martes, 14 de octubre de 2014

Ha comprendido que en este mundo no se puede amar demasiado.

—Se ha ido —dijo McDunn—. Se ha ido a los abismos. Ha comprendido que en este mundo no se puede amar demasiado. Se ha ido a los más abismales de los abismos a esperar otro millón de años. Ah, ¡pobre criatura! Esperando allá, esperando y esperando mientras el hombre viene y va por este lastimoso y mínimo planeta. Esperando y esperando.
Sentado en mi coche, no podía ver el faro o la luz que barría la bahía Solitaria. Sólo oía la sirena, la sirena, la sirena, y sonaba como el llamado del monstruo.
Me quedé así, inmóvil, deseando poder decir algo.

Extracto del cuento "La sirena" del libro "Las doradas manzanas del sol" de Ray Bradbury

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