viernes, 25 de julio de 2014

Nada en mí te conmovía. Nada en mí te recordaba al escritor Leo. Nada del correo electrónico se había transmitido a la mesa del café.

Asunto: El desconocido
Querida Emmi:

Llevo una hora borrando fragmentos de mensajes en los que procuro describir qué me pasó contigo en nuestra cita. Pero no consigo resumir mis impresiones. Diga lo que diga de ti, suena trivial, vacío, «muy por debajo de mis posibilidades». Probaré al revés. Te contaré qué te pasó A TI conmigo en nuestra cita. ¿Me permites, por excepción, emplear tu práctico sistema de puntos? Pues bien:

1) Te molestó que yo estuviera ahí delante de ti.
2) Te asombró que te haya reconocido de inmediato, porque sabías bien que yo no contaba con «esa» Emmi.
3) Te extrañó que te besara en la mejilla como si se tratara de un ceremonial estudiado durante años entre nosotros. (La segunda mejilla me la negaste, lo noté.)
4) Desde el primer instante tuviste la sensación de estar sentada frente a un desconocido que afirmaba ser Leo Leike, aunque no daba pruebas de serlo.
5) Ese desconocido no te pareció nada antipático. Te miraba a los ojos.

Abría y cerraba la boca a tiempo. No hablaba de cosas que no venían a cuento. No sentía pánico cuando se hacían silencios largos. No tenía mal aliento ni le temblaban las cejas. Era un interlocutor divertido y agradable, aunque ronco. No obstante, necesitabas consultar una y otra vez ese bonito reloj verde esmeralda, que tuvo la suerte de encontrar una muñeca tan grácil, para saber cuánto tiempo más estarías obligada a simular o, mejor dicho, a que te fuera simulada una intimidad que en el espacio público no existía ni en sus más pequeños matices. Nada en mí te parecía conocido. Nada en mí te era familiar. Nada en mí te conmovía. Nada en mí te recordaba al escritor Leo. Nada del correo electrónico se había transmitido a la mesa del café. Ninguna de tus expectativas se había cumplido, querida Emmi. Y por eso, en lo que al capítulo Leo Leike se refiere, estás bastante... No, «decepcionada» sería exagerado. Desencantada. Desencantada es más acertado: «¿Así que es éste? ¿Así que éste es Leo Leike? Ya. Bien». Eso estarás pensando ahora, ¿verdad?

Extracto de "Cada siete olas" de Daniel Glattauer

No hay comentarios:

Publicar un comentario