viernes, 25 de julio de 2014

YO ME PERTENEZCO A MÍ MISMA

Tres horas después
Fw:

Querida Emmi:
No quiero que hables de mí con Bernhard, por lo menos no quiero saber nada al respecto. No pertenezco a vuestra familia ni a vuestro grupo de amigos. Me niego a admitir que tu relación con él tiene algo que ver con tu relación conmigo. ¡Me niego a hacerlo! Nunca he querido luchar contra él. Nunca he querido suplantarlo. Nunca he querido meterme en vuestra vida conyugal. No quería quitarle a tu marido nada de ti. Y, a la inversa, no soporto pensar que no he sido ni soy para ti nada más que el complemento de Bernhard. Para mí, desde el principio, siempre ha sido o «lo uno» o «lo otro». Vale decir: desde que tú misma dijiste que estabas «felizmente casada», la verdad es que para mí ya sólo fue «lo otro».
Que pases una buena tarde,
LeoVeinte minutos después

Re:

Como excepción, una réplica:
1) ¿O sea que llevas ya dos años de «lo otro»? Pero «lo otro» puede virar mucho hacia «lo uno». Si siendo «lo otro», ya puedes ser tan «lo uno», ¿hasta qué punto serías «lo uno» si fueses «lo uno»?
2) Escribes: «No quería quitarle a tu marido nada de ti». ¿Lo ves, Leo? Es precisamente ese enfoque ultraconservador lo que me ofende. Así me degradas. Yo no soy una mercancía que le pertenece a uno y por tanto no puede pasar a ser propiedad del otro. YO ME PERTENEZCO A MÍ MISMA, Leo, a mí y a nadie más. No soy algo que le puedas «quitar» a nadie, y ningún marido del mundo puede «quedarse» conmigo. Sólo YO me quedo y me quito. Algunas veces también me doy. Y otras veces me entrego. Pero sólo raras veces. Y no a cualquiera.
3) Sigues obsesionado con la expresión «felizmente casada». ¿Has olvidado mi evolución en este último año? ¿No la he comentado lo suficiente? ¿No estoy aludiendo a ella todo el tiempo?
4) Con lo cual paso a responder tu ferviente pregunta sostenida por una esperanza arraigadamente católica: «¿Le darás otra oportunidad a vuestro matrimonio?». ¿Que si le daré otra oportunidad a nuestro matrimonio? ¡Tengo una buena respuesta para darte, querido mío! Pero me la reservo por un tiempo. Por hoy sólo quiero que quede clara una cosa: ¡maldita sea!, Leo, la institución del matrimonio no me importa demasiado. No es más que una estructura a la que los interesados creen poder aferrarse cuando pierden el equilibrio. Lo que cuenta son las personas. Bernhard me parece importante. Bernhard y los niños. Lo considero un deber, incluso ahora. Ya veremos si implica «oportunidades para el futuro».
5) ¡¡¡Y para mañana te pido una pregunta más picante!!! Sólo nos quedan seis noches, querido mío.
6) Que pases una buena tarde. Me voy al cine.

Extracto de "Cada siete olas" de Daniel Glattauer

No hay comentarios:

Publicar un comentario