viernes, 20 de febrero de 2015

La maestra más venerada

"A decir verdad, Hipatia sólo establece los más altos requisitos en materia de purificación anímica mediante la práctica de las virtudes morales para sí misma. Su sofrosine se manifiesta en completa continencia sexual, en su famosa virtud de castidad que, sin duda alguna, refuerza la reputación de santidad difundida por sus discípulos. Hipatia conserva la virginidad hasta el final de sus días, siempre se comporta con moderación, practica el ascetismo en la vida cotidiana (llevando, por ejemplo, la capa de los filósofos), y mantiene compostura y decencia en todas las situaciones [120] . Su motivación en este aspecto no es únicamente la preocupación por su propia existencia sino, sobre todo, por sus alumnos, a los que desea demostrar con el ejemplo que el místico logra la libertad humillándose ante Dios y fundiéndose con él, y no mediante la satisfacción de necesidades naturales.

Además de enseñar ontología y ética, Hipatia imparte matemáticas y astronomía. Sinesio recuerda esas clases con la misma admiración y respeto que expresa por las consagradas a la filosofía pura. En este círculo las matemáticas no son más que otro instrumento, muy importante, para adquirir conocimientos metafísicos. Sus verdades dirigen a los estudiantes a una esfera epistemológica más elevada, los prepara para las generalizaciones, les abre los ojos a la realidad ideal. La asignatura se llama «geometría divina», y sus principios «sagrados», recordemos, se aplican al logro de amistosas relaciones recíprocas (Ep . 93).

De todas las ciencias matemáticas auxiliares del conocimiento metafísico, Hipatia coloca la astronomía en el lugar más alto. En Ad Paeonium de dono , Sinesio repite su opinión de que «la astronomía es por sí misma una forma divina de conocimiento». Hipatia anima además a Sinesio a construir un astrolabio, un instrumento para observar y examinar cuerpos celestes. «La maestra más venerada» sabe que el estudio de la astronomía abrirá la mente de sus alumnos a una esfera más allá de la cual sólo queda espacio para las experiencias místicas: «La considero una ciencia que abre el camino a la inefable teología» [121] . De esa manera los «ritos sagrados de la filosofía» se harán accesibles a quienes buscan la sabiduría tradicional así como a quienes estudian los principios de las matemáticas, la geometría y la astronomía: «Y [la astronomía] procede a sus demostraciones de manera clara y precisa, haciendo uso de la aritmética y de la geometría como auxiliares; se trata de disciplinas a las que se puede llamar propiamente una medida fija de la verdad».

La estima que Hipatia siente por la astronomía y las matemáticas está confirmada por su activo interés científico en esos temas. No se conservan títulos de sus obras filosóficas, pero pervive información sobre sus escritos matemáticos y astronómicos. Sus títulos nos permiten reconstruir los temas de sus clases [122] . Presenta los principios de geometría a partir de Apolonio de Pérgamo y Euclides, por quien su padre se interesaba mucho. Para sus clases de aritmética Hipatia utiliza el manual de Diofante de Alejandría, el eminente algebrista de los primeros tiempos del Imperio. También recurre a Tolomeo como autoridad indispensable para la explicación de las verdades matemáticas, así como para su curso de astronomía. Numerosas indicaciones muestran que Tolomeo es objeto de especial veneración en el hogar de Teón, que alberga comentarios a sus obras escritos tanto por el padre como por la hija, así como los elogios poéticos en su honor incluidos en el De dono de Sinesio y conservados con el nombre de Teón."

Fragmento de "Hipatia de Alejandría" de Maria Dzielska

Los cuerpos son son imágenes, huellas, sombras ...

" Durante sus clases Hipatia se esfuerza mucho por hablar del «ojo oculto en nuestro interior» con el fin de lograr que sus alumnos apliquen los conocimientos adquiridos. Dado que el joven, pese a ser alumno suyo, muestra una completa ignorancia, lo viola psicológicamente (mientras que Sócrates sólo se burla de la estupidez de Alcibíades) para hacerle ver que la belleza no se puede identificar con un objeto concreto (en este caso el cuerpo de Hipatia) [114] . Su percepción de Eros es cercana a la de Plotino: «Cuando un hombre ve la belleza en los cuerpos no debe correr tras ellos; debemos saber que son imágenes, huellas, sombras y apresurarnos en busca de aquello que representan. Porque si un hombre corre hacia la imagen y quiere capturarla como si fuera la realidad […], entonces se apega a los cuerpos hermosos y no quiere separarse de ellos […], se hunde en las más oscuras profundidades donde el intelecto no se deleita, y permanece ciego en el Hades, conviviendo con sombras tanto allí como aquí» [115] ."

Fragmento de "Hipatia de Alejandría" de Maria Dzielska

«Esto es lo que amas en realidad, jovencito, y no la belleza por sí misma»

" La sabiduría que ordena al ser humano que reconozca y entienda sólo las cosas divinas y lo empuja a buscar lo indefinible y misterioso también lo eleva por encima de la perfección corporal. La elevación del ser humano más allá de su cuerpo significa que en su búsqueda de Dios queda libre de afectos, vive en armonía consigo mismo, indiferente a las cosas del mundo. En consecuencia, el camino por el que Hipatia conduce a sus discípulos hacia lo que ellos llaman «la unión con lo divino» requiere un gran esfuerzo cognitivo y también la perfección ética. La sabiduría por sí sola no es suficiente. Hipatia les enseña que para alcanzar esta visión interior, situada en los límites del conocimiento, que reconoce sólo la belleza, deben ser hermosos ellos; tienen que ser perfectos. Nuestras fuentes revelan que no duda en aplicar rigurosas medidas pedagógicas a los alumnos que no quieren entender esta verdad básica.

Damascio nos habla de una ocasión así. Relata un suceso procedente de la escuela de Hipatia, que posiblemente incluye las palabras mismas de la maestra; si es así, este fragmento representa algo extraordinariamente poco común. Según la información de Damascio, uno de los alumnos de Hipatia se enamora de ella. Incapaz de controlar sus sentimientos, el joven confiesa su amor. Hipatia resuelve castigarlo y encuentra un método eficaz para alejarlo. Como símbolo de la materialidad del cuerpo femenino le muestra su paño higiénico, haciéndole el reproche siguiente: «Esto es lo que amas en realidad, jovencito, y no la belleza por sí misma» [110] .

Damascio relata otra versión del incidente, según la cual se dice que Hipatia domina la pasión del joven mediante la música [111] . Pero el mismo Damascio la considera «sin fundamento» y es probable que tenga razón; cabe que se ofreciera sin más propósito que suavizar la fealdad del suceso real. Cameron está en lo cierto cuando afirma que esta otra versión arroja una luz más favorable sobre Hipatia, pero se equivoca cuando mantiene que concuerda mejor con sus convicciones platónicas [112] . La versión más cruda es de hecho profundamente platónica y nos ofrece la verdadera personalidad de esta mujer. Muestra la repugnancia de Hipatia hacia el cuerpo humano y la sensualidad. Sin duda no está dotada de una personalidad tentadora, placentera o comprensiva. Esas cualidades no cuadran con ella. Lo que se puede decir de Hipatia —como lo hacen las fuentes— es que está dotada de una fuerza de carácter poco común así como de fortaleza ética."

Fragmento de "Hipatia de Alejandría" de Maria Dzielska

Vivir la vida de acuerdo con la razón es la meta de los seres humanos

" La «auténtica guía» que preside los misterios de la filosofía ordena a sus discípulos que sigan las enseñanzas de Platón y que por medio de un enérgico esfuerzo de la inteligencia y el corazón descubran en su fuero interno «el ojo enterrado dentro de nosotros» (Ep . 137) [106] . Este «ojo intelectual», este «hijo luminoso de la razón» (Ep . 139; Dion 9) escondido en lo más profundo de nosotros en espera de ser liberado, hace de cada individuo un portador del mundo trascendental, y lo capacita para romper las cadenas de la materia.

En este esfuerzo común para descubrir los recursos naturales de la divinidad humana, Hipatia advierte probablemente a sus alumnos que presten atención a las palabras de Plotino en su lecho de muerte. Sinesio las cita al escribir a su amigo Herculiano: «Alza lo que hay de divino en tu interior hasta el primogénito divino» (Ep . 139) [107] .

La chispa de sabiduría encendida por el «guía divino», «esa chispa escondida que ama ocultarse», se convierte en una gran llama de conocimiento (Ep . 139), concluyendo así el viaje del alma que Plotino denominaba anagoge , la ascensión hacia el cielo, hacia la divinidad [108] . La meta del filosofar se ha alcanzado; el espíritu se halla en un estado de revelación, contemplación, theoria (Ep. 140; Dion 6-9) [109] .

Esta es la experiencia consumada, incontrovertible, porque toca el ser primero, la verdadera realidad, la causa original de la realidad temporal. Se trata, efectivamente, del aspecto más importante de la vida humana: «Darse enteramente a las cosas superiores y por completo a la contemplación de la Realidad y del origen de las cosas mortales» (Ep . 140).

La vida de la persona que experimenta este evento único da un giro radical (Ep . 143), alcanza la «vida verdadera» (Ep . 137) tan buscada por todos los filósofos. De ahora en adelante esta vida verdadera estará siempre subordinada a la razón, a utilizar los instrumentos cognitivos para buscar primero la sabiduría eterna, más adelante para someterse al éxtasis que eleva a otra dimensión de la existencia y a la fusión directa con el Uno. La felicidad de unirse con este Ser, al que Sinesio gusta de llamar «primogénito divino», es tan intensa que todos los alumnos de Hipatia quieren que ese estado se prolongue lo más posible: «Desearía que ser siempre elevados hacia la contemplación fuese una propiedad de nuestra naturaleza» ( Dion 8).

El espíritu, inclinado hacia la luz, contempla la Belleza y la Bondad últimas, y no la belleza y la bondad artificiosas, cambiantes y efímeras que el ser humano halla en el orden material de la existencia. Pero alcanzar esa elevación del espíritu de acuerdo con las enseñanzas de Platón depende del desarrollo de las potencias cognitivas a lo largo de la vida. «Vivir la vida de acuerdo con la razón es la meta de los seres humanos. Busquemos esa vida; pidamos a Dios la divina sabiduría» (Ep . 137).

La meta y el sentido de la filosofía entendida como «la más inefable de las cosas inefables» se hace inteligible para los alumnos de Hipatia iniciados en sus ritos. Lo que hasta entonces ha sido para ellos inefable queda desentrañado.

Las enseñanzas de Hipatia sobre la búsqueda del «misterio del ser» no caen en saco roto para Sinesio. A lo largo de su vida busca la contemplación, y sus obras más logradas —los Himnos — son una confirmación rotunda de esa búsqueda. Agobiado por sus deberes episcopales, siempre vuelve los ojos a su juventud, llena de estudio y de contemplación, como un periodo extraordinariamente feliz: «Yo, que dediqué mi juventud al ocio filosófico y a la contemplación del ser abstracto» (Ep . 11). En momentos llenos de responsabilidades eclesiásticas no duda en afirmar que es precisamente la teoría lo que considera ha de ser la finalidad de su sacerdocio: «La contemplación es el fin y la meta del sacerdocio» (Ep . 41)."

Fragmento de "Hipatia de Alejandría" de Maria Dzielska

Hipatia, la última gran científica de la Antigüedad

" El mismo relato y las mismas acusaciones persisten en la actualidad en estudios históricos sobre Hipatia, en distintas clases de diccionarios y enciclopedias, en historias de las matemáticas, y en obras que se ocupan de las aportaciones de las mujeres a la historia de la ciencia y la filosofía. Así, el Dictionary of Scientific Biography (1972) presenta a Hipatia como «la primera mujer de la historia que dio clases y escribió obras críticas sobre las matemáticas más avanzadas de su época».

A. W. Richeson, al escribir sobre «la famosa matemática y filósofa Hipatia», afirma que a partir de su muerte «no contamos con otra matemática de importancia hasta finales de la Edad Media» [47] . De manera similar, R. Jacobacci afirma que «con su desaparición no hubo otra matemática de importancia hasta el siglo XVIII » [48] .

M. Alie describe a Hipatia como la científica más eminente antes de Marie Curie [49] . B. L. van der Waerden insiste en la apreciación de que la ciencia alejandrina desaparece al morir ella: «Hipatia, una mujer muy sabia, heroína de románticas historias atroces. Era bella, elocuente, encantadora, escribió doctos comentarios sobre Diofante y Apolonio… Después de Hipatia, las matemáticas alejandrinas llegaron a su fin» [50] .

En la actualidad Hipatia ha sido incorporada a la historia política, social y cultural de Africa. B. Lumpkin da por sentado que Hipatia, «uno de los genios universales de la Antigüedad», «la última gran científica de la Antigüedad» y «algebrista, mártir de la ciencia», tiene que ser africana, no griega, debido a su manera de conducirse: sus apariciones en lugares públicos, la libertad de su comportamiento y de su verbo [51] .

Y M . Bernal, cuando escribe sobre las fuentes afroasiáticas de la civilización, afirma: «Veinticinco años más tarde [de la destrucción del templo de Serapis] Hipatia, la brillante y hermosa filósofa y matemática, fue horriblemente asesinada en la misma ciudad por un grupo de monjes instigados por san Cirilo. Estos dos actos de violencia señalan el final del paganismo egipcio y el principio de la Alta Edad Media cristiana» [52] .

Fragmento de "Hipatia de Alejandría" de Maria Dzielska

Fin de una época donde se aprecia a las mujeres por su inteligencia

" Las últimas novedades en la leyenda de Hipatia están ligadas a su atractivo para las feministas. Dos publicaciones académicas feministas llevan su nombre: Hypatia: Feminist Studies , que se publica en Atenas desde 1984, e Hypatia: A Journal of Feminist Philosophy , publicada por la Universidad de Indiana desde 1986. En 1989 esta última ofreció un intenso retrato en prosa poética de la vida y muerte de Hipatia vista a través de los ojos de la poetisa y novelista feminista Ursula Molinaro [27] .

En la introducción a ese texto se reitera un tema tratado anteriormente por Cario Pascal: «El asesinato precedido de tortura de la célebre filósofa Hipatia, a manos de una turba de cristianos de Alejandría en el 415 d. C. , señala el fin de una época en la que todavía se aprecia a las mujeres por su inteligencia»."

Fragmento de "Hipatia de Alejandría" de Maria Dzielska