copas de los árboles me reveló la sensación que el sexo me haría experimentar más adelante. 


Clarissa Pinkola Estés en "Mujeres que corren con los lobos", (Introducción: Cantando sobre los huesos). 

Ajedrez

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Ajedrez
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I
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En su grave rincón, los jugadores
Rigen las lentas piezas. El tablero Los demora hasta el alba en su severo Ambito en que se odian dos colores.
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Adentro irradian mágicos rigores
Las formas: torre homérica, ligero Caballo, armada reina, rey postrero, Oblicuo alfil y peones agresores.
.
Cuando los jugadores se hayan ido, Cuando el tiempo los haya consumido, Ciertamente no habrá cesado el rito.
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En el Oriente se encendió esta guerra Cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.
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II
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Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada Reina, torre directa y peón ladino Sobre lo negro y blanco del camino Buscan y libran su batalla armada

No saben que la mano señalada
Del jugador gobierna su destino,
No saben que un rigor adamantino
Sujeta su albedrío y su jornada.
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También el jugador es prisionero
(La sentencia es de Omar) de otro tablero De negras noches y de blancos días.
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Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza De polvo y tiempo y sueño y agonías?

domingo, 15 de julio de 2012

Cantando sobre los huesos I


Los lobos sanos y las mujeres sanas comparten ciertas características psíquicas: una aguda percepción, un espíritu lúdico y una  elevada capacidad de afecto. Los lobos y las mujeres son sociables e inquisitivos por naturaleza y están dotados de una gran fuerza y resistencia. Son también extremadamente intuitivos y se preocupan con fervor por sus vástagos, sus parejas y su manada. Son expertos en el arte de adaptarse a las circunstancias siempre cambiantes y son fieramente leales y valientes. 


Y, sin embargo, ambos han sido perseguidos, hostigados y falsamente acusados de ser voraces, taimados y demasiado agresivos y de valer menos que sus detractores. Han sido el blanco de aquellos que no sólo quisieran limpiar la selva sino también el territorio salvaje de la psique, sofocando lo instintivo hasta el punto de no dejar ni rastro de él. La depredación que ejercen sobre los lobos y las mujeres aquellos que no los comprenden es sorprendentemente similar.


Clarissa Pinkola Estés en "Mujeres que corren con los lobos", (Introducción: Cantando sobre los huesos). 

viernes, 6 de julio de 2012

El hallazgo de la manada

A veces a la Mujer Salvaje la Vida le falla desde el principio.

Muchas Mujeres son hijas de unos progenitores que en su infancia las estudiaban, preguntándose cómo era posible que aquella pequeña intrusa hubiera conseguido introducirse en la familia.

Otros progenitores se pasaban el rato con los ojos en blanco sin prestar la menor atención a su hija o bien la maltrataban o la miraban con frialdad.

Las Mujeres que han pasado por esta experiencia tienen que animarse.

Se han vengado siendo, sin culpa por su parte, un engorro al que sus padres han tenido que criar y una  espina clavada permanentemente en sus costados. Y hasta es muy posible que hoy en día sean capaces de causarles un profundo temor cuando llaman a su puerta.

No está del todo mal como justo castigo infligido por el inocente.

Hay que dedicar menos tiempo a pensar en lo que ellos no dieron.Y más tiempo a buscar a las personas que nos corresponden.

Es muy posible que una persona no pertenezca en absoluto a su familia biológica.

Es muy posible que, desde un punto de vista genético, pertenezca a su familia, pero por temperamento se incorpore a otro grupo de personas.

También cabe la posibilidad de que alguien pertenezca aparentemente a su familia, pero su alma se escape de un salto, corra calle abajo y sea glotonamente feliz zampándosepastelillos espirituales en otro sitio…

"Mujeres que corren con lobos"- Clarissa Pínkola Estés.
Capitulo 6.- El Hallazgo de la Manada