domingo, 10 de agosto de 2014

... si le dices a alguien que sus creencias son falsas, se cree que toda su vida es falsa y que su verdad no es verdadera.

Estábamos desconchinflados del cansancio pero no teníamos sueño, así que charlamos un poco mientras comíamos. ¿De verdad que no te da culicanguis, dije, señalando hacia arriba con el pulgar, encontrarte a Georgie cuando lleguemos a la cumbre, como le pasó a Truman Napes?
Merónima dijo que le daba mucho más culicanguis el mal tiempo.
Me se soltó la lengua: ¿Te crees que no existe, verdad?
Merónima dijo que para ella el Viejo Georgie no existía, pero que yo era libre de creer que sí.Entonces, repliqué, ¿quién provocó la Caída, si no fue el Viejo Georgie?
Unos pájaros siniestros que no conocía se pusieron a comadrear secretitos en la oscuridad. La Clarividente respondió: Fueron los propios Antiguos los que provocaron la Caída.
Ya estábamos con las palabras resbaladizas... ¡Pero si los Antiguos tenían el Magín!
Macuerdo que respondió: Sí, los Antiguos dominaron las enfermedades, las distancias, las semillas e hicieron de los milagros algo normal y corriente. Sólo no lograron dominar una cosa: la avidez del corazón humano, sí señor, el deseo de tener más y más.¿Más qué?, le pregunté. Los Antiguos lo tenían todo.
Pues más truquivaches, más comida, más velocidad, una vida más larga, una vida más cómoda, más poder. El Mundo Entero es grande, sí señor, pero no lo bastante para esa avidez que llevó a los Antiguos a desgarrar los cielos y sulfurar los mares y envenenar la tierra con átomos enloquecidos, y a jugar con semillas podridas basta que estallaron nuevas epidemias y los gurruminos empezaron a nacer mostrificados. Al final, primero despacito, luego fulmirápido, los Estados se convertieron en tribuses bárbaras y la Edad Civilizada terminó en todas partes menos en algunos rincones desperdigados, donde brillan con luz trémula los últimos rescoldos.
Le pregunté por qué nunca les había contado esas cosas a los vallesinos.Porque no se quieren enterar, respondió, de que la avidez humana creó la Civilización, sí señor, pero también la destruyó. Lo sé por otras tribuses de ultramares donde he vivido. Hay a veces que si le dices a alguien que sus creencias son falsas, se cree que toda su vida es falsa y que su verdad no es verdadera.
Qué razón tenía.

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