domingo, 26 de diciembre de 2010

El gringo que entendió a México VII



México, en definitiva, debía buscar como modelos a Suiza o Dinamarca en vez de a Estados Unidos. La gran apuesta industrial solo le parecía sensata "como suplemento de una economía agrícola" que descansara sobre "la energía maravillosa y la capacidad cohesiva de la comunidad rural":

 

Se usaría la colectividad del campo en su plena extensión, vigorizándola con la técnica y la destreza de la ciencia moderna en su aplicación a pequeños sectores. México, estoy convencido, puede alcanzar su desarrollo cultural y económico más pleno sólo adoptando una política consustancial a su verdadero genio: el robustecimiento de la comunidad local. Cualquier plan que destruya la vitalidad de la comunidad rural mexicana tendrá trágicas consecuencias y repetirá el caso de los tugurios de la primera época industrialista, sin cumplir la promesa de una producción incrementada que procure ocupación y sustento a los cincuenta 
o sesenta millones de mexicanos que vivirán a fin de siglo si continúa el ritmo actual de crecimiento demográfico, como probablemente ocurrirá durante las dos generaciones inmediatas.

 

Fragmento de El gringo que entendió a México
Frank Tannembaum citado en un ensayo de Enrique Krauze, tomado de la revista Letras Libres de Diciembre de 2010.

viernes, 24 de diciembre de 2010

El gringo que entendió a México VI


Su último y desencantado libro sobre México apareció en 1950. Como un eco de una obra de Kropotkin (La conquête du pain), se tituló Mexico, the struggle for peace and bread. Tannenbaum reconocía la existencia de dos países: el México parroquial y el moderno. Por un lado estaba el país rural, la mayor parte de la población viviendo en comunidades pequeñas como las que respondieron a la encuesta. De hecho, según el censo de 1950, el 63% de los mexicanos vivía aún en comunidades de menos de cien habitantes. Por otro, el México urbano, que buscaba quemar etapas e industrializarse. ¿Podría lograrlo a la velocidad y con los resultados que se esperaban? Tannenbaum lo dudaba y su duda –debidamente argumentada– irritó a muchos mexicanos.

 

(…) La nueva industria, sobre todo la manufacturera, mostraba índices notables de crecimiento y una apreciable capacidad exportadora. Pero era allí, justamente, adonde enfilaba sus reparos. ¿A qué costo social se industrializaba México?

 

Una pequeña clase obrera privilegiada que no abarcaba más del 20% de la población se estaba desarrollando sin conexión alguna con la gran masa del pueblo. La situación –apuntaba Tannenbaum– contenía "todos los elementos de la tragedia, y los líderes sindicales mexicanos no pueden soslayar las consecuencias que van implícitas en este programa". Lo que el México moderno tenía que ofrecer al México parroquial era muy poco. Excepto los artículos industriales a bajo precio (vestidos, zapatos), la industria no estaba orientada hacia la gran masa de consumidores hambrientos del campo. ¿No había allí una oportunidad para toda clase de instrumentos e iniciativas (crediticias, educativas, técnicas, incluidas las máquinas de coser) que pudiesen equipar productivamente a la comunidad, sin desarraigarla, desvirtuarla o destruirla? Tannenbaum lo creía así, y de ahí extrajo sus conclusiones:

 

"Lo que México necesita es enriquecer sus comunidades locales para lograr una producción agrícola cada vez más amplia, y aumentar la variedad y calidad de los bienes producidos por las artesanías locales, en cantidad suficiente para las necesidades domésticas, y, además, para la exportación. México necesita realmente una filosofía de cosas pequeñas. La escuela rural mexicana fue eso en sus principios, y sobre tales cimientos deben continuar levantándose las nuevas estructuras."

 

¿Qué eran esas cosas pequeñas? No solo artesanías. Tannenbaum –anarquista creativo, ingeniero social– aportaba varios ejemplos para apoyar la vida de las comunidades mexicanas: pequeñas presas que podían servir como estanques para proyectos piscícolas, motores de combustión interna, pequeñas plantas hidroeléctricas, programas hidropónicos para el cultivo de papas, maíz y otros vegetales, proveeduría de materiales químicos, preparación de abonos, cultivo de frutales en parcelas escolares, artes locales, selección de semillas, sanidad local, cría de animales, apicultura.


Fragmento de El gringo que entendió a México
Frank Tannembaum citado en un ensayo de Enrique Krauze, tomado de la revista Letras Libres de Diciembre de 2010.

jueves, 23 de diciembre de 2010

El gringo que entendió a México V


En 1948, la revista Foreign Affairs publicó un nuevo ensayo suyo: "Personal government in Mexico". Por una parte, trataba de explicar el extraño fenómeno de la concentración de poder en las manos de una persona: "En México, el gobierno es el presidente. No hay otra manera de expresarlo." Sensible a la presencia del pasado, Tannenbaum explicaba que el presidente en México representaba el papel de un gran padre. De allí desprendió un párrafo memorable sobre la antigua cultura política (indígena y española) que subyacía al poder presidencial (tutelar, paternal, absoluto) en México:

 

"[El gobierno] al igual que todo padre, debe mandar en forma personal, detallada, sin delegar su autoridad, so pena de perderla. Hombres grandes y pequeños esperarán sentados en la antesala para obtener audiencia sobre algún mínimo detalle que cualquier empleado podría haber resuelto. Pero el empleado es apenas una insignificante sombra de lo que es el gran padre, y lo mismo sucede con el miembro del gabinete. La personalidad del presidente debe estar presente en cualquier transacción entre la gente del campo y su gobierno, por poco importante que ésa sea; el tiempo no tiene ningún significado. Podrían pasar años antes de conseguir la audiencia, así como para conseguir que el dictamen venga de la única fuente de autoridad que es no sólo política, sino moral. Aquí es donde la administración se inutiliza. Como buen padre, el presidente no puede decir "no", y si lo hace, ese "no" no es terminante. Sin duda el corazón del padre puede ablandarse, su bondad puede renacer, sus verdaderas virtudes como padre pueden influir en los problemas que se presentan. Estos asuntos son tan pequeños, tan insignificantes, y el presidente es tan grande y todopoderoso, que únicamente los malos consejeros impiden que él pueda impartir la justicia que pide su pueblo, y si se la niega, entonces no es un verdadero padre, no es un verdadero líder, gobierna arbitrariamente y sin autoridad moral. Es un padrastro, un tirano, un usurpador, un villano, o bien no tiene poder; es sólo un instrumento en manos de fuerzas enemigas y hostiles. Se vuelve necesario echarlo del poder. No existe alternativa entre el gobierno personal y la revolución. La ineficiencia, la corrupción, inclusive la crueldad, cuando son personales, son todas aceptables. Lo que no es aceptable es el gobierno frío, impersonal, eficiente. El cumplimiento no es importante; lo importante es la promesa. La gente siempre estará dispuesta a esperar mientras no se le haga a un lado."


Fragmento de El gringo que entendió a México
Frank Tannembaum citado en un ensayo de Enrique Krauze, tomado de la revista Letras Libres de Diciembre de 2010.

lunes, 20 de diciembre de 2010

El gringo que entendió a México IV


A su juicio, el presidente Cárdenas había tenido muchas otras virtudes: había gobernando con las manos limpias de sangre, había suprimido la revolución como medio normal de trasmitir el poder y había enseñado al pueblo de México que puede ser gobernado sin violencia. 

 

"Sin fanfarronería, sin ademanes rimbombantes o histéricos, sin negar al pueblo su derecho de petición" había gobernado cerca de este. Si el proyecto social de Cárdenas no se cumplió cabalmente, argüía Tannenbaum, fue por falta de tiempo y por falta de devoción en los hombres: "no encontró un número suficiente de colaboradores honestos, capaces, dedicados y altruistas como los misioneros de otros tiempos". Y en una alusión clara a la generación política de Miguel Alemán (la semblanza de Cárdenas se publicaba en 1960) Tannenbaum lamentaba: "Fue la carencia de dedicación, el gusano del engrandecimiento de sí mismo y la ambición personal lo que redujo la eficacia del esfuerzo por rehacer a México."

 

Fragmento de El gringo que entendió a México
Frank Tannembaum citado en un ensayo de Enrique Krauze, tomado de la revista Letras Libres de Diciembre de 2010.

El gringo que entendió a México III


"México se caracterizará por miles de pequeñas comunidades que poseerán sus tierras en un orden casi comunal y se cultivarán colectivamente; habrá una escuela en el centro de la población, existirá un alto nivel de cooperación en la comunidad para un gran número de actividades, y se formará una base para un gobierno democrático apoyado en una comunidad unificada. Este es el ideal. De ser nuevamente derrotado el pueblo, la respuesta inevitable sería una convulsión que derivará en un nuevo enfrentamiento de fuerzas. Así ha sido siempre."

 

Su comprensión de la vocación autonómica de los pueblos era la correcta. Pero en aquellos años Tannenbaum no sospechó el papel político del Estado revolucionario en aquella vida del campo. La toleraría, la protegería, la regiría, la normaría, la educaría, la sostendría, pero a costa de lo más preciado: su autonomía.


Fragmento de El gringo que entendió a México
Frank Tannembaum citado en un ensayo de Enrique Krauze, tomado de la revista Letras Libres de Diciembre de 2010.

sábado, 18 de diciembre de 2010

El gringo que entendió a México II


En aquella segunda obra (Peace by revolution, 1933), el título era la clave: según Tannenbaum, México había alcanzado parcialmente la paz a través de la revolución, pero la única forma de consolidar esa paz y evitar un nuevo ciclo de violencia (en un país que nunca había estado "listo" para la democracia) era llevando la revolución a sus consecuencias naturales, lo cual a su juicio suponía cumplir a plenitud con el proyecto "parroquial" y agrario de la lucha. Había que reivindicar integralmente a quienes eran, para él, los actores principales de la Revolución: los pueblos libres de México. Tannenbaum los había censado en su primer libro. A principio de los treinta existían, en efecto, alrededor de 100,000. Eran pobres, aislados, autárquicos pero, en la visión de Tannenbaum, constituían "la mejor influencia para el México de hoy y mañana". Esos pueblos no habían leído las doctrinas de Kropotkin: las encarnaban de manera espontánea. De esta óptica proviene su interpretación de la lucha armada que llegaría a ser la versión canónica en México:

 

"La Revolución mexicana fue anónima. Era obra, esencialmente, del trabajo de la gente común. Ningún partido organizado presidió su nacimiento, ningún gran intelectual prescribió su programa, formuló su doctrina o delineó sus objetivos."


Fragmento de El gringo que entendió a México
Frank Tannembaum citado en un ensayo de Enrique Krauze, tomado de la revista Letras Libres de Diciembre de 2010.

viernes, 17 de diciembre de 2010

El gringo que entendió a México I

MÉXICO... ¡Qué extraño y curioso nombre! Para el estadounidense común, México es un gran enigma, un lugar en donde siempre ocurre lo inesperado [...] El que conozcamos tan poco de México no se debe sólo a que sea tan diferente –tan esencial y fundamentalmente ajeno a [...] nuestras propias ideas y costumbres– sino a que es tan complejo, multifacético, colorido, tan pleno de contrastes [...] Conocemos mejor lo que sucede en Albania, Armenia, o Afganistán que lo que ocurre en México.
Pero conocer México es casi una obligación moral.

Fragmento de El gringo que entendió a México
Frank Tannembaum citado en un ensayo de Enrique Krauze, tomado de la revista Letras Libres de Diciembre de 2010.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Género y Democracia (Parte II).

(…)  Aristóteles aclara que no es la convención, sino el nacimiento, lo que divide a los hombres en libres y esclavos, aun cuando el azar pueda invertir el curso natural de las cosas. Un esclavo puede encontrarse en posición de gobernar sobre un hombre libre, pero esta relación sólo estará encarnando una perversión de la naturaleza. Lo mismo sucedería, desde luego, si una mujer mandara sobre hombres libres, o si pretendiera ocupar un sitio en la ciudadanía (…)

(…) Las jerarquías naturales establecen dentro del espacio doméstico una estructura de dominio vertical propia de la monarquías absolutas (…)

(…) el hombre libre, que ejerce un poder incuestionado en la casa, accede al mundo público gracias al estatus y las condiciones logradas en lo doméstico. En efecto, no sólo puede ser hombre libre un ciudadano porque es un varón, sino porque es propietario, en alguna escala (…)

Fragmentos de "Género y Democracia"
De Estela Serret