sábado, 12 de octubre de 2013

Surrealismo, Breton y el amor.

Desde su nacimiento el surrealismo se presento como un movimiento revolucionario. Bretón quiso unir lo privado y lo social, la rebelión de los sentidos y del corazón -encarnada en su idea del amor único- con la revolución social y política del comunismo. Fracaso y hay ecos de ese fracaso en las páginas de L'amour fon, uno de los pocos libros modernos que merece ser llamado eléctrico

Octavio Paz en "La llama doble"

El gen egoísta

" Somos máquinas de supervivencia, vehículos autómatas programados a ciegas con el fin de preservar las egoístas moléculas conocidas con el nombre de genes."

Richard Dawkins en "El gen egoísta"

sábado, 21 de septiembre de 2013

Visitación del Demonio de Guadalupe Amor

https://www.youtube.com/watch?v=OKsRSHFmFgc&feature=youtube_gdata_player

En mi noche ha venido el demonio celoso a visitarme,
su presencia he sentido, pero en vez de quemarme,
con su fuego ha logrado congelarme.

No puedo recordar el clima de la noche visitada
pero puedo jurar que mi mente nervada
ha servido al demonio de morada

En la noche me pierdo,
hoy mi noche no tiene convulsiones,
y con todo,
recuerdo las temibles uniones,
con el torvo creador de las pasiones.

Mas una cosa extraño, ¿cómo si pude resistir su ardor,
su infinito tamaño,
aún ignoro el color,
que tiene el enemigo abrasador?

¿Que tal vez el maligno en la forma de dios vino a turbarme,
y el fulgor de su signo consiguiendo cegarme,
impidió que pudiera cerciorarme?

¿Más podrá ser acaso del color de la noche en que lo miro,
un inmóvil ocaso, el vacío en que giro,
la hueca oscuridad en que deliro?

Pero puede ser rojo y tener la estructura de mis venas,
puede ser el arrojo, las ardientes cadenas,
las moradas de fuego siempre llenas.

¿y si fuese lo verde?,
la cobarde esperanza y el deseo,
lo que siempre se pierde ese cielo que veo,
y de tanto mirarlo en el no creo,

¡pero no, que locura!
el demonio no tiene estos colores
no es la negra tortura,
ni los rojos ardores,
ni tampoco los áridos verdores,

Intensamente pálido,
revestido de gris indiferencia,
cauteloso y escuálido,
sin fuerza ni violencia,
va derramando su plomiza esencia.

De mi noche despierto,
y el misterio por fin he descifrado,
su color es de muerto,
solo es polvo formado,
¡por mi pensante polvo desquiciado!

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Lo esencial de la lucha contra la discriminación

(...) lo esencial de la lucha contra la discriminación debería ser un equilibrio entre medidas legales para prohibir y castigar los actos concretos de discriminación y la aplicación de medidas compensatorias orientadas a resarcir a colectivos completos por los daños inmerecidos padecidos por el desprecio y el estigma sociales. Como ejemplo de lo primero se puede tipificar a los actos de discriminación como delitos o faltas administrativas, y como ejemplo de lo segundo se tienen que considerar como una obligación del Estado democrático, entre otras medidas, la procuración del acceso de las personas con discapacidad al mercado laboral o a los servicios de salud; la compensación y la promoción de las mujeres en los ámbito sanitario, educativo y laboral; la integración de los niños y niñas con discapacidad a las oportunidades del sistema educativo público, y la creación de oportunidades educativas y laborales especiales para los grupos etnoculturales tradicionalmente discriminados. Por ello, es necesario insistir en que no todo acto de desprecio es discriminación, y que la mejor ruta para atajar la discriminación es, más que la estrategia edificante, la del cambio de funcionamiento de las instituciones públicas y privadas, en las que las personas se socializan y desarrollan trayectorias vitales y profesionales, con el propósito de que se conviertan en mecanismos de cohesión social y no en reproductoras de la discriminación y la exclusión (...)

Fragmento de "Qué es la discriminación y cómo combatirla" de Jesús Rodríguez Zepeda. Cuadernos de la Igualdad de CONAPRED.

La lucha contra todas las formas de discriminación es una de las principales tareas de cualquier sociedad democrática.

(...)  Los derechos políticos, los derechos por antonomasia del sistema democrático, son con frecuencia limitados por las prácticas de discriminación y exclusión social. Por ello, la no discriminación es crucial para su ejercicio pleno.

La lucha contra todas las formas de discriminación es una de las principales tareas de cualquier sociedad democrática. Y es una de las tareas principales porque la discriminación es una forma específica de la desigualdad, que hace imposible el disfrute de derechos y oportunidades para un amplio conjunto de personas y grupos en la sociedad.

Una sociedad que discrimina y excluye no puede considerarse como una sociedad con una aceptable calidad democrática. La lucha contra la discriminación no puede ser ciega frente a las diferencias inmerecidas de condición y frente a la necesidad de compensar a quienes, por su pertenencia a un grupo vulnerable, sólo pueden hacerse valer en la vida social si disponen de algunas oportunidades especiales.

La lucha contra la discriminación significa, entonces, ampliar nuestra idea de igualdad para que a la igualdad frente a la ley agreguemos una igualdad real de oportunidades que nos permita instalarnos como sociedad en la ruta de la justicia para todos. Si en México a nuestros valiosos e irrenunciables logros en materia de democracia electoral no los acompañamos con la apertura de un nuevo sentido de la igualdad ciudadana y una nueva consideración sobre la relevancia de nuestros derechos, corremos el riesgo de retrocesos y desvíos de alta peligrosidad social(...)

Fragmento de "Qué es la discriminación y cómo combatirla" de Jesús Rodríguez Zepeda. Cuadernos de la Igualdad de CONAPRED.

La no discriminación como lucha por la igualdad social

Cuando el desprecio sistemático hacia un grupo estigmatizado pasa a los hechos, se alimenta y reproduce una forma de desigualdad específica. Por ello, la lucha contra la discriminación es una forma particular de la lucha por la igualdad social, pues implica la restitución de las condiciones ideales de igualdad que se han socavado, y por ello tiene que articularse política y discursivamente como parte de la lucha por los derechos de la persona.

De esta manera, las estrategias efectivas de reducción de la discriminación difícilmente pueden plantearse, con buen rendimiento explicativo, en los términos del lenguaje de la filantropía o de la beneficencia, sino que tienen que hacerlo bajo el lenguaje de los derechos.21Cuando aludo al lenguaje de los derechos me refiero no sólo a la forma específica de circulación de los discursos y demandas políticas en nuestra época, que se formulan como exigencias de reconocimiento o acatamiento de derechos (estén “positivizados” o no), sino también a la obligación del Estado de tutelar los contenidos del programa antidiscriminatorio, superando el sentido voluntario y privado de la filantropía y la beneficencia.

Fragmento de "Qué es la discriminación y cómo combatirla" de Jesús Rodríguez Zepeda. Cuadernos de la Igualdad de CONAPRED.

domingo, 8 de septiembre de 2013

La discriminación como dimensión subjetiva de la exclusión

(...) La discriminación consiste, como dimensión subjetiva de la exclusión, en una conducta sistemática e incluso culturalmente estandarizada de desprecio social hacia una persona o grupo de personas debido a su pertenencia a un colectivo al que se le ha adherido un estigma social, y que como efecto excluye a sus miembros de los principales circuitos de derechos y bienestar de la sociedad. En este sentido, la discriminación está basada en el prejuicio y en el estigma. Implica un componente, el del desprecio, que por su condición subjetiva parece susceptible de diluirse bajo la figura de los derechos individuales de la libre expresión, la libre opinión o la libre creencia. Sin embargo, se trata de un tipo de desprecio específico, a saber, el que se manifiesta mediante la limitación del acceso a las oportunidades o la cancelación de la posibilidad de ejercer derechos. En este sentido, la discriminación se destrivializa al formularse como la violación de derechos y libertades fundamentales (...)

Fragmento de "Qué es la discriminación y cómo combatirla" de Jesús Rodríguez Zepeda. Cuadernos de la Igualdad de CONAPRED.

martes, 3 de septiembre de 2013

Sobre las acciones afirmativas

(...) La acción afirmativa admite, al menos, dos definiciones, una de gran amplitud y otra más concreta y limitada. En su sentido más amplio, la acción afirmativa consiste “en la idea de dar los pasos proactivos necesarios para desmantelar el prejuicio.

Aunque el término “acción afirmativa” sólo se empezó a utilizar en 1961, en la “Instrucción ejecutiva núm. 10925” (Executive Order 10925) del presidente estadounidense John F. Kennedy, la idea de actuar proactivamente para la integración social de la población negra puede registrarse desde 1953, cuando el Comité sobre Cumplimiento de Contratos del presidente Harry S. Truman urgió a “actuar positiva y afirmativamente  para aplicar la política de no discriminación en […] los servicios de empleo”.15En este sentido amplio, la acción afirmativa puede contemplarse como la promoción, gubernamental y social, de la inclusión social de un grupo, en este caso la población negra, tradicionalmente discriminado y excluido. Esta inclusión social puede lograrse con medidas de distinto tipo, cuyo propósito último es la igualdad de oportunidades.

El otro sentido de la acción afirmativa es más restringido, aunque sumamente relevante, y tiene que ver con medidas específicas para que grupos como las mujeres y las minorías étnicas puedan estar representados en las posiciones educativas y laborales más altas y redituables de una sociedad.

En este sentido, la acción afirmativa puede diferenciarse de la igualdad de oportunidades, pues esta última no se define por la pertenencia a un grupo discriminado, mientras que en aquélla esta pertenencia es esencial:

La leyes y políticas de igualdad de oportunidades requieren que los individuos sean juzgados por sus cualidades como individuos, sin tomar en cuenta la raza, el sexo, la edad, etc. La acción afirmativa requiere que los individuos sean juzgados tomando en cuenta tal pertenencia a un grupo, recibiendo un tratamiento preferencial o compensatorio en algunos casos, para alcanzar una “representación” más proporcional en algunas instituciones y ocupaciones.

En esta acepción, la acción afirmativa se expresa mediante una política de “cuotas” educativas o laborales, que funciona como un mecanismo de “reserva” de un porcentaje preestable cido de plazas y posiciones en empleos y matrículas educativas para minorías sexuales o raciales. Así, por ejemplo, en numerosas universidades estadounidenses se abrieron en los años setenta procesos de doble ingreso que, por una parte, establecían estándares de admisión de un tipo para estudiantes blancos y, por otra, estándares de otro tipo para estudiantes de minorías raciales como las poblaciones negra o latina. De manera similar, en legislaciones como la alemana se prevén medidas de cuota laboral para mujeres, con el propósito de darles mayor representación en los puestos de decisión.

Acaso lo más novedoso en el terreno de la acción afirmativa sea la introducción legal de cuotas en el terreno de la representación política. En efecto, ante la constatación de la subrepresentación de las mujeres en el poder político, en algunas naciones se han establecido cuotas de género que garanticen un mínimo de representación de las mujeres en posiciones políticas relevantes. Así, en México el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) obliga a que los partidos no excedan de un setenta por ciento de candidaturas a legisladores federales propietarios para un solo sexo.

Ya sea que se prefiera la concepción general de la acción afirmativa o su concepción concreta identificada con la cuotas, lo cierto es que siempre se le supone como una estrategia temporal que debe desparecer apenas hayan sido equilibradas las condiciones de desventaja que le dieron origen. La temporalidad de la acción afirmativa reafirma su vinculación con el concepto de igualdad, pues esta estrategia de compensación no se contempla como un fin en sí mismo sino como un medio para alcanzar el objetivo deseable de la igualdad de trato y de oportunidades entre todos los miembros de la sociedad (...)"

Fragmento de "Qué es la discriminación y cómo combatirla" de Jesús Rodríguez Zepeda. Cuadernos de la Igualdad de CONAPRED.

Concepto de discriminación

"(...) la discriminación puede ser definida como una conducta, culturalmente fundada, y sistemática y socialmente extendida, de desprecio contra una persona o grupo de personas sobre la base de un prejuicio negativo o un estigma relacionado con una desventaja inmerecida, y que tiene por efecto (intencional o no) dañar sus derechos y libertades fundamentales (...).

(...) En las leyes mexicanas esta definición técnica es la dominante, lo que implica que el tema de la discriminación se debe discutir y tratar en el ámbito de las acciones legales y la defensa y promoción de los derechos fundamentales de las personas. El Artículo Primero, Párrafo Tercero, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, incluye a la no discriminación como una “garantía individual”, es decir, como un derecho de la persona que el Estado está obligado a tutelar de manera especial, incluso según una interpretación consecuente con la idea de protección constitucional, mediante el mecanismo del juicio de amparo, aunque no sólo mediante éste. Esta cláusula antidiscriminatoria señala que:

Queda prohibida toda discriminación motivada por el origen étnico o nacional, el género, la edad, las capacidades diferentes, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.

Las garantías constitucionales, como dice el jurista Luigi Ferrajoli, son protecciones para todos, pero expresan, en especial, el derecho de los más débiles. Garantías como la no discriminación constituyen, en efecto, “la ley del más débil”, porque obligan al Estado a no atropellar, y a no avalar atropellos, contra las personas que son objeto de prejuicios negativos y de estigmas sociales sólo por pertenecer a un grupo subvalorado o despreciado de manera no justificable.

La Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, promulgada el 9 de junio de 2003, reglamenta la cláusula constitucional contra la discriminación y pretende dar cauce a la interpretación más progresista que es posible hacer de ella, a saber, la de contemplarla como una palanca para la igualdad de oportunidades y para la protección y promoción de los grupos que han padecido una segregación secular.Por ello, su definición de discriminación es aún más precisa que la de la propia Constitución. Esta ley señala que:

Se entenderá por discriminación toda distinción, exclusión o restricción que, basada en el origen étnico o nacional, sexo, edad, discapacidad, condición social o económica, condiciones de salud, embarazo, lengua, religión, opiniones, preferencias sexuales, estado civil, o cualquier otra, tenga por efecto impedir o anular el reconocimiento o el ejercicio de los derechos y la igualdad real de oportunidades de las personas.

Puede notarse que, entre otras, la principal diferencia entre la definición de discriminación que da la Ley Federal y la incluídaen la Constitución es la referencia en la primera a la “igualdad real de oportunidades”, que se agrega a los “derechos y libertades” referidos en el texto constitucional. En cualquier caso, no sólo se mantiene la referencia a la discriminación como limitación o anulación de libertades y derechos, sino que se amplía su definición para hacerla equivalente a limitaciones de acceso a las oportunidades socialmente disponibles para el grueso de la población. (...)"

Fragmento de "Qué es la discriminación y cómo combatirla" de Jesús Rodríguez Zepeda. Cuadernos de la Igualdad de CONAPRED.

Igualdad derivativa e Igualdad constitutiva

"(...) la igualdad derivativa, es decir, la igualdad de trato, tiene un carácter formal; exige, en efecto, que todas las personas sean tratadas “de la misma manera” y sin discriminación alguna, lo que supone una “protección igual y efectiva” para todas ellas, “incluyendo” en este trato a las personas tradicionalmente discriminadas por su pertenencia a un grupo estigmatizado. En este sentido, afirmar la no discriminación en el sentido formal de la igualdad se concreta en la exigencia de un trato igual para todas las personas.

Sin embargo, la igualdad como meta social y como ideal de una sociedad democrática (es decir, como valor compartido y no sólo como definición formal del trato del sistema legal con los ciudadanos) supone tratar a las personas como iguales en dignidad, derechos y merecimiento de acceso a las oportunidades sociales disponibles. Como las condiciones sociales reales en que viven las personas discriminadas suponen el peso de una serie de desventajas inmerecidas, que conllevan de manera regular el bloqueo en el acceso a derechos fundamentales y la limitación para el aprovechamiento de oportunidades regularmente disponibles para el resto de la población, este valor de la igualdad sólo se podrá realizar si incluye la idea de “medidas compensatorias” de carácter especial, orientadas a estos grupos y promovidas y/o supervisadas y estimuladas por el Estado. La igualdad constitutiva exige, entonces, que en algunos casos la sociedad aplique tratamientos diferenciados positivos que promuevan la integración social de las personas discriminadas y que les permitan aprovechar esos derechos y oportunidades a los que sí acceden, de manera regular, quienes no sufren de discriminación.

Tengamos en cuenta que la posibilidad de aprovechar los derechos y oportunidades que brinda una sociedad no es igual para todos. Para ciertos grupos los prejuicios negativos y el estigma cultivados durante mucho tiempo en su contra implican una desventaja real en el acceso a derechos y oportunidades, por lo que sus miembros viven, en los hechos, una desigualdad de origen, de la que no son moralmente responsables y que difícilmente pueden remontar de manera voluntaria por estar ésta arraigada en las costumbres, en las leyes, en las instituciones, en la cultura, en los modelos de éxito, en los estándares de belleza y en otros elementos de la vida colectiva que definen las relaciones entre grupos sociales.

Si consideramos al mundo tal cual es, y no como un modelo ideal donde todos tengan igualdad de oportunidades, lo que la desventaja de estos grupos exige es una “compensación” que les permita equilibrar la situación de desventaja que han padecido a lo largo del tiempo.

Esta compensación tiene que consistir en una estrategia a favor de la igualdad en su sentido constitutivo, pero implicaría la aceptación de diferencias de trato para favorecer, temporalmente, a quienes pertenecen a los grupos vulnerables a la discriminación. Esta idea de igualdad permite considerar a la así llamada “acción afirmativa” (que algunos autores denominan también “discriminación inversa o positiva”) como parte de las políticas de la igualdad y no como una forma de nueva discriminación inaceptable(...)

Fragmento de "Qué es la discriminación y cómo combatirla" de Jesús Rodríguez Zepeda. Cuadernos de la Igualdad de CONAPRED.

Discriminación y su sentido jurídico

" (...) la idea de que la discriminación, en un sentido estricto, lo es sólo porque se manifiesta como una restricción o anulación de derechos fundamentales o libertades básicas, la encontramos en leyes y constituciones, antes que en estudios o teorías. Esta presencia de nuestra definición en las leyes cumple la valiosa función de destrivializar la noción y darle una formulación adecuada en el propio lenguaje de los derechos (...)"

Fragmento de "Qué es la discriminación y cómo combatirla" de Jesús Rodríguez Zepeda. Cuadernos de la Igualdad de CONAPRED.

La no discriminación como concepto fundamental de la justicia.

"En realidad, la no discriminación es parte de una concepción fundamental de la justicia. Una sociedad justa es aquella en la que no existen, o al menos no son significativos, los tratos de desprecio hacia grupos completos por razón de una característica o atributo como el sexo, la discapacidad, la edad, el origen étnico, la religión, la preferencia sexual y otros atributos que además han sido estigmatizados y asociados con inferioridad y falta de valor. En el esquema de una sociedad justa tienen que concurrir también la vigencia de derechos y libertades fundamentales y las condiciones socioeconómicas que garanticen el bienestar general, pero la no discriminación es imprescindible."

Fragmento de "Qué es la discriminación y cómo combatirla" de Jesús Rodríguez Zepeda. Cuadernos de la Igualdad de CONAPRED.

martes, 9 de julio de 2013

La verdad es que soy como de piedra, soy como mi propio mausoleo

"La verdad es que soy como de piedra, soy como mi propio mausoleo; no queda ni un resquicio para la duda ni para la fe, para el amor o para la repulsión, para el valor o para el miedo, en lo concreto o en lo general; vive únicamente una vaga esperanza, pero no mejor que las inscripciones de los mausoleos. Casi ninguna de las palabras que escribo armoniza con la otra, oigo restregarse entre sí las consonantes con un ruido de hojalata, y las vocales unen a ellas su canto como negros de barraca de feria. Mis dudas se levantan en círculo alrededor de cada palabra, las veo antes que la palabra, pero, ¡qué digo!, la palabra no la veo en absoluto, la invento. Y ésta no sería la peor de las desgracias, porque entonces me bastaría con inventar palabras capaces de barrer en alguna dirección el olor a cadáver, para que éste no nos diera directamente en la cara a mí y al lector. Cuando me pongo ante mi escritorio, no me siento más a gusto que uno que cae en pleno tráfico de la Place de l'Opera y se rompe las dos piernas".

Franz Kafka en "Diarios".

jueves, 27 de junio de 2013

Identidad sexual y género en la contrasexualidad

La identidad sexual no es la expresión instintiva de la verdad prediscursiva de la carne, sino un efecto de reinscripción de las prácticas de género en el cuerpo. El problema del llamado feminismo constructivista es haber hecho del cuerpo-sexo una materia informe a la que el género vendría a dar forma y significado dependiendo de la cultura o del momento histórico. El género no es simplemente performativo (es decir, un efecto de las prácticas culturales lingüístico-discursivas) como habría querido Judith Butler.

El género es ante todo prostético, es decir, no se da sino en la materialidad de los cuerpos. Es puramente construido y al mismo tiempo enteramente orgánico. Escapa a las falsas dicotomías metafísicas entre el cuerpo y el alma, la forma y la materia. El género se parece al dildo. Porque los dos pasan de la imitación. Su plasticidad carnal desestabiliza la distinción entre lo imitado y el imitador, entre la verdad y la representación de la verdad, entre la referencia y el referente, entre la naturaleza y el artificio, entre los órganos sexuales y las prácticas del sexo. El género podría resultar una tecnología sofisticada que fabrica cuerpos sexuales.

Es este mecanismo de producción sexo-prostético el que confiere a los géneros femenino y masculino su carácter sexual-real-natural. Pero, como para toda máquina, el fallo es constitutivo de la máquina heterosexual. Dado que lo que se invoca como «real masculino» y «real femenino» no existe, toda aproximación imperfecta se debe renaturalizar en beneficio del sistema, y todo accidente sistemático (homosexualidad, bisexualidad, transexualidad...) debe operar como excepción perversa que confirma la regularidad de la naturaleza.

Extracto de "Manifiesto Contrasexual"  de Beatriz Preciado

La tecnología sexual heteronormativa

La tecnología social heteronormativa (ese conjunto de instituciones tanto lingüísticas como médicas o domésticas que producen constantemente cuerpos-hombre y cuerposmujer) puede caracterizarse como una máquina de producción ontológica que funciona mediante la invocación performativa del sujeto como cuerpo sexuado. Las elaboraciones de la teoría queer llevadas a cabo durante los noventa por Judith Butler o por Eve K. Sedgwick han puesto de manifiesto que las expresiones, aparentemente descriptivas, «es una niña» o «es un niño», pronunciadas en el momento del nacimiento (o incluso en el momento de la visualización ecográfica del feto) no son sino invocaciones performativas –más semejantes a expresiones contractuales pronunciadas en rituales sociales tales como el «sí, quiero» del matrimonio, que a enunciados descriptivos tales como «este cuerpo tiene dos piernas, dos brazos y un rabo». Estos performativos del género son trozos de lenguaje cargados históricamente del poder de investir un cuerpo como masculino o como femenino, así como de sancionar los cuerpos que amenazan la coherencia del sistema sexo/género hasta el punto de someterlos a procesos quirúrgicos de «cosmética sexual» (disminución del tamaño del clítoris, aumento del tamaño del pene, fabricación de senos de silicona, refeminización hormonal del rostro, etc.

Extracto de "Manifiesto Contrasexual"  de Beatriz Preciado

Del sexo como tecnología biopolítica

El sexo, como órgano y práctica, no es ni un lugar biológico preciso ni una pulsión natural. El sexo es una tecnología de dominación heterosocial que reduce el cuerpo a zonas erógenas en función de una distribución asimétrica del poder entre los géneros (femenino/masculino), haciendo coincidir ciertos afectos con determinados órganos, ciertas sensaciones con determinadas reacciones anatómicas.

La naturaleza humana es un efecto de tecnología social que reproduce en los cuerpos, los espacios y los discursos la ecuación naturaleza = heterosexualidad. El sistema heterosexual es un aparato social de producción de feminidad y masculinidad que opera por división y fragmentación del cuerpo: recorta órganos y genera zonas de alta intensidad sensitiva y motriz (visual, táctil, olfativa...) que después identifica como centros naturales y anatómicos de la diferencia sexual.

Los roles y las prácticas sexuales, que naturalmente se atribuyen a los géneros masculino y femenino, son un conjunto arbitrario de regulaciones inscritas en los cuerpos que aseguran la explotación material de un sexo sobre el otro.

La diferencia sexual es una heteropartición del cuerpo en la que no es posible la simetría. El proceso de creación de la diferencia sexual es una operación tecnológica de reducción que consiste en extraer determinadas partes de la totalidad del cuerpo y aislarlas para hacer de ellas significantes sexuales. Los hombres y las mujeres son construcciones metonímicas del sistema heterosexual de producción y de reproducción que autoriza el sometimiento de las mujeres como fuerza de trabajo sexual y como medio de reproducción. Esta explotación es estructural, y los beneficios sexuales  que los hombres y las mujeres heterosexuales extraen de ella obligan a reducir la superficie erótica a los órganos sexuales reproductivos y a privilegiar el pene como único centro mecánico de producción del impulso sexual.

El sistema de sexo-género es un sistema de escritura. El cuerpo es un texto socialmente construido, un archivo orgánico de la historia de la humanidad como historia de la producción-reproducción sexual, en la que ciertos códigos se naturalizan, otros quedan elípticos y otros son sistemáticamente eliminados o tachados. La (hetero)sexualidad, lejos de surgir espontáneamente de cada cuerpo recién nacido, debe reinscribirse o reinstituirse a través de operaciones constantes de repetición y de recitación de los códigos (masculino y femenino) socialmente investidos como naturales.

La contrasexualidad tiene como tarea identificar los espacios erróneos, los fallos de la estructura del texto (cuerpos intersexuales, hermafroditas, locas, camioneras, maricones, bollos, histéricas, salidas o frígidas, hermafrodykes...), y reforzar el poder de las desviaciones y derivas respecto del sistema heterocentrado

Extracto de "Manifiesto Contrasexual"  de Beatriz Preciado

Las dos temporalidades de la contrasexualidad

La contrasexualidad juega sobre dos temporalidades. Una temporalidad lenta en la cual las instituciones sexuales parecen no haber sufrido nunca cambios. En esta temporalidad, las tecnologías sexuales se presentan como fijas. Toman prestado el nombre de «orden simbólico», de «universales transculturales» o, simplemente, de «naturaleza Toda tentativa para modificarlas sería juzgada como una forma de «psicosis colectiva» o como un «Apocalipsis de la Humanidad». Este plano de temporalidad fija es el fundamento metafísico de toda tecnología sexual. Todo el trabajo de la contrasexualidad está dirigido contra, opera e interviene en ese marco temporal. Pero hay también una temporalidad del acontecimiento en la que cada hecho escapa a la causalidad lineal. Una temporalidad fractal constituida de múltiples «ahoras» que no pueden ser el simple efecto de la verdad natural de la identidad sexual o de un orden simbólico. Tal es el campo efectivo donde la contrasexualidad incorpora las tecnologías sexuales al intervenir directamente sobre los cuerpos, sobre las identidades y sobre las prácticas sexuales que de éstos se derivan.

La contrasexualidad tiene por objeto de estudio las transformaciones tecnológicas de los cuerpos sexuados y generizados.

Extracto de "Manifiesto Contrasexual"  de Beatriz Preciado

Qué es la contrasexualidad

La contrasexualidad no es la creación de una nueva naturaleza, sino más bien el fin de la Naturaleza como orden que legitima la sujeción de unos cuerpos a otros. La contrasexualidad es, en primer lugar, un análisis crítico de la diferencia de género y de sexo, producto del contrato social heterocentrado, cuyas performatividades normativas han sido inscritas en los cuerpos como verdades biológicas (Judith Butler, 2001). En segundo lugar: la contrasexualidad apunta a sustituir este contrato social que denominamos Naturaleza por un contrato contrasexual. En el marco del contrato contrasexual, los cuerpos se reconocen a sí mismos no como hombres o mujeres sino como cuerpos hablantes, y reconocen a los otros como cuerpos hablantes. Se reconocen a sí mismos la posibilidad de acceder a todas las prácticas significantes, así como a todas las posiciones de enunciación, en tanto sujetos, que la historia ha determinado como masculinas, femeninas o perversas. Por consiguiente, renuncian no sólo a una identidad sexual cerrada y determinada naturalmente, sino también a los beneficios que podrían obtener de una naturalización de los efectos sociales, económicos y jurídicos de sus prácticas significantes.

La nueva sociedad toma el nombre de sociedad contrasexual al menos por dos razones. Una, y de manera negativa: la sociedad contrasexual se dedica a la deconstrucción sistemática de la naturalización de las prácticas sexuales y del sistema de género. Dos, y de manera positiva: la sociedad contrasexual proclama la equivalencia (y no la igualdad) de todos los cuerpos-sujetos hablantes que se comprometen con los términos del contrato contrasexual dedicado a la búsqueda del placer-saber.

(...)

La contrasexualidad es también una teoría del cuerpo que se sitúa fuera de las oposiciones hombre/mujer, masculino/femenino, heterosexualidad/homosexualidad. Define la sexualidad como tecnología, y considera que los diferentes elementos del sistema sexo/género3 denominados «hombre», «mujer», «homosexual», «heterosexual», «transexual», así como sus prácticas e identidades sexuales, no son sino máquinas, productos, instrumentos, aparatos, tru- cos, prótesis, redes, aplicaciones, programas, conexiones, flujos de energía y de información, interrupciones e interruptores, llaves, leyes de circulación, fronteras, constreñimientos, diseños, lógicas, equipos, formatos, accidentes, detritos, mecanismos, usos, desvíos...

La contrasexualidad afirma que en el principio era el dildo. El dildo antecede al pene. Es el origen del pene. La contrasexualidad recurre a la noción de «suplemento» tal como ha sido formulada por Jacques Derrida (1967); e identifica el dildo como el suplemento que produce aquello que supuestamente debe completar. La contrasexualidad afirma que el deseo, la excitación sexual y el orgasmo no son sino los productos retrospectivos de cierta tecnología sexual que identifica los órganos reproductivos como órganos sexuales, en detrimento de una sexualización de la totalidad del cuerpo.

Extracto de "Manifiesto Contrasexual"  de Beatriz Preciado

domingo, 2 de junio de 2013

El mito que divide a las mujeres

El mito de la belleza no habla para nada de  las mujeres. Habla de las instituciones de los hombres y de su poder  institucional. Las cualidades que en un periodo determinado representan la belleza en las mujeres son meramente símbolos del comportamiento femenino que en ese periodo se consideran deseables. En realidad, el mito de  la belleza siempre está prescribiendo comportamientos y no apariencia. La competencia entre las mujeres ha formado parte del mito para dividirlas. La juventud y (hasta recientemente) la virginidad han sido “bellas”  en la mujer porque representan ignorancia sexual y falta de experiencia. El envejecimiento en las mujeres no es “bello” porque las mujeres se  vuelven más poderosas con el tiempo. El eslabón entre las generaciones  de mujeres tiene que ser continuamente roto: las mujeres viejas le temen  a las más jóvenes, las jóvenes le temen a las viejas, y el mito de la belleza  trunca para todas el conjunto de la vida femenina. Más urgentemente la  identidad de la mujer debe ser fundamentada en la “belleza” para que  permanezcamos vulnerables a la aprobación exterior, llevando el órgano vital y sensible del amor propio expuesto al intemperie. "

"El mito de la belleza" de Naomi Wolf

Una nueva forma de ser

" El mito actual de la belleza es más pernicioso que cualquier otra  mística de la femineidad. Hace un siglo, Nora cerró la puerta de su casa  de muñecas; hace una generación, las mujeres le dieron la espalda al  paraíso consumista del hogar repleto de todo tipo de aparatos domésticos. Pero donde las mujeres se encuentran atrapadas ahora, no hay puerta que cerrar. Los estragos contemporáneos de este contragolpe de la  belleza están destruyendo físicamente y agotando psicológicamente a  las mujeres. Para librarnos del peso muerto que una vez más se ha hecho  de la femineidad, lo primero que necesitamos las mujeres, no son ni votos ni manifestantes ni pancartas sino una nueva forma de ver."

"El mito de la belleza" de Naomi Wolf

Las ficciones del mito de la belleza

El auge del mito de la belleza fue sólo una de las muchas ficciones sociales en desarrollo que se hacían pasar como componentes naturales de la  esfera femenina para encerrar a las mujeres dentro de esta esfera.

Otras  ficciones parecidas surgieron contemporáneamente: la versión de una  niñez que requería supervisión materna constante, un concepto de biología femenina que necesitaba que las mujeres de clase media fueran  histéricas e hipocondriacas, la convicción de que las mujeres respetables  estaban sexualmente anestesiadas, y una definición del trabajo de la  mujer que la mantenía ocupada en labores de punto de cruz y elaboración de encaje, ambas actividades repetitivas, laboriosas y complicadas. Tales inventos de la época victoriana tuvieron una doble función: aunque pretendían encauzar la energía y la inteligencia femeninas por medios inofensivos, las mujeres las utilizaron para expresar su verdadera  creatividad y pasión. Pero a pesar de la creatividad de las mujeres de la clase media en la  moda, en el bordado y en la crianza de los niños, un siglo después, el  propósito principal de esta ficción se vio realizado, y consolidó el papel  del ama de casa de los suburbios.

Durante un siglo y medio de agitación  feminista sin precedente, esta ficción pudo contrarrestar el nuevo y peligroso ocio y la escolaridad de la mujer de clase media, así como su libertad frente a las restricciones materiales.

Estas ficciones, consumidoras de tiempo y mente, sobre el papel  natural de la mujer, se adaptaron para poder resurgir en la posguerra  con la mística de la femineidad. Sin embargo, fallaron temporalmente cuando la segunda ola del movimiento feminista desbarató la imagen  del “romance”, “la ciencia”, “la aventura de las labores domésticas y la  vida familiar”.

La empalagosa ficción doméstica del “espíritu familiar”  perdió su significado y las mujeres de la clase media salieron en masa de  sus hogares. Así que las ficciones se transformaron una vez más. Ya que el movimiento feminista había desbaratado con éxito casi todas las ficciones  que había sobre la feminidad, todo el trabajo de control social que se  había extendido a través de los medios de comunicación tenía que ser  reasignado al único cabo suelto, cuya acción consecuentemente se fortaleció cien veces más.

Se reimpuso entonces sobre los cuerpos y rostros de  las mujeres liberadas de todas las limitaciones, tabúes y castigos de las  leyes represivas, los mandatos religiosos y la esclavitud reproductiva,  que ya no tenían tanta fuerza.

La labor de belleza efímera e interminable  sustituyó a la labor doméstica efímera e interminable. A medida que la  economía, la ley, la religión, la moral sexual, la educación y la cultura se  vieron forzadas a abrirse de una manera más justa para incluir a las  mujeres, una realidad privada colonizaba la conciencia femenina. Al  usar ideas sobre la “belleza”, se reconstruyó un mundo femenino alternativo con sus propias leyes, economía, religión, sexualidad, educación  y cultura, en el que cada elemento es tan represivo como aquellos de  antaño.

"El mito de la belleza" de Naomi Wolf

La ilusión de la doncella de hierro

Esta alucinación inconsciente se vuelve más y más influyente y  penetrante cuando se transforma en manipulación mercantil consciente  de las grandes industrias: la industria de las dietas (33 mil millones de  dólares al año), la industria de los cosméticos (20 billones de dólares), la  industria de la cirugía estética (300 millones de dólares) y la industria de  la pornografía (7 mil millones de dólares al año). Todas estas industrias  han florecido gracias a las ganancias que deja la ansiedad inconsciente;  y a su vez pueden, por su influencia en la cultura masiva, usar, estimular  y reforzar la alucinación en una espiral económica ascendente.

Ésta no es una teoría de la conspiración; no tiene por qué serlo. Las  sociedades se inventan las ficciones de la misma manera que lo hacen  los individuos y las familias. Henrik Ibsen las llamaba “mentiras vitales” y el psicólogo Daniel Coleman dice que funcionan a nivel social  como funcionan en las familias. “La confabulación se mantiene distrayendo la atención del hecho temido o reacomodando su significado en  un formato aceptable”. El costo de estos puntos ciegos, dice el psicólogo,  son ilusiones colectivas destructivas.

Las posibilidades para las mujeres  se han vuelto tan diversas que amenazan con desestabilizar las instituciones sobre las cuales se ha levantado una cultura dominada por los  hombres, y una reacción de pánico colectivo de ambos sexos obligó a la  formación de contraimágenes. La alucinación resultante se materializa para las mujeres como algo  demasiado real. Deja de ser sólo una idea para volverse una imagen  tridimensional que delimita lo permitido y lo prohibido en las vidas de  las mujeres. Se convierte en la doncella de hierro.

Originalmente, la doncella de hierro era un instrumento de tortura en Alemania medieval; un  ataúd con forma de cuerpo de mujer con brazos, piernas y un rostro  sonriente bellamente pintados. A la infortunada víctima se le encerraba  en este ataúd, inmovilizándola, y moría por inanición o al encajársele  los clavos empotrados en el interior. La versión moderna en que se hallan atrapadas las mujeres es similarmente rígida y cruel: un cuerpo  eufemísticamente pintado. La cultura contemporánea dirige nuestra atención a la imagen de la doncella de hierro, mientras que censura los rostros y cuerpos auténticos de las mujeres.

"El mito de la belleza" de Naomi Wolf

El mito de la belleza

Estamos en medio de un violento contragolpe en contra del  feminismo que usa imágenes de belleza femenina como arma política  contra el avance de las mujeres: el mito de la belleza. Es la versión moder-  na de un reflejo social vigente desde la revolución industrial. Al mismo  tiempo que las mujeres se libraban de la mística femenina de la domesti-  cidad, el mito de la belleza ocupaba el terreno perdido y ocupaba el  relevo en esa función de control social.

El contragolpe contemporáneo es tan violento porque la ideología  de la belleza es el último baluarte de las viejas ideologías femeninas y  todavía tiene el poder del controlar a aquellas mujeres que de otra mane-  ra se hubieran hecho incontrolables con la segunda ola del feminismo. Se ha fortalecido para apoderarse de la función de sometimiento social  que los mitos sobre la maternidad, la domesticidad, la castidad y la pasi-  vidad ya no pueden ejercer. Esta ideología está intentando destruir de  manera psicológica y soterrada todos los logros que el feminismo obtuvo  de manera abierta y material.

"El mito de la belleza" de Naomi Wolf

miércoles, 22 de mayo de 2013

Yo

YO soy extranjera en este país,
muy lejos en el fondo bajo el peso del mar
penetra el sol en espirales
y el aire corre entre mis manos.
Se me dijo que he nacido en cautiverio,
no hay un solo rostro aquí que yo conozca.
¿Era una piedra tirada al fondo del agua?
¿Era un fruto excesivamente pesado para su rama?
Soy quien acecha al pie del árbol donde sopla el viento.
¿Cómo voy a trepar en estos troncos tan resbaladizos?
Allá arriba se encuentran las cimas vacilantes,
allá quiero estar y buscar con la mirada
el humo de las chimeneas de mi patria.

Edith Södergran

lunes, 25 de marzo de 2013

Grupo de riesgo

–¿Si no es indiscreción, qué enfermedad tiene tu hijo?– Le preguntan a mi madre. El ácido que la despelleja no le cae desde la multitud anónima, ni se agazapa en la muchedumbre depredadora. Se trata de algo más insidioso. El interrogativo se afinca en el colmo de la magnánima visita de la tía Gilberta, su querida hermana. La única que le queda. 
Mi tía conoce y hasta admira el nivel académico, la obra construida, las distinciones y méritos alcanzados, el andar seguro, la frente en alto, el saludo respetuoso de mis ojos sumidos bailoteando sobre unos pómulos salientes; desde unas mejillas desfiguradas por la lipodistrofia. 
Encuentro a mi madre despostillada, dolida, llorosa. Y me trago junto con su cuerpo de cuarenta kilos toda la hiel de toda la rabia de toda la humanidad nociva y ladina. Juntamos apenas dos costalitos de huesos vencidos por la impotencia, atados por un abrazo que no nos calienta. En la pregunta, le explico a mi vieja, ya va la respuesta que esas personas solicitan. El sablazo es gratuito. Fíjate, mamá, cómo la pronuncian morosa, lánguidamente. Como sabiendo de antemano el grave destrozo que fustigan a placer. La deslizan al garete, como si preguntaran qué lleva el gorrión en su gracioso piquito. Incluso bajan la mirada hasta el nivel de tus pies ulcerados por la diabetes. Y la desempacan con tono dulzón, de moscamuerta, utilizando una modulación artificiosamente consternada. 
Si no es indiscreción... ¿te das cuenta, madre?, ¿percibes el tamaño del siniestro donde habitan esos ojos dañosos que como buitres se amontonan para devorarte en vida? Si no es indiscreción… ¡cuánta ponzoña cabe en una frase que atormenta como cólico estomacal! Cuatro palabras que revelan la monstruosidad fraguada en el ocio del chisme y el chistorete del Feisbuk. 
Por supuesto que lo suyo es exclusivamente la indiscreción bellaca. Es la habladuría morbosa. Es la mirada furtiva. Es el silencio nervioso ante el súbito enjutamiento de carnes que tu hijo lleva por el mundo con dignidad de Papa renunciante. Es el gravísimo augurio de lo que espera a los preguntones chapuceros. Es la promesa de que una vez salvados de la peste, no faltarán los burócratas lerdos que los hundan en las catacumbas de la epidemiología desolada. Es la muestra del fracaso moral de eso que llamamos familia, hoy consagrada al deporte sádico de propinar el estigma rabioso. 
No hay escapatoria, madre. Mi precio es el que indica el grupo de riesgo donde he sido confinado. No respondas por mí, yo llevo mi osario con garbo, como marca de grandeza histórica, como frontispicio magistral que más de veinte años con el sida han instalado en los recintos de mi carne remisa.
Que conste para burla de los siglos: "Si no es indiscreción, ¿de cual sida se muere tu hijo? ¿El sida de esos jotos, putas, malvivientes, mujeres trans, drogadictos?" ¿Acaso hay otro?.

Por Joaquín Hurtado, tomado de "Crónica Sero" tomado de http://www.jornada.unam.mx/2013/03/07/ls-cronicasero.html.

sábado, 23 de marzo de 2013

Lejanía entre teoría y práctica política

"(...) es  probable  que  no  haya  un  ejemplo  más  elocuente  de  la  lejanía  entre  teoría  y  práctica  como  el  que  ofrece  el  mundo  de  la  política.  Por  un  lado,  frecuentemente  se  discuten  ideas  sobre  el  complejo  desarrollo  político  de  las  sociedades  y,  por  el  otro  -‐casi  como  si  esas  ideas  pertenecieran  a  otro  universo-‐,  se  practica  la  política.

La  manera  en  que  a  veces  el  análisis  teórico  es  desvalorizado,  más  que  un  afán  por  volcarse  inmediatamente  a  cosas  prácticas  puede  ser  un  modo  de  evitar  el  cotejo  de  las decisiones  con  las  razones  que  las  fundan  o  una  forma  de  encubrir  las  verdaderas  motivaciones  de  quienes  ejercen  el  poder,  público  o  privado.  La  desvalorización  de  la  teoría  suele  ser  un  recurso  que  allana  el  camino  al  pensamiento  mágico,  ese  recurso  a  ideas  que,  por  su  atracción,  parecen  no  requerir  demostración".

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en "Exploración sobre el desarrollo de la democracia" en "El desafío: de una democracia de electores a una democracia de ciudadanos"

La ciudadanía como fundamento de la democracia

"Cuando  se  coloca  la  ciudadanía  como  fundamento  de  la  democracia,  cambia  la  manera  de  evaluarla.  En  efecto,  se  abre  una  dimensión  diferente  de  reflexión  y  de  acción  si  el  desarrollo  de  la  democracia  se  mide  por  su  capacidad  para  garantizar  y  expandir  la  ciudadanía  en  sus  esferas  civil,  social  y  política.  La  noción  de  ciudadanía  implica  un  estatus  para  cada  persona  como  miembro  de  pleno  derecho  de  una  comunidad,  y  abarca  diversas  esferas  que  se  expresan  en  derechos  y  obligaciones.  La  expansión  de  la  ciudadanía  es  una  condición  del  éxito  de  una  sociedad  y  de  la  satisfacción  de  sus  aspiraciones.  Es  en  torno  a  esto  que  se  debe  juzgar  la  calidad  de  la  democracia.  La  medida  del  desarrollo  de  una  democracia  está  dada,  por  lo  tanto,  por  su  capacidad  de  dar  vigencia  a  los  derechos  de  los  ciudadanos  y  constituir  a  éstos  en  sujetos  de  las  decisiones  que  los  afectan."

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en "Exploración sobre el desarrollo de la democracia" en "El desafío: de una democracia de electores a una democracia de ciudadanos"

La democracia no es sólo un régimen político

" Gran  parte  de  la  teoría  contemporánea  de  la  democracia  se  restringe  a  caracterizarla  como  un  régimen  político.  Esta  restricción  refleja,  y  refuerza,  una  concepción  general  de  lo  que  la  política,  específicamente  la  política  democrática,  trata.  Tales  visiones  expulsan  la  democracia  y,  en  general,  la  política,  de  cualquier  relación  activa  frente  a  la  gran  injusticia  social  expresada  en  la  carencia  extendida  de  derechos  sociales  y  también  civiles,  así  como  por  la  anemia  de  un  Estado  que  se  muestra  ineficaz  y,  como  tal,  pierde  credibilidad  ante  mayorías  fluctuantes  de  sus  respectivas  sociedades".

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en "Exploración sobre el desarrollo de la democracia" en "El desafío: de una democracia de electores a una democracia de ciudadanos"

La democracia requiere más que elecciones

" La  democratización  verdadera  es  algo  más  que  las  elecciones.  [  ...  ]  El  hecho  de  conceder  a  todas  las  personas  una  igualdad  política  oficial  no  basta  para  crear  en  la  misma  medida  la  voluntad  o  capacidad  de  participar  en  los  procesos  políticos,  ni  una  capacidad  igual  en  todos  de  influir  en  los  resultados.  Los  desequilibrios  en  los  recursos  y  el  poder  político  socavan  a  menudo  el  principio  "una  persona,  un  voto",  y  la  finalidad  de  las  instituciones  democráticas"

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en "El desafío: de una democracia de electores a una democracia de ciudadanos"

La preservación de la democracia

" La  preservación  de  la  democracia  y  su  expansión  no  son  hechos  espontáneos.  Son  construcciones  voluntarias,  formuladas  en  proyectos,  modeladas  por  liderazgos  e  investidas  del  poder  que  proviene  del  apoyo  popular.  Requieren  partidos  políticos  que  construyan  opciones  sustantivas,  un  Estado  con  poder  para  ejecutarlas  y  una  sociedad  capaz  de participar  en  una  construcción  que  exceda  los  reclamos  sectoriales.  Una  política  que  omite  los  problemas  centrales,  vacía  de  contenido  las  opciones  ciudadanas;  un  Estado  sin  poder  transforma  el  mandato  electoral  en  una  expresión  de  voluntades  sin  consecuencias,  y  una  sociedad  sin  participación  activa  lleva,  tarde  o  temprano,  a  una  peligrosa  autonomía  del  poder,  que  dejará  de  expresar  las  necesidades  de  los  ciudadanos."

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en "El desafío: de una democracia de electores a una democracia de ciudadanos"

El desafío

" En  América  Latina  se  ha  alcanzado  la  democracia  electoral  y  sus  libertades  básicas.  Se  trata  ahora  de  avanzar  en  la  democracia  de  ciudadanía.  La  primera  nos  dio  las  libertades  y  el  derecho  a  decidir  por  nosotros  mismos.  Trazó,  en  muchos  de  nuestros  países,  la  división  entre  la  vida  y  la  muerte.  La  segunda,  hoy  plena  de  carencias,  es  la  que  avanza  para  que  el  conjunto  de  nuestros  derechos  se  tornen  efectivos.  Es  la  que  nos  permite  pasar  de  electores  a  ciudadanos.  La  que  utiliza  las  libertades  políticas  como  palanca  para  construir  la  ciudadanía  civil  y  social."

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en "El desafío: de una democracia de electores a una democracia de ciudadanos"

Democracia

La  democracia  es  una  inmensa  experiencia  humana.  Está  ligada  a  la  búsqueda  histórica  de  libertad,  justicia  y  progreso  material  y  espiritual.  Por  eso  es  una  experiencia  permanentemente  inconclusa.

Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en "El desafío: de una democracia de electores a una democracia de ciudadanos"

jueves, 28 de febrero de 2013

El Amor y la Muerte

El amor no vence a la muerte: es una apuesta contra el tiempo y sus accidentes. Por el amor vislumbramos, en esta vida, a la otra vida. No a la vida eterna sino, como he tratado de decirlo en algunos poemas, a la vivacidad pura. En un pasaje celebre, al hablar de la experiencia religiosa, Freud se refiere al sentimiento oceánico, ese sentirse envuelto y mecido por la totalidad de la existencia. Es la dimensión pánica de los antiguos, el furor sagrado, el entusiasmo: recuperación de la totalidad y descubrimiento del yo como totalidad dentro del Gran Todo. Al nacer, fuimos arrancados de la totalidad; en el amor todos nos hemos sentido regresar a la totalidad original. Por esto, las imágenes poéticas transforman a la persona amada en naturaleza -montaña, agua, nube, estrella, selva, mar, ola- y, a su vez, la naturaleza habla como si fuese mujer. Reconciliación con la totalidad que es el mundo. También con los tres tiempos. El amor no es la eternidad; tampoco es el tiempo de los calendarios y los relojes, el tiempo sucesivo. El tiempo del amor no es grande ni chico: es la percepción instantánea de todos los tiempos en uno solo, de todas las vidas en un instante. No nos libra de la muerte pero nos hace verla a la cara. Ese instante es el reverso y el complemento del sentimiento oceánico. No es el regreso a las aguas de origen sino la conquista de un estado que nos reconcilia con el exilio del paraíso. Somos el teatro del abrazo de los opuestos y de su disolución, resueltos en una sola nota que no es de afirmación ni de negación sino de aceptación. ¿Que ve la pareja, en el espacio de un parpadeo? La identidad de la aparición y la desaparición, la verdad del cuerpo y del no-cuerpo, la visión de la presencia que se disuelve en un esplendor: vivacidad pura, latido del tiempo.

Octavio Paz en "La llama doble"

miércoles, 27 de febrero de 2013

El Amor y el Tiempo

Somos tiempo y no podemos substraernos a su dominio. Podemos transfigurarlo, no negarlo ni destruirlo. Esto es lo que han hecho los grandes artistas, los poetas, los filósofos, los científicos y algunos hombres de acción. El amor también es una respuesta: por ser tiempo y estar hecho de tiempo, el amor es, simultáneamente, conciencia de la muerte y tentativa por hacer del instante una eternidad. Todos los amores son desdichados porque todos están hechos de tiempo, todos son el nudo frágil de dos criaturas temporales y que saben que van a morir; en todos los amores, aun en los más trágicos, hay un instante de dicha que no es exagerado llamar sobrehumana: es una victoria contra el tiempo, un vislumbrar el otro lado, ese allá que es un aquí, en donde nada cambia y todo lo que es realmente es.
La juventud es el tiempo del amor. Sin embargo, hay jóvenes viejos incapaces de amor, no por impotencia sexual sino por sequedad de alma; también hay viejos jóvenes enamorados: unos son ridículos, otros patéticos y otros más sublimes. Pero ¿podemos amar a un cuerpo envejecido o desfigurado por la enfermedad? Es muy difícil, aunque no enteramente imposible. Recuérdese que el erotismo es singular y no desdeña ninguna anomalía. ¿No hay monstruos hermosos? Además, es claro que podemos seguir amando a una persona, a pesar de la erosión de la costumbre y la vida cotidiana o de los estragos de la vejez y la enfermedad. En esos casos, la atracción física cesa y el amor se transforma. En general se convierte no en piedad sino en compasión, en el sentido de compartir y participar en el sufrimiento de otro. Ya viejo, Unamuno decía: no siento nada cuando rozo las piernas de mi mujer pero me duelen las mías si a ella le duelen las suyas. La palabra pasión significa sufrimiento y, por extensión, designa también al sentimiento amoroso. El amor es sufrimiento, padecimiento, porque es carencia y deseo de posesión de aquello que deseamos y no tenemos; a su vez, es dicha porque es posesión, aunque instantánea y siempre precaria.

Octavio Paz en "La llama doble"

El amor

El amor no es la búsqueda de la idea o la esencia; tampoco es un camino hacia un estado más allá de la idea y la no-idea, el bien y el mal, el ser y el no-ser. El amor no busca nada más allá de si mismo, ningún bien, ningún premio; tampoco persigue una finalidad que lo trascienda. Es indiferente a toda trascendencia: principia y acaba en el mismo. Es una atracción por un alma y un cuerpo; no una idea: una persona. Esa persona es única y esta dotada de libertad; para poseerla, el amante tiene que ganar su voluntad. Posesión y entrega son actos recíprocos.
(...)
Los amantes pasan sin cesar de la exaltación al desanimo, de la tristeza a la alegría, de la cólera a la ternura, de la desesperación a la sensualidad. Al contrario del libertino, que busca a un tiempo el placer más intenso y la insensibilidad moral más absoluta, el amante esta perpetuamente movido por sus contradictorias emociones. El lenguaje popular, en todos los tiempos y lugares, es rico en expresiones que describen la vulnerabilidad del enamorado: el amor es una herida, una llaga. Pero, como dice San Juan de la Cruz, es una llaga regalada, un cauterio suave, una herida deleitosa. Si, el amor es una flor de sangre. también es un talismán. La vulnerabilidad de los amantes los defiende. Su escudo es su indefensión, están armados de su desnudez. Cruel paradoja: la sensibilidad extrema de los amantes es la otra cara de su indiferencia, no menos extrema, ante todo lo que no sea su amor. El gran peligro que acecha a los amantes, la trampa mortal en que caen muchos, es el egoísmo. El castigo no se hace esperar: los amantes no ven nada ni a nadie que no sea ellos mismos hasta que se petrifican... o se aburren. El egoísmo es un pozo. Para salir al aire libre, hay que mirar más allá de nosotros mismos: allá esta el mundo y nos espera.
El amor no nos preserva de los riesgos y desgracias de la existencia. ningún amor, sin excluir a los más apacibles y felices, escapa a los desastres y desventuras del tiempo. El amor, cualquier amor, esta hecho de tiempo y ningún amante puede evitar la gran calamidad: la persona amada esta sujeta a las afrentas de la edad, la enfermedad y la muerte.
(...)
Si, el amor es una flor de sangre. también es un talismán. La vulnerabilidad de los amantes los defiende. Su escudo es su indefensión, están armados de su desnudez. Cruel paradoja: la sensibilidad extrema de los amantes es la otra cara de su indiferencia, no menos extrema, ante todo lo que no sea su amor. El gran peligro que acecha a los amantes, la trampa mortal en que caen muchos, es el egoísmo. El castigo no se hace esperar: los amantes no ven nada ni a nadie que no sea ellos mismos hasta que se petrifican... o se aburren. El egoísmo es un pozo. Para salir al aire libre, hay que mirar más allá de nosotros mismos: allá esta el mundo y nos espera.
El amor no nos preserva de los riesgos y desgracias de la existencia. ningún amor, sin excluir a los más apacibles y felices, escapa a los desastres y desventuras del tiempo. El amor, cualquier amor, esta hecho de tiempo y ningún amante puede evitar la gran calamidad: la persona amada esta sujeta a las afrentas de la edad, la enfermedad y la muerte.
Octavio Paz en "La llama doble"

sábado, 23 de febrero de 2013

El encuentro erótico ..

El encuentro erótico comienza con la visión del cuerpo deseado. Vestido o desnudo, el cuerpo es una presencia: una forma que, por un instante, es todas las formas del mundo. Apenas abrazamos esa forma, dejamos de percibirla como presencia y la asimos como una materia concreta, palpable, que cabe en nuestros brazos y que, no obstante, es ilimitada. Al abrazar a la presencia, dejamos de verla y ella misma deja de ser presencia. Dispersión del cuerpo deseado: vemos solo unos ojos que nos miran, una garganta iluminada por la luz de una lámpara y pronto vuelta a la noche, el brillo de un muslo, la sombra que desciende del ombligo al sexo. Cada uno de estos fragmentos vive por si solo pero alude a la totalidad del cuerpo. Ese cuerpo que, de pronto, se ha vuelto infinito. El cuerpo de mi pareja deja de ser una forma y se convierte en una substancia informe e inmensa en la que, al mismo tiempo, me pierdo y me recobro. Nos perdemos como personas y nos recobramos como sensaciones. A medida que la sensación se hace más intensa, el cuerpo que abrazamos se hace más y más inmenso. Sensación de infinitud: perdemos cuerpo en ese cuerpo. El abrazo carnal es el apogeo del cuerpo y la perdida del cuerpo. también es la experiencia de la pérdida de la identidad: dispersión de las formas en mil sensaciones y visiones, caída en una substancia oceánica, evaporación de la esencia. No hay forma ni presencia: hay la ola que nos mece, la cabalgata por las llanuras de la noche. Experiencia circular: se inicia por la abolición del cuerpo de la pareja, convertido en una substancia infinita que palpita, se expande, se contrae y nos encierra en las aguas primordiales; un instante después, la substancia se desvanece, el cuerpo vuelve a ser cuerpo y reaparece la presencia. Solo podemos percibir a la mujer amada como forma que esconde una alteridad irreductible o como substancia que se anula y nos anula.

Octavio Paz en "La llama doble"

El preludio de la resurrección de la persona humana,

Este largo rodeo ha tocado a su fin. Su conclusión es breve: los males que aquejan a las sociedades modernas son políticos y económicos pero asimismo son morales y espirituales. Unos y otros amenazan al fundamento de nuestras sociedades: la idea de persona humana. Esa idea ha sido la fuente de las libertades políticas e intelectuales; asimismo, la creadora de una de las grandes invenciones humanas: el amor. La reforma política y social de las democracias liberales capitalistas debe ir acompañada de una reforma no menos urgente del pensamiento contemporáneo. Kant hizo la crítica de la razón pura y de la razón práctica; necesitamos hoy otro Kant que haga la crítica de la razón científica. El momento es propicio porque en la mayoría de las ciencias es visible, hasta donde los legos podemos advertirlo, un movimiento de autorreflexión y autocrítica, como lo muestran admirablemente los cosmólogos modernos. El dialogo entre la ciencia, la filosofía y la poesía podría ser el preludio de la reconstitución de la unidad de la cultura. El preludio también de la resurrección de la persona humana, que ha sido la piedra de fundación y el manantial de nuestra civilización.

Octavio Paz en "La llama doble"

La concepción de la conciencia

Para hacer más comprensible su concepción, Edelman se sirve de una metáfora: la mente es una orquesta que ejecuta una obra sin director. Los músicos -las neuronas y los grupos de neuronas- están conectados y cada ejecutante responde a otro o lo interpela; así crean colectivamente una pieza musical. A diferencia de las orquestas de la vida real, la orquesta neurológica no toca una partitura ya escrita: improvisa sin cesar. En esas improvisaciones aparecen y reaparecen frases (experiencias) de otros momentos de ese concierto que ha comenzado en nuestra NET y que terminara con nuestra muerte. Se me ocurren dos observaciones. La primera: en la hipótesis de Edelman, la iniciativa pasa del director de la orquesta a los ejecutantes. En el caso de la orquesta real, los ejecutantes son sujetos conscientes y con la intención de componer colectivamente una pieza: ¿esa conciencia y esa voluntad existen también en las neuronas? Si es así: ¿las neuronas se han puesto previamente de acuerdo? ¿O hay acaso un orden preestablecido que rige las llamadas y respuestas de las neuronas? En uno y en otro caso el director no desaparece: se disemina. El problema se desplaza pero no se resuelve. La segunda: la improvisación requiere siempre un plan. El ejemplo más inmediato es el del jazz y el de las Lagash de la India: los músicos improvisan con cierta libertad pero dentro de un patrón y una estructura básica. Lo mismo sucede con las otras improvisaciones, sean musicales o de otra índole. Trátese de una batalla o de un dialogo de negocios, de un paseo por el bosque o de una discusión publica, seguimos un plan. Poco importa que ese plan haya sido trazado un minuto antes y que sea muy vago y esquemático: es un plan. Y todos los planes requieren un planificados ¿Quien hace el plan de la orquesta neurológica?
Como se ha visto, a Edelman no se le escapa la dificultad de explicar el funcionamiento de las neuronas sin la presencia de un director de orquesta, sin un sujeto. Con cierta frecuencia se refiere al sentimiento de identidad, a un ser y a una conciencia. Estas palabras designan a construcciones de las neuronas. El circuito neurológico, conectado con todo nuestro cuerpo y compuesto por millones de neuronas (algunas son tribus nómadas, lo que me asombra y me deja perplejo), no solo construye nuestro inundo con los ladrillos y piedras de las sensaciones, las percepciones y las intelecciones, sino que construye al sujeto mismo: a nuestro ser y a nuestra conciencia. construcciones a un tiempo sólidas y evanescentes: nunca desaparecen pero cambian continuamente de forma. Continúa metamorfosis de nuestra imagen del mundo y de nosotros mismos. Esta visión -pues se trata de una verdadera visión- recuerda a las concepciones budistas acerca de la naturaleza quimérica de la realidad y del sujeto humano. Para los budistas el yo tampoco tiene una existencia propia e independiente: es una construcción, una conglomeración de elementos mentales y sensoriales. Estos elementos o, más bien, racimos de elementos, son cinco en total (skhandas en sanscrito o khandas en pali). Los elementos componen al sujeto y a su conciencia; son el producto de nuestro karma, la suma de nuestros errores y pecados en vidas pasadas y en la presente. Por la meditación y por otros medios podemos destruir la ignorancia y el deseo, liberarnos del yo y entrar en lo incondicional, un estado indefinible que no es su vida ni muerte y del que no se puede decir absolutamente nada (nirvana).
El parecido entre estas concepciones y las de la neurología es extraordinario. también son notables las diferencias. El constructor del yo, para el budista, es el karma; para Edelman, el sistema nervioso. El budista debe destruir al yo si quiere escapar de la desdicha que es nacer y romper el lazo que lo ata a la rueda de las encarnaciones. Para Edelman el yo y la conciencia son construcciones indestructibles, salvo por un trastorno del circuito neurológico (enfermedad o muerte). El yo es una construcción y depende de la interacción de las neuronas. Es un artificio necesario e indispensable: sin el no podríamos vivir. aquí aparece la gran cuestión: el día en que el hombre descubra que su conciencia y su ser mismo no son sino construcciones, artificios, ¿podrá seguir viviendo como hasta ahora? Parece imposible. En cuanto la conciencia se diese cuenta de que es una construcción del sistema nervioso y de que su funcionamiento depende de las neuronas, perdería su eficacia y dejaría de ser conciencia. La concepción de la conciencia como una construcción de las neuronas afecta no solo al organismo individual, a cada hombre, sino a la colectividad entera. Nuestras instituciones, leyes, ideas, artes y, en fin, nuestra civilización entera, esta fundada en la noción de una persona humana dotada de libertad. ¿Se puede fundar una civilización sobre una construcción neurológica?

Para el budista la liberación comienza en el momento en que el individuo rompe la costra de la ignorancia y se da cuenta de su situación. Este darse cuenta es la consecuencia de un acto libre: el yo, la conciencia, decide su disolución para escapar del ciclo vida-muerte-vida... La libertad exige, como la orquesta neurológica, un sujeto, un yo. Sin yo, no hay libertad de decisión; sin libertad -dentro de los límites que he señalado- no hay persona humana. La actitud de Edelman ante esta cuestión es muy matizada. La mente no es, para el, sino a special kind of process depending on special arrangements of matter. O sea: la materia de que esta hecha la mente no es distinta al resto de la materia; lo que es único es su organización. De esta propiedad se deriva otra: cada mente es distinta y única. Cada organismo humano es una colección de experiencias subjetivas, sentimientos y sensaciones (qualia); este conjunto de experiencias, aunque comúnicables hasta cierto punto por el lenguaje y por otros medios, constituye un dominio virtualmente inaccesible para las mentes ajenas.
La pluralidad de mentes, señala Edelman, impide una teoría enteramente científica; siempre habrá excepciones, variaciones y regiones desconocidas. Toda descripción científica de la mente esta condenada a ser parcial; nuestro conocimiento será siempre aproximado. Esta verdad abarca también a nuestra vida interior: conocerse a si mismo es, a un tiempo, una necesidad ineludible y un ideal inalcanzable. Así pues, el problema no consiste en aceptar la existencia de almas individuales, pues es claro que cada individuo es único y que no es una maquina.

Octavio Paz en "La llama doble"

martes, 19 de febrero de 2013

Salud y Ópera

El doctor A. Téllez es un excelente gastroenterólogo, él me ha ayudado a mantener controlada una colitis ulcerativa de pronósticos severos. Téllez es dueño de un habla serena y dulce, con un temple insólito en los ambientes mataperros de la medicina pública. Su estilo de trabajar es el de un fino artesano. Le brillan los ojos cada vez que paso por su consultorio y le doy razón sobre mis furibundas tripas. El concepto "compasión" se encarna plenamente en su lenguaje corporal cuando me escucha describirle los avances y retrocesos de un padecimiento crónico, degenerativo, incurable, terrible. Este síndrome, que se ha venido a sumar a mis otros grandes males, tiene un apellido infame. La ciencia no da razón por qué diablos se activa el CUCI, ni por qué de pronto desaparece como si nunca, como si jamás me hubiera sorrajado diarreas, hemorragias, cólicos, fatigas, inapetencias, flatulencias y malgenio.

Cada tres meses voy a ver a Téllez para que me prescriba medicamentos y estudios. Con su sapiencia y humanismo me escucha atentamente y luego garabatea unos signos extraños en mi expediente. Si entre lágrimas y pataleos le describo un sangrado profuso seguido de tirones en el vientre de pronto sube un poco la voz y exclama: ¡pero si va usted respondiendo bastante bien al tratamiento! Y me despacha de su consultorio con ánimo de entrarle al mole oaxaqueño y morirme en la raya de una vez y para siempre. Milagrosamente los síntomas se desvanecen y yo me tengo que morder los labios y apretar los puños para no creerme tanta gracia. ¿De dónde saca el señor Téllez su optimismo inquebrantable? Un día, de pura casualidad, descubrí su secreto. 

Tengo un sobrino que estudia en la Escuela Superior de Música y Danza. Su dedicación a la música clásica lo ha llevado a participar en los ensambles corales que acompañan a las puestas en escena de importantes óperas. El sobrino nos obsequia boletos de cortesía. Más por apoyar al muchacho que por afición al bel canto fuimos mi mujer y yo a ver Il Trovatore. Desde la fila de taquilla, bajo el rabioso sol de Monterrey, vimos acercarse al doctor Téllez con su pasito leve y su aura afable. Nos saludamos y platicamos de lo típico entre adultos educados: sobre el clima y sus veleidades. Entonces Téllez se abrió de capa y preguntó si acudiríamos a ver Un baile de máscaras, que dentro de unos días transmitirían desde el Met de Nueva York. El evento se podría apreciar en una pantalla gigante en el Tecnológico de Monterrey. ¡Gulp! Por no parecer más guarro y descastado de lo que soy le respondí que seguramente allí estaríamos. Y desde entonces no dejamos de asistir a la terapia sagrada de los divinos médicos: Mozart, Händel, Verdi, Puccini, Donizetti…

Téllez es un apasionado de la ópera. No cualquiera es capaz de invertir cuatro horas de su preciosa vida para chutarse las rijosidades entre mezzos, barítonos, sopranos y tenores. Por eso este hombre va por la existencia como sobre un adagio, nos mira a través del imperio de las pasiones sublimadas por terremotos orquestales y sabe proveer esperanza y consuelo a sus pacientes, como el solista que se juega el destino en un aria que puede derrotar al tiempo y sus desdichas.

Joaquín Hurtado, tomado de su columna "Crónica Sero" del Suplemento Letra Ese. 

miércoles, 6 de febrero de 2013

La plaza y la alcoba

Amor y política son los dos extremos de las relaciones humanas: la relación pública y la privada, la plaza y la alcoba, el grupo y la pareja. Amor y política son dos polos unidos por un arco: la persona. La suerte de la persona en la sociedad política se refleja en la relación amorosa y viceversa. La historia de Romeo y Julieta es ininteligible si se omiten las querellas señoriales en las ciudades italianas del Renacimiento y lo mismo sucede con la de Larisa y Zhivago fuera del contexto de la revolución bolchevique y la guerra civil. Es inútil citar más ejemplos. Todo se corresponde. La relación entre amor y política esta presente a lo largo de la historia de Occidente. En la Edad Moderna, desde la Ilustración, el amor ha sido un agente decisivo tanto en el cambio de la moral social y las costumbres como en la aparición de nuevas prácticas, ideas e instituciones. En todos estos cambios -pienso sobre todo en dos grandes momentos: el romanticismo y la primera postguerra- la persona humana fue la palanca, el eje. Cuando hablo de persona humana no evoco una abstracción: me refiero a una totalidad concreta. He mencionado una y otra vez a la palabra alma y me confieso culpable de una omisión: el alma, o como quiera llamarse a la psiquis humana, no solo es razón e intelecto: también es una sensibilidad. El alma es cuerpo: sensación; la sensación se vuelve afecto, sentimiento, pasión. El elemento afectivo nace del cuerpo pero es algo más que la atracción física. El sentimiento y la pasión son el centro, el corazón del alma enamorada. Como pasión y no solo como idea, el amor ha sido revolucionario en la Edad Moderna. El romanticismo no nos enseño a pensar: nos enseño a sentir. El crimen de los revolucionarios modernos ha sido cercenar del espíritu revolucionario al elemento afectivo. Y la gran miseria moral y espiritual de las democracias liberales es su insensibilidad afectiva. El dinero ha confiscado al erotismo porque, antes, las almas y los corazones se habían secado.

Octavio Paz en "La llama doble"

martes, 5 de febrero de 2013

"El amor es la libertad en persona. La libertad encarnada en un cuerpo y un alma"

El encuentro precede a la elección y en el encuentro lo fortuito parece determinante. Bretón advirtió con perspicacia que el encuentro esta constituido por una serie de hechos que acaecen en la realidad objetiva, sin que aparentemente los guíe designio alguno y sin que nuestra voluntad participe en su desarrollo. Camino sin rumbo fijo por una calle cualquiera y tropiezo con una transeúnte; su figura me impresiona; quiero seguirla, desaparece en una esquina y un mes después, en la casa de un amigo o a la salida de un teatro o al entrar en un café, la mujer reaparece; sonríe, le hablo, me responde y así comienza una relación que nos marcara para siempre. Hay mil variantes del encuentro pero en todas ellas interviene un agente que a veces llamamos azar, otras casualidad y otras destino o predestinación. Casualidad o destino, la serie de estos hechos objetivos,
regidos por una causalidad externa, se cruza con nuestra subjetividad, se inserta en ella y se transforma en una dimensión de lo más intimo y poderoso en cada uno de nosotros: el deseo. Bretón recordó a Engels y llamo a la intersección de las dos series, la exterior y la interior: azar objetivo
Bretón formula de manera nítida y económica su idea del azar objetivo: una forma de la necesidad exterior que se abre camino en el inconsciente humano. La serie causal exterior se cruza con una causa interna: el inconsciente. Ambas son ajenas a nuestra voluntad, ambas nos determinan y su conjunción crea un orden, un tejido de relaciones, sobre el que ignoramos tanto la finalidad como la razón de ser. ¿Esa conjunción de circunstancias es accidental o posee un sentido y una dirección? Sea lo uno o lo otro, somos juguetes de fuerzas ajenas, instrumentos de un destino que asume la forma paradójica y contradictoria de un accidente necesario. El azar objetivo cumple, en la mitología de Bretón, la función del filtro mágico en la leyenda de Tristán e Isolda y la del imán en las metáforas de la poesía renacentista. El azar objetivo crea un espacio literalmente imantado: los amantes, como sonámbulos dotados de una segunda vista, caminan, se cruzan, se separan y vuelven a juntarse. No se buscan: se encuentran. Bretón recrea con clarividencia poética esos estados que conocen todos los
amantes al principio de su relación: el saberse en el centro de un tejido de coincidencias, señales y correspondencias. Sin embargo, una y otra vez nos previene que no escribe un relato novelesco ni una ficción: nos presenta un documento, nos da la relación de un hecho vivido. La fantasía, la extrañeza, no son invenciones del autor: son la realidad misma. ¿Lo es su interpretación? Si y no: Bretón cuenta lo que vio y vivió pero en su relato se despliega, bajo el nombre de azar objetivo, una teoría de la libertad y la necesidad.
El azar objetivo, tal como lo expone Bretón, se presenta como otra explicación del enigma de la atracción amorosa. Como las otras -el bebedizo, la influencia de los astros o las tendencias infantiles del psicoanálisis- deja intacto al otro misterio, el fundamental: la conjunción entre destino y libertad. Accidente o destino, azar o predestinación, para que la relación se realice necesita la complicidad de nuestra voluntad. El amor, cualquier amor, implica un sacrificio; no obstante, a sabiendas escogemos sin pestañear ese sacrificio. Este es el misterio de la libertad, como lo vieron admirablemente los trágicos griegos, los teólogos cristianos y Shakespeare. también Dante y Cavalcanti pensaban que el amor era un accidente que, gracias a nuestra libertad, se transformaba en elección.

Octavio Paz en "La llama doble"

"Mezclare tus huesos con los míos"

El amor es vida plena, unida a si misma: lo contrario de la separación. En la sensación del abrazo carnal, la unión de la pareja se hace sentimiento y este, a su vez, se transforma en conciencia: el amor es el descubrimiento de la unidad de la vida. En ese instante, la unidad compacta se rompe en dos y el tiempo reaparece: es un gran hoyo que nos traga. La doble faz de la sexualidad reaparece en el amor: el sentimiento intenso de la vida es indistinguible del sentimiento no menos poderoso de la extinción del apetito vital, la subida es caída y la extrema tensión, distensión. Así pues, la fusión total implica la aceptación de la muerte. Sin la muerte, la vida -la nuestra, la terrestre- no es vida. El amor no vence a la muerte pero la integra en la vida. La muerte de la persona querida confirma nuestra condena: somos tiempo, nada dura y vivir es un continuo separarse; al mismo tiempo, en la muerte cesan el tiempo y la separación: regresamos a la indistinción del Principio, a ese estado que entrevemos en la copula carnal. El amor es un regreso a la muerte, al lugar de reunión. La muerte es la madre universal. , le dice Cintia a su amante.

Octavio Paz en "La llama doble"

El amor es el regreso al origen.

Podemos negar al tiempo, no escapar de su abrazo. El tiempo es continua escisión y no descansa nunca: se reproduce y se multiplica al separarse de si mismo. La escisión no se cura con tiempo sino con algo o con alguien que sea no-tiempo.
Cada minuto es el cuchillo de la separación: ¿como confiarle nuestra vida al cuchillo que nos degüella? El remedio esta en encontrar un bálsamo que cicatrice para siempre esa continua herida que nos infligen las horas y los minutos. Desde que apareció sobre la tierra -sea porque haya sido expulsado del paraíso o porque es un momento de la evolución universal de la vida- el hornee es un ser incompleto. Apenas nace y se fuga de si mismo. ¿Adonde va? Anda en busca de si mismo y se Persigue sin cesar. Nunca es el que es sino el que quiere ser, el que se busca; en cuanto se alcanza, o cree que se alcanza, se desprende de nuevo de si, se desaloja, y prosigue su persecución. Es el hijo del tiempo. Y mas: el tiempo es su ser y su enfermedad constitucional. Su curación no puede estar sino fuera del tiempo. ¿Y si no hubiese nada ni nadie más allá del tiempo? Entonces el hombre estaría condenado y tendría que aprender a vivir cara a esta terrible verdad. El bálsamo que cicatriza la herida del tiempo se llama religión; el saber que nos lleva a convivir con nuestra herida se llama filosofía.

¿No hay salida? Si la hay: en algunos momentos el tiempo se entreabre y nos deja ver el otro lado. Estos instantes son experiencias de la conjunción del sujeto y del objeto, del yo soy y el tu eres, del ahora y el siempre, el allá y el aquí. No son reducibles a conceptos y solo podemos aludir a ellas con paradojas y con las imágenes de la poesía. Una de estas experiencias es la del amor, en la que la sensación se une al sentimiento y ambas al espíritu. Es la experiencia de la total extrañeza: estamos fuera de nosotros, lanzados hacia la persona amada; y es la experiencia del regreso al origen, a ese lugar que no esta en el espacio y que es nuestra patria original. La persona amada es, a un tiempo, tierra incógnita y casa natal, la desconocida y la reconocida. Sobre esto es útil citar, más que a los poetas o a los místicos, precisamente a un filósofo como Hegel, gran maestro de las oposiciones y las negaciones. En uno de sus escritos de juventud dice: el amor excluye todas las oposiciones y de ahí que escape al dominio de la razón... Anula la objetividad y así va más allá de la reflexión... En el amor la vida se descubre en ella misma ya exenta de cualquier incompletud. El amor suprime la escisión.

Octavio Paz en "La llama doble"

Surrealismo, Breton y el amor.

Desde su nacimiento el surrealismo se presento como un movimiento revolucionario. Bretón quiso unir lo privado y lo social, la rebelión de los sentidos y del corazón -encarnada en su idea del amor único- con la revolución social y política del comunismo. Fracaso y hay ecos de ese fracaso en las páginas de L'amour fon, uno de los pocos libros modernos que merece ser llamado eléctrico Su actitud no fue menos intransigente frente a la moral de la burguesía. Los románticos habían luchado en contra de las prohibiciones de la sociedad de su época y habían sido los primeros en proclamar la libertad del amor. Aunque en la Europa de 1920 y 1930 todavía subsistían muchas interdicciones, también se habían popularizado los preceptos y las doctrinas del amor libre. En ciertos grupos y medios la promiscuidad reinaba, disfrazada de libertad. Así, el combate de Bretón por el amor se desplegó en tres frentes: el de los comunistas, empeñados en ignorar la vida privada y sus pasiones; el de las antiguas prohibiciones de la Iglesia y la burguesía; y el de los emancipados. Combatir a los dos primeros no era difícil, intelectualmente hablando; combatir al tercer grupo era arduo pues implicaba la crítica de su medio social. No hay nada más difícil que defender a la libertad de los libertarios.
Uno de los grandes meritos de Bretón fue haberse dado cuenta de la función subversiva del amor y no únicamente, como la mayoría de sus contemporáneos, del mero erotismo. Percibió también, aunque no claramente, las diferencias entre el amor y el erotismo pero no pudo o no quiso ahondar en esas diferencias y así se privo de dar una base más sólida a su idea del amor. En su tentativa por insertar su idea del amor en el movimiento revolucionario y filosófico de su época -¿lo sabia?- no hizo sino seguir a los poetas del pasado, especialmente a uno de los fundadores, Dante, que se propuso abolir la oposición entre el amor cortes y la filosofía cristiana. En la actitud de Bretón aparece de nuevo la dualidad del surrealismo: por una parte, fue una subversión, una ruptura; por la otra, encarno la tradición central de Occidente, esa corriente que una y otra vez se ha propuesto unir la poesía al pensamiento, la crítica a la inspiración, la teoría a la acción. Fue ejemplar que en los momentos de la gran desintegración moral y política que precedió a la segunda guerra mundial, Bretón haya proclamado el lugar cardinal del amor único en nuestras vidas. Ningún otro movimiento poético de este siglo lo hizo y en esto reside la superioridad del surrealismo; una superioridad no de orden estético sino espiritual.

La posición de Bretón fue subversiva y tradicional. Se opuso a la moral prevaleciente en nuestras sociedades, tanto a la burguesa como a la pseudo revolucionaria; al mismo tiempo y con la misma decisión, continuo la tradición legada por los románticos e iniciada por los poetas provenzales. Sostener la idea del amor único en el momento de la gran liberación erótica que siguió a la primera guerra era exponerse al escarnio de muchos; Bretón se atrevió a desafiar la opinión avanzada con denuedo e inteligencia. No fue enemigo de la nueva libertad erótica pero se negó a confundirla con el amor. Señalo los obstáculos que se oponen a la elección amorosa: los prejuicios morales y sociales, las diferencias de clase y la alienación. Esta última le parecía el verdadero y gran obstáculo: ¿como escoger si no somos dueños ni siquiera de nosotros mismos?

Octavio Paz en "La llama doble"

sábado, 2 de febrero de 2013

En el amor todo es dos y todo tiende a ser uno.

Si, somos mortales, somos hijos del tiempo y nadie se salva de la muerte. No solo sabemos que vamos a morir sino que la persona que amamos también morirá. Somos los juguetes del tiempo y de sus accidentes: la enfermedad y la vejez, que desfiguran al cuerpo y extravían al alma. Pero el amor es una de las respuestas que el hombre ha inventado para mirar de frente a la muerte. Por el amor le robamos al tiempo que nos mata unas cuantas horas que transformamos a veces en paraíso y otras en infierno. De ambas maneras el tiempo se distiende y deja de ser una medida. Más allá de felicidad o infelicidad, aunque sea las dos cosas, el amor es intensidad; no nos regala la eternidad sino la vivacidad, ese minuto en el que se entreabren las puertas del tiempo y del espacio: aquí es allá y ahora es siempre. En el amor todo es dos y todo tiende a ser uno.

Octavio Paz en "La llama doble"

Paradoja del amor al cuerpo y al alma

Sin la creencia en un alma inmortal inseparable de un cuerpo mortal, no habría podido nacer el amor único ni su consecuencia: la transformación del objeto deseado en sujeto deseante. En suma, el amor exige como condición previa la noción de persona y esta la de un alma encarnada en un cuerpo.
La palabra persona es de origen etrusco y designaba en Roma a la mascara del actor teatral. ¿Que hay detrás de la mascara, que es aquello que anima al personaje? El espíritu humano, el alma o ánima. La persona es un ser compuesto de un alma y un cuerpo. Aquí aparece otra y gran paradoja del amor, tal vez la central, su nudo trágico: amamos simultáneamente un cuerpo mortal, sujeto al tiempo y sus accidentes, y un alma inmortal. El amante ama por igual al cuerpo y al alma. Incluso puede decirse que, si no fuera por la atracción hacia el cuerpo, el enamorado no podría amar al alma que lo anima. Para el amante el cuerpo deseado es alma; por esto le habla con un lenguaje más allá del lenguaje pero que es perfectamente comprensible, no con la razón, sino con el cuerpo, con la piel. A su vez el alma es palpable: la podemos tocar y su soplo refresca nuestros parpados o calienta nuestra nuca. Todos los enamorados han sentido esta transposición de lo corporal a lo espiritual y viceversa. Todos lo saben con un saber rebelde a la razón y al lenguaje.

(...)

El amante ama al cuerpo como si fuese alma y al alma como si fuese cuerpo. El amor mezcla la tierra con el cielo: es la gran subversión. Cada vez que el amante dice: te amo para siempre, confiere a una criatura efímera y cambiante dos atributos divinos: la inmortalidad y la inmutabilidad. La contradicción es en verdad trágica: la carne se corrompe, nuestros días están contados. No obstante, amamos. Y amamos con el cuerpo y con el alma, en cuerpo y alma.

Octavio Paz en "La llama doble"