miércoles, 9 de mayo de 2012

Convergencia de Dos

I

  En soledad de mar,

  muy lejos de la vanidad del hombre,

del Orgullo Vital que la planeara, yace tranquilamente.



II

  Aposentos de acero, extintas ya las piras

  de todos sus salamandrinos fuegos,

son traspasados por las frías corrientes, vueltos liras de rítmicas mareas.



III

  En los espejos, creados con el fin

  de enmarcar al magnate,

se desliza –grotesco y viscoso, callado, indiferente– un gusano de mar.



IV

  Las alegres alhajas, diseñadas

  para arrobar las mentes sensitivas,

yacen yertas y todos sus fulgores son nimios, negros, nulos.



V

  Peces con ojos de menguante luna

  miran aquel dorado equipo desde cerca

y se preguntan: "¿Qué hace aquí abajo tamaña petulancia?"



VI

  Pues bien: mientras se estaba construyendo

  esta criatura de ala surcadora,

el Destino Inmanente, que todo lo remueve y lo propulsa,



VII

  le preparó un siniestro compañero

  a ella, tan graciosamente grande:

un Figurín de Hielo, por entonces obeso y apartado.



VIII

  Mientras crecía la elegante nave

  en estatura, gracia y colorido,

a una distancia oscura y silenciosa también crecía el Iceberg.



IX

  Parecían ser dos desconocidos:

  ningún ojo mortal pudo advertir

la soldadura íntima de su postrera historia.



X

  O señal de que fueran orillados

  por rutas coincidentes

a ser, poco después, las mitades perfectas de un Augusto suceso.



XI

  Hasta que la Hilandera de los Años

  dijo: "¡Ahora!" Y cada quien lo oye,

se consolida la consumación y hace estremecer dos hemisferios. ~



Por Thomas Hardy. Versión de Hernán Bravo Varela. Tomado de la revista "Letras Libres", edición de Abril de 2012.


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