lunes, 28 de julio de 2014

Cuando le abres el cuerpo a una mujer, también salta la cerradura del cofre de su confianza.

Zedelghem,
16-VIII-1931

Sixsmith:

El verano ha tomado un cariz sensual: la mujer de Ayrs y yo somos amantes. ¡No te asustes! Sólo en sentido carnal. Una noche de la semana pasada vino a mi cuarto, cerró la puerta tras de sí y, sin decir ni media, se desnudó. No es por presumir, pero la visita no me cogió por sorpresa. A decir verdad, le había dejado la puerta entornada. En serio, Sixsmith: deberías probar a hacer el amor en completo silencio. Sólo con cerrar los labios toda esa escandalera se transforma en absoluta dicha.
Cuando le abres el cuerpo a una mujer, también salta la cerradura del cofre de su confianza. (Deberías probarlas un día, me refiero a las mujeres). ¿Tendrá esto que ver con el hecho de que sean tan malas jugando a las cartas? Después del Acto, prefiero quedarme tumbado y punto, pero Jocasta se puso a hablar impulsivamente, como para sepultar nuestro gran secreto negro bajo unos cuantos secretillos grises. Así, me enteré de que Ayrs contrajo la sífilis en un burdel de Copenhague en 1915, durante una larga separación, y de que no ha vuelto a cumplir con su mujer desde entonces; después de nacer Eva, el médico le dijo a Jocasta que ya no podría tener más hijos. Es muy exigente en lo tocante a sus ocasionales aventuras amorosas, pero no tiene empacho en afirmar que está en su derecho a tenerlas. Insiste en que sigue amando a Ayrs. Dio un gruñido en señal de desconfianza. Eso de que el amor ama la fidelidad, replicó, es un mito creado por los hombres en razón de su inseguridad.

Fragmento de "El alma del hombre bajo es socialismo" de Oscar Wilde

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