domingo, 3 de agosto de 2014

El sexteto Atlas de las nubes

Una romanza sefardí, compuesta antes de que expulsaran de España a los judíos, llena la tienda de discos Lost Chord, sita en la esquina de Spinoza Square con la Sexta Avenida. El atildado hombre que habla por teléfono, pálido para lo soleada que es esta ciudad, repite la pregunta:
—El sexteto Atlas de las nubes... Robert Frobisher... La verdad sea dicha, lo conozco de oídas, aunque nunca le he puesto la zarpa encima... Frobisher era un niño prodigio, murió cuando comenzaba a despuntar... Déjeme ver, tengo aquí el catálogo de un vendedor de San Francisco especializado en rarezas... Franck, Fitzroy, Frobisher... Aquí está, con una breve reseña y todo... Sólo se hicieron quinientas copias... en Holanda, antes de la guerra, caray, no me extraña que sea una rareza... El de San Francisco vende una copia en acetato hecha en los cincuenta... por una discográfica francesa ya desaparecida. El sexteto Atlas de las nubes debe de ser como el beso de la muerte para quienes lo rozan... Veré qué puedo hacer, les quedaba uno el mes pasado, pero no le puedo garantizar la calidad del sonido y además le advierto que barato no es... El precio que pone aquí es de... ciento veinte dólares... más nuestra comisión del diez por ciento, hace un total de... ¿Seguro? Vale, dígame el nombre... ¿Ray qué? Oh, señorita R-E-Y, disculpe. Solemos pedir una señal, pero por la voz parece usted de fiar. Unos cuantos días. Gracias a usted.
El dependiente garabatea una nota de tareas pendientes y vuelve a colocar la aguja al comienzo de Por qué llorax blanca niña, la posa sobre el lustroso vinilo negro y sueña con zagales judíos que tañen la lira entre colinas ibéricas bañadas por la luz de las estrellas.

Fragmento de "El Atlas de las Nubes" de David Mitchell

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