sábado, 10 de noviembre de 2012

Praga

En el tiempo que llevo viviendo aquí, toda una existencia, se ha afirmado en mí la impresión imborrable de que ciertas horas de la noche y del amanecer acostumbran a susurrar un consejo mudo y misterioso. A veces un débil temblor, imposible de aclarar, cruza por sus paredes y se escapan ruidos que corren por sus tejados y caen por las cañerías -y nosotros los percibimos obtusamente, sin mayor atención, sin investigar su origen.
A menudo soñaba que había espiado estas casas en sus movimientos espectrales y me había enterado con gran asombro de cuáles eran los verdaderos amos ocultos de esta calleja, que se podían deshacer de su vida y de su sentimiento, para volverla a recuperar; se la prestan durante el día a los habitantes que viven aquí para exigírsela de nuevo a la noche siguiente con interés de usurero.
Y cuando estos extraños hombres que aquí viven semejantes a sombras, entes -no nacidos de madre-, construidos su pensamiento y su forma de actuar por retazos sin ninguna selección, cuando pasan por mi espíritu, me siento más inclinado que nunca a creer que los sueños se esconden en oscuras verdades que, al estar despierto, permanecen latentes en mi alma, como impresiones de cuentos en colores.
Vuelve a despertarse calladamente en mí la leyenda del Golem espectral, de ese hombre artificial que hace tiempo construyera de materia, aquí en el ghetto, un rabino conocedor de la Cábala, quien lo convirtió en un ser autómata y sin pensamiento, al situar tras sus dientes una mágica cifra numérica.
Y del mismo modo que aquel Golem se convertía en una estatua de barro en el mismo segundo en que se quitaba de su boca la sílaba misteriosa de la vida, me parece que todos estos hombres se derrumbarían sin alma en el mismo momento en que se borrara cualquier mínimo concepto, quizás un deseo secundario en alguno, tras quitar de su mente cualquier inútil costumbre, o en otro sólo la oscura espera de algo indeterminado e inconsistente. ¡Qué asechanza tan latente y terrible existe en estas criaturas!

Fragmento de "El Golem" de Gustav Meyrink

No hay comentarios:

Publicar un comentario