martes, 5 de febrero de 2013

"Mezclare tus huesos con los míos"

El amor es vida plena, unida a si misma: lo contrario de la separación. En la sensación del abrazo carnal, la unión de la pareja se hace sentimiento y este, a su vez, se transforma en conciencia: el amor es el descubrimiento de la unidad de la vida. En ese instante, la unidad compacta se rompe en dos y el tiempo reaparece: es un gran hoyo que nos traga. La doble faz de la sexualidad reaparece en el amor: el sentimiento intenso de la vida es indistinguible del sentimiento no menos poderoso de la extinción del apetito vital, la subida es caída y la extrema tensión, distensión. Así pues, la fusión total implica la aceptación de la muerte. Sin la muerte, la vida -la nuestra, la terrestre- no es vida. El amor no vence a la muerte pero la integra en la vida. La muerte de la persona querida confirma nuestra condena: somos tiempo, nada dura y vivir es un continuo separarse; al mismo tiempo, en la muerte cesan el tiempo y la separación: regresamos a la indistinción del Principio, a ese estado que entrevemos en la copula carnal. El amor es un regreso a la muerte, al lugar de reunión. La muerte es la madre universal. , le dice Cintia a su amante.

Octavio Paz en "La llama doble"

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