martes, 24 de julio de 2012

Encontrar la Naturaleza Salvaje

La naturaleza salvaje no exige que una mujer sea de un determinado color, tenga una determinada educación y un determinado estilo de vida o pertenezca a una determinada clase económica... De hecho, no puede desarrollarse en una atmósfera de obligada corrección política ni puede ser doblada para que encaje en unos moldes caducos. Se desarrolla con la mirada pura y la honradez personal. Se desarrolla con su propia manera de ser.

Por consiguiente, tanto si eres introvertida como si eres extrovertida, una mujer amante de la mujer, una mujer amante del hombre o una mujer amante de Dios o las tres cosas a la vez, tanto si tienes un corazón sencillo como si eres tan ambiciosa como una amazona, tanto si quieres llegar a la cima como si te basta con seguir tirando hasta mañana, tanto si eres alegre como si eres de temperamento melancólico, tanto si eres espléndida como si eres desconsiderada, la Mujer Salvaje te pertenece. Pertenece a todas las mujeres.

Para encontrarla, las mujeres deben regresar a sus vidas instintivas, a sus más profundos conocimientos. Por consiguiente, pongámonos en marcha ahora mismo y volvamos a recordar nuestra alma salvaje. Dejemos que su carne vuelva a cantar en nuestros huesos. Despojémonos de todos los falsos mantos que nos han dado. Cubrámonos con el verdadero manto del poderoso instinto y la sabiduría. Penetremos en los territorios psíquicos que antaño nos pertenecieron. Desenrollemos las vendas, preparemos la medicina. Regresemos ahora mismo como mujeres salvajes que aúllan, se ríen y cantan las alabanzas de Aquella que tanto nos ama.

Para nosotras la elección no ofrece duda. Sin nosotras, la Mujer Salvaje se muere. Sin la Mujer Salvaje, nos morimos nosotras. Para la Vida, para la verdadera vida, ambas tenemos que vivir.

Clarissa Pinkola Estés, "Mujeres que corren con los lobos" ("Cantando sobre los huesos")

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