miércoles, 20 de agosto de 2014

...por más que nos mates a todos, jamás podrás matar a tu sucesor.

Pero... ¿la Unión? ¿Me estás diciendo que hasta la Unión era una creación ficticia, parte del guión?
No: la Unión existía antes de mí, pero su razón de ser no era la de fomentar la revolución. En primer lugar, atrae a los socialmente insatisfechos como Xi-Li para que la Unanimidad pueda tenerlos controlados; en segundo lugar, proporciona a Nea So Copros el enemigo que todo Estado jerárquico necesita para lograr la cohesión social.
Sigo sin entender por qué la Unanimidad se tomaría la tremenda y costosa molestia de escenificar toda esa falsa... novela de aventuras.
¡Pues para dar pie a un juicio-espectáculo, Archivista! Para que hasta el último purasangre de Nea So Copros llegue a desconfiar de todos los fabricantes sin excepción. Para crear un clima propicio a la Ley para la Contención de los Fabricantes, pendiente de aprobación por la Juche. Para desacreditar el Abolicionismo. La conspiración tuvo un éxito rotundo.
Pero si sabías que todo era un montaje, ¿por qué te prestaste a colaborar?
¿Por qué se presta todo mártir a colaborar con su Judas? Porque atisba un objetivo más elevado.
Y en tu caso, ¿cuál era?
Las Declaraciones. Los Medios han inundado Nea So Copros con mis Catecismos. Hoy en día, hasta el último colegial de Nea So Copros conoce mis doce «blasfemias». Los carceleros me dicen que hasta se habla de celebrar un Día de la Vigilancia nacional contra los fabricantes que muestren indicios de las Declaraciones. Mis ideas se han reproducido por millones.
Pero ¿con qué objeto? ¿Una... revolución futura?
A la Corpocracia, a la Unanimidad, al Ministerio de Testamentos, a la Juche y al Presidente les digo lo que Séneca a Nerón: por más que nos mates a todos, jamás podrás matar a tu sucesor.
Dos últimas preguntas muy breves. ¿Te arrepientes de haber tomado este camino?
¿Cómo podría arrepentirme? El «arrepentimiento» implica una elección libre que a la postre resulta equivocada; en mi caso, el libre albedrío no cuenta.
¿Amabas a Hae-Joo Im?
Dile de mi parte al Presidente del Narcisismo que para saberlo tendrá que consultar a los futuros historiadores. Mi relato ha terminado. Ya puedes apagar la antífona plateada, Archivista. Me queda poco tiempo y tengo derecho a pedir un último deseo.
Por supuesto... tú dirás.
Usar tu sony y las contraseñas.
¿Qué quieres descargar?
Quiero saber cómo acaba una película que empecé a ver cuando, por una hora de mi vida, conocí la felicidad.

Fragmento de "El Atlas de las Nubes" de David Mitchell

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