martes, 5 de agosto de 2014

El tiempo es lo que impide que la historia ocurra toda de golpe; el tiempo es la velocidad a la que desaparece el pasado

¿Qué te pareció ese Tremendo calvario?
Me sorprendió el mundo en que transcurre; las diferencias con el nuestro eran abismales. En esa época todo el trabajo denigrante lo hacían purasangres; los únicos fabricantes eran ovejas enfermizas. Cuando la gente envejecía, se volvía más fea y arrugada; no había rocioína. Los ancianos esperaban a la muerte en cárceles para los seniles y los incontinentes; nada de vidas de duración prefijada ni de eutanasias.
Suena a siniestra distopía.
Entonces, como ahora, la distopía era una proyección de la pobreza, no una política estatal. La desierta sala de proyecciones era un marco apropiado para los paisajes lluviosos de aquel viejo disney. Gigantes descomunales atravesaban la pantalla iluminados por la luz del sol, todo ello captado con una lente de la época en que tu tatarabuelo, Archivista, daba pataditas en el vientre de su madre.
El tiempo es lo que impide que la historia ocurra toda de golpe; el tiempo es la velocidad a la que desaparece el pasado. Las películas resucitan brevemente esos mundos perdidos. Esos edificios hoy derrumbados, esos rostros descompuestos hace tanto tiempo, me cautivaron. Éramos como tú, me decían. El presente no importa. Los cincuenta minutos que pasé con Hae-Joo delante de la pantalla fueron un ejercicio de felicidad.

Fragmento de "El Atlas de las Nubes" de David Mitchell

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