miércoles, 13 de agosto de 2014

Todas las revoluciones son una idea descabellada hasta que suceden; entonces se convierten en realidades históricas inevitables.

Decidí que era el momento de preguntárselo: ¿por qué la Unión había pagado un precio tan alto con tal de proteger a una fabricante experimental?
—Ah —se restregó los ojos—. Una larga respuesta para un largo viaje.
¿Otra evasiva?
No: me dio una respuesta exhaustiva mientras nos adentrábamos en el campo a bordo del ford. Te hago un resumen para la antífona, Archivista. Nea So Copros se está envenenando ella sola. La tierra está contaminada; los ríos, sin vida; el aire es tóxico, y los alimentos están cargados de genes malignos. Los fármacos indispensables para contrarrestar estas deficiencias no están al alcance de los estratos inferiores. Las franjas de melanoma y malaria avanzan hacia al norte a una velocidad de cuarenta kilómetros al año. Las Zonas de Producción de África e Indonesia que satisfacen la demanda de las Zonas de Consumo son inhabitables en un sesenta por ciento. La legitimidad de la plutocracia, su opulencia, se está agotando; las Leyes para el Enriquecimiento promulgadas por la Juche son simples esparadrapos cuando lo que hay son hemorragias y amputaciones. La única vía de salida que les queda es la estrategia típica de los ideólogos en bancarrota: la negación de la evidencia. Los purasangres de los estratos inferiores se hunden en los pozos de infrahombres mientras los ejecutivos repiten como loros el Séptimo Catecismo: «El valor de un Alma viene dado por los dólares que contiene».
¿Pero qué sentido tiene dejar que los purasangres de los estratos inferiores mueran en lugares como Huamdonggil? ¿Qué otra cosa podrá sustituir jamás su valiosa aportación?
Nosotros. Cultivar un fabricante sale muy barato, Archivista, y no aspiramos a una vida mejor ni más libre. Ya sabes que los fabricantes morimos si pasamos cuarenta y ocho horas sin ingerir Jabón supergenomizado, así que, como la corporación controla en exclusiva la fabricación y suministro de dicho producto, ni se nos ocurre escaparnos. Quitándome a mí, los fabricantes son el no va más en maquinaria orgánica. Dime, Archivista, ¿sigues convencido de que en Nea So Copros no hay esclavos?
¿Y cómo pensaba la Unión erradicar estos... presuntos «males» de nuestro Estado?
Con la revolución.
¡El Extremo Oriente anterior a las Escaramuzas era un caos de democracias enfermas, autocracias genocidas y necrozonas incipientes! Si el Consejo no hubiese unificado y aislado toda la región, nos habríamos sumido en la barbarie. ¿Cómo puede una organización abrazar semejante... terrorismo?
La Corpocracia apesta a senilidad y corrupción. El sol se está poniendo.
Se nota que has interiorizado totalmente la propaganda de la Unión, Sonmi.
Te podría contestar que tú también has interiorizado totalmente la propaganda de Nea So Copros, Archivista.
¿Alguna vez te comentó Hae-Joo cómo pensaba la Unión derrocar a un Estado con un ejército permanente de dos millones de soldados?
Sí. La Unión pretendía ascender a seis millones de fabricantes.
No entiendo cómo no te diste cuenta de que se trataba de una idea descabellada.
Todas las revoluciones son una idea descabellada hasta que suceden; entonces se convierten en realidades históricas inevitables.
¿Cómo iba a conseguir la Unión esa ascensión simultánea?
El campo de batalla era a nivel molecular. Unos pocos cientos de unionistas infiltrados en instalaciones clave tales como fábricas de Jabón y viveros de uterotanques podían provocar varios millones de ascensiones a base de añadir el catalizador del doctor Solimán a los canales de alimentación centrales.
¿Qué daño podrían infligir seis millones de fabricantes al Estado piramidal más estable de la historia de la civilización?
¿Quién se iba a ocupar de trabajar en las cadenas de montaje? ¿De tratar las aguas residuales? ¿De dar de comer a los peces de las piscifactorías? ¿De extraer petróleo y carbón? ¿De alimentar los reactores? ¿De construir edificios? ¿De servir en los restaurantes? ¿De apagar los fuegos? ¿De bloquear las fronteras? ¿De llenar los tanques de exxon? ¿De subir, cavar, arrastrar, empujar? ¿De plantar, de cosechar? Los purasangres han olvidado los oficios necesarios para construir una sociedad. La verdadera pregunta es ¿qué daño podrían no infligir seis millones de ascensiones, unidas a las milicias de las zonas aisladas y los purasangres de bajo estrato próximos a los infrahombres?
La Unanimidad impondría el orden. No todas las agencias de policía se componen exclusivamente de agentes secretos de la Unión.
¿Qué mecanismos de intimidación posee la Unanimidad? ¿Qué haría, amenazar con colts a los ascendidos? Hasta una simple sirviente como Yoona-939 prefirió morir antes que ser esclava.

Fragmento de "El Atlas de las Nubes" de David Mitchell

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