miércoles, 13 de agosto de 2014

El gueto de los infrahombres sirve de acicate a los consumidores de bajo estrato por cuanto les muestra lo que les espera a quienes no gastan y trabajan como buenos ciudadanos.

Huamdonggil es un laberinto nauseabundo de callejones, chabolas, albergues para vagabundos, tugurios y prosticentros pertenecientes a un mundo abandonado. Hae-Joo dejó el ford en un aparcamiento y me mandó cubrirme cabeza y ojos con la capucha: las fabricantes robadas terminan en los burdeles del gueto, optimizadas para su nueva labor mediante cualquier cirugía chapucera.
Callejones tortuosos y conductos con hedor a cloaca. Purasangres tirados en los portales, con la piel inflamada por la exposición continua a la lluvia abrasiva de la ciudad. Niños bebiendo a lengüetazos el agua de los charcos. Pregunté quién vivía allí; Hae-Joo me dijo que los hospitales les sangran el Alma a los inmigrantes aquejados de encefalopatía o envenenamiento pulmonar hasta que sólo les quedan dólares para una eutanasia... o un billete a Huamdonggil.
No entendía por qué los inmigrantes huían de las Zonas de Producción para terminar en un lugar semejante. Hae-Joo habló de malaria, inundaciones, sequías, cultivos malignogénicos, parásitos, necrozonas que avanzaban y el simple deseo de ofrecer a sus hijos una vida mejor. La Papa Song Corp, me aseguró, es una empresa humana en comparación con las factorías de las que huyen muchos de esos inmigrantes. Los traficantes les prometen que en las Doce Conurbaciones los dólares llueven del cielo; los inmigrantes se creen lo que haga falta y cuando descubren la verdad ya están convertidos en infrahombres. Los traficantes sólo operan en un sentido. Hae-Joo me apartó de una rata maulladora de dos cabezas, advirtiéndome de que muerden.
Le pregunté por qué el Consejo de la Ciudad toleraba tamaña miseria.
Hae-Joo me explicó que Huamdonggil está considerado una especie de letrina química donde los desechos humanos no deseados se desintegran de forma discreta, aunque no totalmente invisible. El gueto de los infrahombres sirve de acicate a los consumidores de bajo estrato por cuanto les muestra lo que les espera a quienes no gastan y trabajan como buenos ciudadanos. Los empresarios se aprovechan del vacío legal para edificar monstruosas hedonizonas dentro del gueto; Huamdonggil funciona a base de pagar impuestos y sobornos a los altos estratos. Una vez por semana, la MediCorp abre una clínica para infrahombres terminales que ofrece eutanasias a cambio de órganos sanos; la OrganiCorp tiene suscrito un jugoso contrato con la conurbación que contempla el envío diario de un pelotón de fabricantes genoinmunizados —similares a los desastreman— para recoger los cadáveres antes de que las moscas los llenen de huevos. Entonces Hae-Joo me dijo que guardase silencio, que habíamos llegado a nuestro destino.

Fragmento de "El Atlas de las Nubes" de David Mitchell

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