jueves, 23 de diciembre de 2010

El gringo que entendió a México V


En 1948, la revista Foreign Affairs publicó un nuevo ensayo suyo: "Personal government in Mexico". Por una parte, trataba de explicar el extraño fenómeno de la concentración de poder en las manos de una persona: "En México, el gobierno es el presidente. No hay otra manera de expresarlo." Sensible a la presencia del pasado, Tannenbaum explicaba que el presidente en México representaba el papel de un gran padre. De allí desprendió un párrafo memorable sobre la antigua cultura política (indígena y española) que subyacía al poder presidencial (tutelar, paternal, absoluto) en México:

 

"[El gobierno] al igual que todo padre, debe mandar en forma personal, detallada, sin delegar su autoridad, so pena de perderla. Hombres grandes y pequeños esperarán sentados en la antesala para obtener audiencia sobre algún mínimo detalle que cualquier empleado podría haber resuelto. Pero el empleado es apenas una insignificante sombra de lo que es el gran padre, y lo mismo sucede con el miembro del gabinete. La personalidad del presidente debe estar presente en cualquier transacción entre la gente del campo y su gobierno, por poco importante que ésa sea; el tiempo no tiene ningún significado. Podrían pasar años antes de conseguir la audiencia, así como para conseguir que el dictamen venga de la única fuente de autoridad que es no sólo política, sino moral. Aquí es donde la administración se inutiliza. Como buen padre, el presidente no puede decir "no", y si lo hace, ese "no" no es terminante. Sin duda el corazón del padre puede ablandarse, su bondad puede renacer, sus verdaderas virtudes como padre pueden influir en los problemas que se presentan. Estos asuntos son tan pequeños, tan insignificantes, y el presidente es tan grande y todopoderoso, que únicamente los malos consejeros impiden que él pueda impartir la justicia que pide su pueblo, y si se la niega, entonces no es un verdadero padre, no es un verdadero líder, gobierna arbitrariamente y sin autoridad moral. Es un padrastro, un tirano, un usurpador, un villano, o bien no tiene poder; es sólo un instrumento en manos de fuerzas enemigas y hostiles. Se vuelve necesario echarlo del poder. No existe alternativa entre el gobierno personal y la revolución. La ineficiencia, la corrupción, inclusive la crueldad, cuando son personales, son todas aceptables. Lo que no es aceptable es el gobierno frío, impersonal, eficiente. El cumplimiento no es importante; lo importante es la promesa. La gente siempre estará dispuesta a esperar mientras no se le haga a un lado."


Fragmento de El gringo que entendió a México
Frank Tannembaum citado en un ensayo de Enrique Krauze, tomado de la revista Letras Libres de Diciembre de 2010.

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