sábado, 26 de julio de 2014

No existe un tipo único de hombre. Existen tantas perfecciones como hombres imperfectos.

Y así sólo lleva una vida a imagen de la de Cristo, aquel que se mantiene perfecta y absolutamente él mismo. Puede ser un gran poeta, o un gran hombre de ciencia, o un joven estudiante de la Universidad, o alguien que cuida ovejas en la pradera; o un creador de dramas, como Shakespeare, o un pensador sobre Dios, como Spinoza; o un niño que juega en un jardín, o un pescador que arroja la red al mar. No importa lo que es, mientras realice la perfección del alma dentro suyo. Toda imitación en la moral y en la vida está mal. A través de las calles de Jerusalén se arrastra hoy un loco que lleva una cruz de madera sobre sus espaldas. Es un símbolo de las vidas arruinadas por la imitación. El padre Damien actuó a imagen de Cristo cuando se fue a vivir con los leprosos, porque en ese servicio pudo realizar lo que mejor había dentro suyo. Pero igual fue Wagner, cuando expresó su alma en la música; o Shelley al expresar su alma en la poesía. No existe un tipo único de hombre. Existen tantas perfecciones como hombres imperfectos. Y mientras un hombre puede atender los reclamos de la caridad y ser libre, no lo seguirá siendo si se somete a las exigencias del conformismo.

Fragmento de "El alma del hombre bajo es socialismo" de Oscar Wilde

No hay comentarios:

Publicar un comentario