viernes, 10 de agosto de 2012

El conjuro de la naturaleza combativa

Una mujer tiene que practicar la llamada o el conjuro de su naturaleza combativa, de los atributos del torbellino o la polvareda. El símbolo del torbellino representa una fuerza central de determinación que, cuando se concentra en lugar de desperdigarse, otorga una tremenda energía a la mujer. Con esta resuelta actitud, la mujer no perderá la conciencia ni será enterrada junto con lo demás. Resolverá de una vez por todas la matanza interior femenina, su pérdida de libido y su pérdida de pasión por la vida. 

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Cuando las mujeres emergen de nuevo a la superficie liberadas de su arrastran consigo y hacia sí mismas algo inexplorado. En este caso, la mujer, que ahora es más sabia y juiciosa, echa mano de una energía interior masculina. En la psicología junguiana, este elemento se denomina  animus, un elemento de la psique femenina parcialmente mortal, parcialmente instintivo y parcialmente cultural que se presenta en los cuentos de hadas y en los símbolos oníricos bajo la apariencia de su hijo, su marido, un extraño y/o un amante, que a veces reviste un carácter amenazador según las circunstancias psíquicas del momento. 

Esta figura psíquica posee un valor especial, pues tiene unas cualidades que están tradicionalmente excluidas en las mujeres, siendo la agresión una de las más habituales.

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Cuanto más fuerte y más integralmente extenso sea el animus (lo podemos considerar un puente), tanto mayores serán la capacidad, la facilidad y el estilo con que la mujer manifestará de manera concreta sus ideas y su labor creativa en el mundo exterior. Una mujer con un animus poco desarrollado tiene muchas ideas y pensamientos, pero es incapaz de manifestarlos en el mundo exterior. Siempre se queda a un paso de la organización o puesta en práctica de sus maravillosas imágenes.

Clarissa Pinkola Estés, "Mujeres que corren con los lobos" ("La persecución del intruso: El comienzo de la iniciación")


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