miércoles, 25 de agosto de 2010

Ser Mujer

Así, para feminismos de la diferencia, pongamos por caso, las mujeres son definidas en especial por su capacidad maternal, su capacidad para dar vida y para cuidar la vida. Feminismos igualitarios e ilustrados dirían que las mujeres son seres racionales, pensantes, sujetos autónomos con derechos idénticos a los establecidos para los hombres, personas para las que la maternidad no es más que una posibilidad vital entre otras, sin llegar a adquirir un valor especial o definitorio, ya que si el hombre, según afirman las primeras, es un ser para la muerte y la destrucción, la mujer tiene igualmente derecho y capacidad para ejercer estas acciones[1]. Pero, cabe también, desde la óptica de Butler, pensar que mujeres son ciertos individuos que se reconocen, aunque de modo siempre problemático y provisional, bajo esa categoría que les sirve de instrumento para adquirir una inteligibilidad personal y social y desde la cual pueden trabajar por la ampliación y por la flexibilidad de la misma categoría con el fin de posibilitar la vida en libertad para un mayor número de personas. Las palabras, los términos, nos cobijan y nos dan existencia, presencia y significado. El nombre dado al nacer es muestra de ello. Sin embargo, también oprime y constriñe.
Habrá que usar los términos, más sin dejar de problematizarlos con insistencia. Butler nos trae a escena cómo lesbianas, algunas al menos, sin dejar de autodenominarse mujeres no logran cómodo acomodo bajo una categoría definida tradicionalmente por su relación de dependencia, deseo y atracción, hacia los hombres. Categoría usada, entonces, mayoritariamente en una dimensión donde la heterosexualidad es el significado privilegiado. Transgéneros, transexuales, drag queen, drag king, intersexo, son ejemplos también evidentes de sujetos sometidos a la fuerza violenta del término mujer cuando éste se instrumentaliza en una estrecha, reducida y fundamentalista dirección que concluye incluso por expulsar a tales individuos de la definición aceptada acríticamente de lo humano. ¿Cuál es la razón, si no es el fundamentalismo de la definición y su consiguiente finalidad de sometimiento y control, que explica el que transgéneros -de hombres a mujeres-, por ejemplo, no sean aceptados como mujeres ni se les permita legalmente, o bajo instancias religiosas y morales, como tampoco a las parejas homosexuales, ejercer funciones maternales mediante la adopción de niñas o niños? "Mujer", "hombre", como categorías, deben ser revisadas al tiempo que se hace necesario introducir como signos inteligibles de reconocimiento de individuos sujetos de derechos términos como los apuntados, "transgénero", "transexual", que en efecto son usados ya, por parte de individuos y de colectivos, como categorías de identidad posibilitadoras de vida.

Elvira Burgos Díaz
Fragmento del ensayo "¿En qué, por qué y para qué somos diferentes varones y mujeres?" donde analiza la obra de Judith Butler.

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