martes, 27 de julio de 2010

Jaime

Hay dos clases de poetas modernos: aquellos, sutiles y profundos, que adivinan la esencia de las cosas y escriben: “Lucero, luz cero, luz Eros, la garganta de la luz pare colores cóleros”, etcétera, y aquellos que se tropiezan con una piedra y dicen “pinche piedra”. Los primeros son los más afortunados. Siempre encuentran un crítico inteligente que escribe un tratado “Sobre las relaciones ocultas entre el objeto y la palabra y las posibilidades existenciales de la metáfora no formulada”. --De ellos es el Olimpo que en estos días se llama simplemente el Club de la Fama.
Jaime Sabines
Nuevo recuento de poemas

Jaime Idolo

¿De qué sirven los poetas? Sirven, como en el mito de Sísifo, para subir la roca que ha de caerse, para sacar la flor de las cenizas, para arrojar del corazón del hombre el desencanto.
Premio Elias Sourasky

Es claro que un poeta no escribe para recibir premios, pero si éstos llegan, ¡qué bueno! El poeta escribe por necesidad fisiológica, por necesidad ontológica, por fatalismo. La poesía más que una vocación es un destino. El poeta habla de la vida y sabe que la vida no es un concurso.

Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura

Jaime Sabines
Fragmento de discursos pronunciados al recibir los reconocimientos

Jaime Idolo

Yo vine a recibir un premio. Me siento orgulloso, alegre, pero me siento también apenado, confundido. Ustedes dicen: "A Jaime Sabines le corresponde este premio", y yo digo: "Tienen razón, pero ¿quién es este Jaime Sabines? Dos o tres libros, con algunas páginas que quieren ser poemas, no son nada. ¿Y qué va a hacer este Jaime Sabines con esta confianza de toda esta gente, con esta credulidad que es casi un milagro? ¿Qué va a hacer este pobre diablo con este premio? Es casi seguro que se ha gastado los cinco mil pesos antes de recibirlos, pero ¿qué va a hacer con este premio?, ¿qué va a hacer con estas palabras, con esta presencia de ustedes, con esta confianza de ustedes a esta hora? ¿Saben qué piedra, qué peso enorme le ponen sobre su corazón? Porque éste premio es lo mismo que las palabras del padre: "Toma esto, hijo mío, yo espero".
Premio Chiapas 1959
Jaime Sabines
Fragmento de discursos pronunciados al recibir los reconocimientos

El tiempo de vivir



Si sobrevives, si persistes, canta,
Sueña, emborráchate.
Es el tiempo del frío: ama,
Apresúrate. El viento de las horas
Barre las calles, los caminos.
Los árboles esperan: tú no esperes,
Éste es el tiempo de vivir, el único.

Jaime Sabines
De "Otros poemas sueltos (1973-1993)"
Libro "Jaime Sabines: Recuento de poemas. 1950-1993"

lunes, 26 de julio de 2010

Muerte

...¿Quién necesita flores cuando ya se ha muerto? Nadie.
...Cuando hace buen tiempo, mis padres suelen ir a dejar flores en la tumba de Allie. Yo fui con ellos unas cuantas veces pero después no quise volver más. No me gusta verle en el cementerio rodeado de muertos y de losas. Cuando hace sol aún lo aguanto, pero dos veces empezó a llover mientras estábamos allí. Fue horrible. El agua empezó a caer sobre su tumba empapando la hierba que tiene sobre el estómago. Llovía muchísimo y la gente que había en el cementerio empezó a correr hacia los coches. Aquello fue lo que más me reventó. Todos podían meterse en su automóvil, y poner la radio, y después irse a cenar a un restaurante menos Allie. No pude soportarlo. Ya sé que lo que está en el cementerio es sólo su cuerpo y que su espíritu está en el Cielo y todo eso, pero no pude aguantarlo. Daría cualquier cosa porque no estuviera allí. Claro, ustedes no le conocían. Si le hubieran conocido entenderían lo que quiero decir...
-Allie está muerto. No vale. Si una persona está muerta y en el Cielo, no vale...
-Ya lo sé que está muerto. ¿Te crees que no lo sé? Pero puedo quererle, ¿no? No sé por qué hay que dejar de querer a una persona sólo porque se haya muerto. Sobre todo si era cien veces mejor que los que siguen viviendo...

JD
Sallinger Fragmentos de "El guardián entre el centeno"

Amor

Tomás se decía: hacer el amor con una mujer y dormir con una mujer son dos pasiones no sólo distintas sino casi contradictorias. El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien (este deseo se produce en relación con una cantidad innumerable de mujeres), sino en el deseo de dormir junto a alguien (este deseo se produce en relación con una única mujer).


Milan Kundera
Fragmento de "La insoportable levedad del ser"

domingo, 25 de julio de 2010

Con tu amargura a cuestas



Con tu amargura a cuestas
Y tus dolores en los bolsillos
-las uñas todavía llenas de la tierra de los sepulcros que arañas-
Y los ojos rodeados, hundidos en la sombra
Que la noche inyecta con innumerables y finas agujas,
Con el corazón convaleciente, tierno como una manzana,
Sucio y torpe como un recién nacido,
Vas en las calles viendo y aprendiendo
-y una sonrisa crece en los labios de tu sangre-
Como si fueras el primer habitante del mundo.

Resucitado para ti es la calle
Y los árboles y la neblina
Y el sol que pica
Y la tarde friolenta que pide cama con mujer
Y la noche que te recibe amorosa como un libro.
Para ti es también el amanecer de los que trabajan,
Las fauces de las fábricas que se abren con ruido,
Los relojes de las oficinas de mala digestión,
La estercolada y húmeda ternura de los establos,
El delantal de los almacenes y el garrote de seda,
El agua borricada de los despachos,
El fenol diario de la misa
Y la triste sabiduría de los barrenderos.
Para ti es la ciudad de los amores y los crímenes,
De las tentaciones y las locuras ordenadas,
De las necesidades en busca de alguien,
De las soledades atropellándose;
Para ti las bibliotecas y los burdeles
Y los cines y los teatros
Y los estadios y las arenas y las pistas de baile
Y el asfalto desierto de la madrugada.
Para ti son estas gentes y estos fantasmas
Y estos otros resucitados, y estas sombras
Que caminan y comen y se divierten
Y sufren y gozan y viven y se enferman y mueren
En estos sitios que estás conociendo.
Para ti son las manos caídas,
Para que las estreches con tus muñones,
Con las manos que te van a brotar ahora mismo.
Para que tú te entregues
Se te están dando todas estas cosas;
Para que te levantes a los treinta y tres años
Y juegues con tus hijos y con todas las gentes
En el nombre del padre y del espíritu santo
Y en el nombre del huérfano y del espíritu herido
Y en el nombre de la gloria del juego del hombre.

Jaime Sabines
De "Otros poemas sueltos (1973-1993)"
Libro "Jaime Sabines: Recuento de poemas. 1950-1993"

Muertos



¡Qué costumbre tan salvaje esta de enterrar a los muertos! ¡de matarlos, de aniquilarlos, de borrarlos de la faz de la tierra! Es tratarlos alevosamente, es negarles la posibilidad de revivir.

Yo siempre estoy esperando que los muertos se levanten, que rompan el ataúd y digan alegremente: ¿por qué lloras?

Por eso me sobrecoge el entierro. Aseguran las tapas de las cajas, la introducen, le ponen lajas encima, y luego tierra, tras, tras, tras, paletada tras paletada, terrones, polvo, piedras, apisonado, amacizado, ahí te quedas, de aquí ya no sales.

Me dan risa, luego, las coronas, las flores, el llanto, los besos derramados. Es una burla: ¿para qué lo enterraron?, ¿por qué no lo dejaron fuera hasta secarse, hasta que nos hablaran sus huesos de su muerte? ¿O por qué no quemarlo, o darlo a los animales, o tirarlo a un río?

Habría que tener una casa de reposo para los muertos, ventilada, limpia, con música y con agua corriente. Lo menos dos o tres, cada día, se levantarían a vivir.



Jaime Sabines
De "Otros poemas sueltos (1973-1993)"
Libro "Jaime Sabines: Recuento de poemas. 1950-1993"

sábado, 24 de julio de 2010

Muerte



¿Qué pensaría Lázaro cuando iba a morir por segunda vez?  La segunda muerte ¿fue distinta de la primera, como el lunes es distinto del martes? ¿A cuántas muertes tenemos tenemos derecho cada uno? Porque la vida es siempre la misma, pero la muerte...


Jaime Sabines
De "Otros poemas sueltos (1973-1993)"
Libro "Jaime Sabines: Recuento de poemas. 1950-1993"

viernes, 23 de julio de 2010

Llueve, Llovizna



Llueve, llovizna, se humedece el aire, se enfría, vuelve a llover, diluvia, caen, paren las nubes a ras de tierra, desaparecen, llovizna, quedan las cosas frías, humedecidas, mojadas, distantes, aisladas, penetradas del cielo derribado, de la ascensión terrestre. El agua insiste. Amputado de las piernas, el día , desde temprano se arrastra trabajosamente en las calles, se regocija en las grandes avenidas, y se echa cansado debajo de los árboles en las plazas sitiadas de edificios.

El agua corre en hilos, en arroyos, hacia la alcantarilla de la esquina, se estanca, se aglomera, desciende de su vientre, crece. Se ha detenido en las paredes, en las ropas, en los jardines interiores; juega con los niños, se divierte con los peatones, humilla a los obreros de los camiones de carga. Luego, se oculta, desaparece, se hace idéntica al aire, se respira. Y entristece a la luz. Alarga las horas de los amantes, prolonga la soledad, ahonda el infortunio.

El agua, sobre la ciudad, permanece, burla el tiempo. Los cristales de las ventanas se endurecen, se hacen como espejos, y se encienden una a una las lámparas.


Jaime Sabines
De "Otros poemas sueltos (1973-1993)"
Libro "Jaime Sabines: Recuento de poemas. 1950-1993"

jueves, 22 de julio de 2010

Me tienes en tus manos.



Me tienes en tus manos
Y me lees lo mismo que un libro.
Sabes lo que yo ignoro
Y me dices las cosas que no me digo.
Me aprendo en ti más que en mí mismo.
Eres como un milagro de todas horas,
Como un dolor sin sitio.
Si no fuera mujer fueras mi amigo.
A veces quiero hablarte de mujeres
Que a un lado tuyo persigo.
Eres como el perdón
Y yo soy como tu hijo.
¡Qué buenos ojos tienes cuando estás conmigo!
¡Qué distante te haces y qué ausente
Cuando a la soledad te sacrifico!
Dulce como tu nombre, como un higo,
Me esperas en tu amor hasta que arribo.
Tú eres como mi casa,
Eres como mi muerte, amor mío.

Jaime Sabines
De "Otros poemas sueltos (1973-1993)"
Libro "Jaime Sabines: Recuento de poemas. 1950-1993"

miércoles, 21 de julio de 2010

Te quiero a las diez de la mañana.





Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario, en las diversiones que no tienes, me pongo a odiarte sordamente, con la mitad del odio que guardo para mí.


Luego vuelvo a quererte, cuando nos acostamos y siento que estás hecha para mí, que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre, que mis manos me convencen de ello, y que no hay otro lugar en donde yo me venga, o donde yo vaya, mejor que tu cuerpo. Tú vienes toda entera a mi encuentro, y los dos desaparecemos un instante, nos metemos en la boca de Dios, hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño.


Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro. Me preocupan los hombres, me preocupo yo, me distraen mis penas. Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo. Ya ves. ¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?

Jaime Sabines
De "Otros poemas sueltos (1973-1993)"
Libro "Jaime Sabines: Recuento de poemas. 1950-1993"

martes, 20 de julio de 2010

Caballos de fuerza





Acabo de estrenar un coche de lujo. Nunca en mi vida había tenido sino pequeños carros, modestos, mediocres, más bien pobres instrumentos de trabajo.
Estuve alegre ayer todo el día, como cuando tuve bicicleta a los once años.
Qué simbiosis se establece entre el objeto y uno mismo? ¿Por qué la posesión de lo superfluo enaltece el ánimo como una conquista?
Con sus 240 caballos de fuerza parece que aumentara la fuerza de uno mismo, su capacidad de acción, su poderío.
Mi mujer y mis hijos están felices también. Nos hemos paseado de un lado a otro admirando su vestidura impecable, su palanca al piso, el espejo lateral que se mueve desde adentro y tantas preciosidades que lo hacen distinto.
¡Dios mío!, me pregunto, ¿esto es lo que llaman enajenación?, ¿o es el principio de mi decadencia?





Bueno, me digo consolándome: Todavía faltan dos años para pagarlo.


Jaime Sabines


De "Otros poemas sueltos (1973-1993)"
Libro "Jaime Sabines: Recuento de poemas. 1950-1993"

Muerte y Vida

En serio.

Te digo en serio que la muerte no existe. De pronto lo descubres. Cuando el pedazo de carbón ya no es más madera quemada sino carbón a solas, lleno de sí mismo, con su propia vida; cuando la corteza del árbol o la hoja desprendida flota sobre el arroyo, y al piedra en el fondo junto a los caracoles crece mansamente; el agua llena de tantas hojas minúsculas, llena de luz, de música, de insectos destruidos, de zancudos cristianos caminando sobre su superficie; el agua que se bebe la sombra de los árboles; el ganado a su orilla, las quietas vacas en el viento, el quieto viento como una transparencia; toda la tarde, todo el concierto, la armonía, el deslumbrante misterio, que estaba allí a tu alcance, tan sencillo y tan simple. Y tú dentro de todo, con todo en ti mismo. – Te digo que sólo la vida existe.

Jaime Sabines
De "Otros poemas sueltos (1973-1993)"
Libro "Jaime Sabines: Recuento de poemas. 1950-1993"

domingo, 18 de julio de 2010

Conocimiento




-          (…) También nosotros quemamos libros. Los leemos y los quemamos, por miedo a que los encuentren. Registrarlos en microfilm no hubiera resultado. Siempre estamos viajando, no queremos enterrar la película y regresar después por ella. Siempre existe el riesgo de ser descubiertos. Mejor es guardarlo todo en la cabeza, donde nadie puede verlo ni sospechar de su existencia. Todos somos fragmentos de Historia, Literatura y de Ley Internacional, Byron, Tom Paine, Maquiavelo o Cristo, todo está aquí. Y ya va siendo tarde. Y la guerra ha empezado. Y estamos aquí,  y la ciudad está allí, envuelta en su abrigo de un millar de colores. ¿En qué piensa Montag?
-          Pienso que estaba ciego tratando de hacer las cosas a mi manera, dejando libros en las casas de los bomberos y enviando denuncias.
-          Ha hecho lo que debía. Llevado a escala nacional, hubiese podido dar espléndidos resultados. Pero nuestro sistema es más sencillo y creemos que mejor. Lo que deseamos es conservar los conocimientos que creemos habremos de necesitar, intactos y a salvo. No nos proponemos hostigar ni molestar a nadie. Aún no. Porque si destruyen, los conocimientos habrán muerto, quizás para siempre. Somos ciudadanos modélicos, a nuestra manera especial. Seguimos las viejas vías, dormimos en las colinas, en las noches, y la gente de las ciudades nos dejan tranquilos. De cuando en cuando, nos detienen y nos registran, pero en nuestras personas no hay nada que pueda comprometernos. La organización  es flexible, muy ágil y fragmentada. Algunos de nosotros hemos sido sometidos a cirugía plástica en el rostro y en los dedos. En este momento, nos espera una misión horrible. Esperamos a que empiece la guerra y, con idéntica rapidez, a que termine. No es agradable. No es agradable, pero es que nadie nos controla. Construimos una extravagante minoría que clama en el desierto. Cuando la guerra haya terminado, quizá podamos ser de alguna utilidad al mundo.
-          ¿De verás cree que entonces escucharán?
-          Si no lo hacen, no tendremos más que esperar. Transmitiremos los libros a nuestros hijos, oralmente, y dejaremos que nuestros hijos esperen, a su vez. De este modo se perderá mucho, desde luego, pero no se puede obligar a la gente a que escuche. A su debido tiempo, deberá a acudir, preguntándose, qué ha ocurrido y por qué el mundo ha estallado bajo ellos. Esto no puede durar.
-          ¿Cuántos son ustedes?
-          Miles, que van por los caminos, las vías férreas abandonadas, vagabundos por el  exterior, bibliotecas por el interior. Al principio, no se trató de un plan. Cada hombre tenía un libro que quería recordar, y así lo hizo. Luego, durante un período de veinte años, fuimos entrando en contacto, viajando, estableciendo esta organización y forzando un plan. Lo más importante que debíamos meternos en la cabeza es que no somos importantes, que no debemos ser pedantes. Sólo somos sobrecubiertas para libros, sin valor intrínseco. Algunos de nosotros viven en pequeñas ciudades. El Capítulo I del Walden de Thoreau, habita en Green River, el Capítulo II, en Millow Farm, Maine. Pero si hay un poblado en Maryland, con solo veintisiete habitantes, ninguna bomba caerá sobre esa localidad que alberga los ensayos completos de un hombre llamado Bertrand Rusell. Coge ese poblado y casi divida las páginas, tantas por persona. Y cuando la guerra haya terminado, algún día, los libros podrán ser escritos de nuevo. La gente será convocada una por una, para que recite lo que sabe, y lo imprimiremos hasta que llegue otra Era de Oscuridad, en la que, quizá, debemos repetir toda la operación. Pero esto es lo maravilloso del hombre: nunca se desalienta o disgusta lo suficiente para abandonar algo que debe hacer, porque sabe que es importante y que merece la pena serlo.

Ray Bradbury
Fragmento de "Fahrenheit 451"

sábado, 17 de julio de 2010

Muerte



Esta entrada está dedicada a Mamá Cata (QEPD)

(…) Cuando era niño, mi abuelo murió. Era escultor. También era un hombre muy bueno, tenía mucho amor que dar al mundo, y ayudó a eliminar la miseria en nuestra ciudad; y construía juguetes para nosotros, y se dedicó a mil actividades durante su vida; siempre tenía las manos ocupadas. Y cuando murió, de pronto me di cuenta que no lloraba por él, sino por las cosas que hacía. Lloraba porque nunca más volvería a hacerlas, nunca más volvería a labrar otro pedazo de madera y no nos ayudaría a críar pichones en el patio, ni tocaría el violín como el sabía hacerlo, ni nos contaría chistes. Formaba parte de nosotros, y cuando murió, todas las actividades se interrumpieron, y nadie era capaz de hacerlas como él. Era individualista. Era un hombre importante. Nunca me he sobrepuesto a su muerte. A menudo pienso en las tallas maravillosas que nunca han cobrado forma a causa de su muerte. Cuántos chistes faltan en el mundo, y cuántos pichones no han sido tocados por sus manos. Configuró el mundo, hizo cosas en su beneficio. La noche en que falleció, el mundo sufrió una pérdida de diez millones de buenas acciones. (…)

(…) Cuando muere, todo el mundo debe dejar algo detrás, decía mi abuelo. Un hijo, un libro, un cuadro, una casa, una pared levantada o un par de zapatos. O un jardín plantado. Algo que tu mano tocará de un modo especial, de modo que tu alma tenga a un sitio a donde ir cuando tú mueras, y cuando la gente mire ese árbol, o esa flor, que tú plantaste, tú estarás allí. "No importa lo que hagas –decía-, en tanto que cambies algo respecto a como era antes de tocarlo, convirtiéndolo en algo que sea como tú después de que separes de ellos tus manos. La diferencia entre el hombre que se limita a cortar el césped y un auténtico jardinero está en el tacto. El cortador de césped igual podría no haber estado allí, el jardinero estará allí para siempre (…).

Ray Bradbury
Fragmento de "Fahrenheit 451"

viernes, 16 de julio de 2010

Errores y aprendizaje



Teme usted cometer errores. No tema. De los errores, se puede sacar provecho. ¡Si cuando yo era joven arrojaba mi ignorancia a la cara de la gente! Me golpeaban con bastones. Pero cuando cumplí los cuarenta años mi romo instrumento había sacado una fina y aguzada punta. Si esconde usted su ignorancia, nadie le atacará y nunca llegará a aprender.

Ray Bradbury
Fragmento de "Fahrenheit 451"

jueves, 15 de julio de 2010

Libro



-          (…) Tenemos todo lo necesario para ser felices, pero no lo somos. Falta algo. Miré a mi alrededor. Lo único que me constaba positivamente que había desaparecido eran los libros que he ayudado a quemar en diez o doce años. Así, pues, he pensado que los libros podrían servir de ayuda.
-          Es usted un romántico sin esperanza –dijo Faber. Resultaría divertido si no fuese tan grave. No es libros lo que usted necesita, sino algunas de las cosas que en un tiempo estuvieron en los libros. El mismo detalle infinito y las mismas enseñanzas podrían ser proyectadas a través de radios y televisores, pero no lo son. No, no: no son los libros lo que usted está buscando. Búsquelo donde pueda encontrarlo, en viejos discos, en viejas películas y en viejos amigos; búsquelo en la Naturaleza y búsquelo por sí mismo. Los libros sólo eran un tipo de receptáculo donde almacenábamos una serie de cosas que temíamos olvidar. No hay nada mágico en ellos. La magia sólo están en lo que dicen los libros, en cómo unían los diversos aspectos del Universo hasta formar un conjunto para nosotros. Desde luego, usted no puede saber esto, sigue sin entender lo que quiero decir con mis palabras. Intuitivamente, tiene usted razón, y eso es o que importa. Faltan tres cosas.
>>Primera: ¿Sabe por qué libros como éste son tan importantes? Porque tiene calidad. Y, ¿qué significa la palabra calidad? Para mí significa textura. Este libro tiene foros, tiene facciones. Este libro puede colocarse bajo el microscopio. A través de la lente, encontraría vida, huellas del pasado en infinita profusión. Cuánto más poros, más detalles de la vida verídicamente registrados puede obtener de cada hoja de papel, cuanto más "literario" se sea (…).
>> (…) ¿Se da cuenta, ahora, de por qué los libros son tan odiados y temidos? Muestran los poros del rostro de la vida (…).
-          (…) ¿Y lo segundo?
-          Ocio.
-          Oh, disponemos de muchas horas después del trabajo.
-          De horas después del trabajo, sí, pero, ¿y para pensar? Si no se conduce un vehículo a ciento cincuenta kilómetros por hora, de modo sólo puede pensarse en el peligro que se corre, se está interviniendo en algún juego o se está sentado en un salón, dónde es imposible discutir con el televisor de cuatro paredes. ¿Por qué? El televisor es "real". Es inmediato, tiene dimensión. Te dice lo que tienes que pensar y te lo dice a gritos. Ha de tener razón. Parece tenerla. Te hostiga tan apremiantemente para que acepte tus propias conclusiones, que tu mente no tiene tiempo para protestar, para gritar: "¡Qué tontería!".
-          (…) Mi esposa afirma que los libros no son "reales".
-          Y gracias a Dios por ello. Uno puede cerrarlos, decir: "Aguarda un momento". Uno actúa como un Dios. Pero, ¿quién se ha arrancado alguna vez de la garra que le sujeta una vez se ha instalado en un salón con televisor? ¡Le da a uno la forma que desea! Es un ambiente tan auténtico como el mundo. Se convierte y es la verdad. Los libros pueden ser combatidos con motivo. Pero, con todos mis conocimientos y escepticismo, nunca he sido capaz de discutir con una orquesta sinfónica de un centenar de instrumentos, a todo color, en tres dimensiones, y formando parte, al mismo tiempo, de esos increíbles salones. Como ve, mi salón consiste únicamente en cuatro paredes de yeso. Y aquí tengo esto –mostró dos pequeños tapones de goma-. Para mis orejas cuando viajo en el "Metro" (…)
-          (…) ¿A dónde iremos a parar? ¿Podrían ayudarnos los libros?
-          Sólo si la tercera condición necesaria pudiera sernos concedida. La primera como he dicho, es la calidad de información. La segunda, ocio para asimilarla. Y la tercera: el derecho a emprender acciones basadas en lo que aprendemos por interacción o por la acción conjunta de las otras dos.

Ray Bradbury
Fragmento de "Fahrenheit 451"

martes, 13 de julio de 2010

Libros y censura



Como las universidades producían más corredores, saltadores, boxeadores, aviadores y nadadores, en vez de profesores, críticos, sabios y creadores, la palabra "intelectual", claro está, se convirtió en el insulto que merecía ser. Siempre se teme a lo desconocido. Sin duda, te acordarás del muchacho de tu clase que era excepcionalmente "inteligente", que recitaba la mayoría de las lecciones y daba las respuestas, en tanto que los demás permanecían como muñecos de barro, y le detestaban. ¿Y no era ese muchacho inteligente al que escogían para pegar y atormentar después de las horas de clase? Desde luego que sí. Hemos de ser todos iguales. No todos nacimos libres e iguales, como dice la Constitución, sino todos hechos iguales. Cada hombre, la imagen de cualquier otro. Entonces, todos son felices, porque no pueden establecerse diferencias ni comparaciones desfavorables. ¡Ea! Un libro es un arma cargada en la casa de al lado. Quémalo. Quita el proyectil del arma. Domina la mente del hombre. ¿Quién sabe cuál podría ser el objetivo del hombre que leyese mucho? ¿Yo? No los resistiría ni un minuto. Y así, cuando, por último, las casas fueron totalmente inmunizadas contra el fuego, en el mundo entero (la otra noche tenías razón en tus conjeturas) ya no hubo necesidad de bomberos para el antiguo trabajo. Se les dio una nueva misión, como custodios de nuestra tranquilidad el espíritu, de nuestro pequeño, comprensible y justo temor de ser inferiores. Censores oficiales, jueves y ejecutores. Eso eres tu, Montag. Y eso soy yo.

Ray Bradbury
Fragmento de "Fahrenheit 451"

lunes, 12 de julio de 2010

Amor propio

Nadie me dará el amor, la alegría, el goce de las felicidades que yo no siento dentro de mí. Y, aunque yo tuviera el alma llena de las más dulces sensaciones, no sabría hacer dichoso a quien en la suya careciese de todo.

Goethe
Fragmento de "Werther"

domingo, 11 de julio de 2010

Amor

(,..) Sin el amor, ¿qué sería el mundo para nuestro corazón? Lo que una linterna mágica sin luz. Apenas se introduce la lamparilla, cuando las imágenes más variadas aparecen en el lienzo diáfano. Y aunque el amor no fuera otra cosa que fantasmas pasajeros, esto bastaría para labrar nuestra dicha cuando, deteniéndonos a contemplarlos como niños alegres, nos extasiamos con tan maravillosas ilusiones. (...)

(...) ¿se puede llamar fantasmas a lo que nos hace felices?

Goethe
Fragmento de "Werther"

sábado, 10 de julio de 2010

Desapego

(...) Cuando la tía Carmen se enteró que su marido había caído preso de otros perfumes y otros abrazos, sin más ni más lo dio por muerto. (...)

(...) De todos modos el chisme es el chisme y a ella le dolió como una maldición la verdad incierta. Así que tras ponerse de luto y actuar frente a él como si no lo viera, empezó a no pensar más en sus camisas, sus trajes, el brillo de sus zapatos, sus pijamas, su desayuno, y poco a poco hasta sus hijos. Lo borró del mundo con tanta precisión , que no sólo su suegra  su cuñada, sino hasta su misma madre estuvieron de acuerdo en que debían llevarla a un manicomio (...)

(...) - Se pena porque  faltan o porque sobran. Lo que devasta es la norma. Se ve mal tener menos de un marido, pero para tu consuelo se ve peor tener más de uno. Como si el cariño se gastara. El cariño no se gasta, Carmen -dijo la tía Fernanda. Y tu no estás más loca que yo. Así que vámonos yendo de aquí.

La sacó esa misma tarde del manicomio (...)

(...) Debe ser extenuante querer doble - pensaba cuando veía a Fernanda quedarse dormida como un gato en cualquier rincón y a cualquier hora del día.Una de esas, mirándola dormir, como quien por fin respira para sí, revivió a su marido y se encontró murmurando:

- Pobre Manuel. (...)

(...) Tienes razón -le dijo-. El cariño no se gasta. No se gasta el cariño. Por eso Manuel me dijo que me quería tanto como a la otra. ¡Qué horror! Pero también: qué me importa, qué hago yo vuelta loca con los chismes, si estaba yo en mi casa haciendo buenos ruidos, ni uno más ni uno menos de los que me asignó la Divina Providencia. Si Manuel tiene para más, Dios lo bendiga. Yo no quería más, Fernanda. Pero tampoco menos. Ni uno menos.

Echó todo ese discurso mientras Fernanda le recogía el cabello y le ensartaba un hilo de oro en cada oreja. Luego se fue a buscar a Manuel para avisarle que en su casa habría sopa al mediodía y a cualquier hora de la noche. Manuel conoció entonces la boca más ávida y la mirada más cuerda que había visto jamás.

Comieron sopa.

Ángeles Mastretta
Fragmento del libro "Mujeres de ojos grandes"

viernes, 9 de julio de 2010

Sabiduría

Me veo en toda la gente, ninguno es más y ninguno es menos que un grano de cebada,
Y lo bueno y lo malo que digo de mí lo digo de ellos.

Y sé que soy robusto y sano,
Hacia mí fluyen perpetuamente  los objetos convergentes del universo,
Todos han sido escritos para mí y debo descifrar lo que su escritura significa.

Y sé que soy inmortal,
Sé que ésta órbita mía no puede ser recorrida por un cepillo de carpintero,
Sé que no me desvaneceré como la espiral que en la noche traza un niño con palo encendido.

Sé que soy augusto,
No torturo mi espíritu ni para justificarse ni para hacerse entender, 
Veo que las leyes elementales nunca piden disculpas,
Después de todo no creo comportarme con más orgullo que el nivel que me sirve para asentar mi casa.
Existo como soy, eso es bastante,
Si nadie en el mundo lo sabe, estoy satisfecho,
Y si todos y cada uno lo saben, estoy satisfecho.

Walt Whitman
Fragmento del poema "Canto a mi mismo".
Libro "Hojas de Hierba".



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jueves, 8 de julio de 2010

Amor

LECCIÓN DE ANATOMÍA
                              Para Tania, en sus 40


Me gusta adivinarte los alvéolos
cuando duermes,
y todo el mecanismo de finísima
relojería que eres,
de mí 
tan desasida,
ingrávida en el éter de las sábanas
(nubes de Rubens
y la cama
el lienzo que te enmarca).
Me infiltro en la blancura, sé
que sabes que aquí estoy,
que intento inútilmente respirar
al ritmo de tu ritmo,
ajustar estos diástoles groseros
a tu pautada inspiración
y espiración
-morir como tu mueres.
Me gusta el sobresalto con que admiro
(mi amor es taquicárdico)
tu sangre horizontal, 
la placidez de tus arterias,
tu lección anatómica de paz.
Esta es mi vocación: velar
y celebrarte.

Julio Trujillo.

Tomado de la Revista Letras Libres
Edición Junio 2010

miércoles, 7 de julio de 2010

Yo

Me rodean tramposos y preguntones,
La gente que encuentro... la influencia de mi infancia... del barrio y de la ciudad en que vivo... de la nación,
Las últimas noticias... descubrimientos, inventos, sociedades... autores antiguos y modernos,
Mi cena, traje, compañeros, aspecto, negocios, atenciones, deberes,
La indiferencia real o imaginada de algún hombre o mujer que amo,
La enfermedad de alguno de mis parientes, o la mía propia... o la maldad o la pérdida de dinero... o el abatimiento o la exaltación,
Me llegan día y noche y después se alejan,
Pero no son mi Yo verdadero.

Walt Whitman
Fragmento del poema "Canto a mí mismo"
Del libro "Hojas de hierba" 

martes, 6 de julio de 2010

La mujer que soy

Son entonces tus manos ávidas
en mí las que me rescatan del sueño
solitario donde floto suspendido
entre tú y la tierra y allá fuera

llueve otra vez mi ventana ya disuelta
en las luces del suburbio nada admite
en esta calma muerta más allá
de nuestra respiración de nuestros cuerpos

cambian de forma hallan otro espacio
para medir distancias
desde la lejanía
hasta aquí tus manos ávidas

mías como una cuna mi mano
te sostiene las tuyas
hablan a través del sueño 3 a.m.
y yo escucho acurrucado

en tu pubis mi hombro entre
tus piernas su lenguaje
escucho al cuerpo tu peso
entonces sobre mí la cama que gira

y nosotros dormimos, dormimos, dormimos.

Luego despertamos, despertamos y te vistes,
te vistes y te vas como es preciso. Te vas.
Dejas dejas dejas a la mujer
que lo admito lo dije yo quisiera ser

la mujer que soy entre tus piernas
el hombre que tu quisieras ser
entre las mías ese hombre
que separa mis piernas que me rescata

del sueño ese hombre en que tú
te conviertes, un hombre cuando te vas
y la mujer que soy duerme
todo el días tus manos ávidas

son un lenguaje del sueño
de las 3 a.m. de la lluvia en la ventana
de la mujer que soy, la mujer que
espera, que espera, que se sienta

y espera y se toca ella misma
meciéndose en su propia mano,
esta mujer que soy cómo deseo
que me abraces así.


Kustum Kozain
-Versión de Jorge Esquinca

Tomado de Revista Letras Libres
Edición Junio 2010



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